Dos jóvenes madrileños, Miguel e Isma, llevan encarcelados desde el 22 de marzo tras la represión de las "Marchas de la dignidad". Las convocatorias en apoyo se extienden por todo el país e incluso a nivel internacional. Una muestra más de cómo la represión tiene un carácter antipopular y se ceba especialmente con la juventud.
Tras las llamadas "Marchas de la dignidad", que juntaron a decenas de miles de personas en el centro de Madrid, la policía se ensañó como hacía tiempo que no ocurría en una convocatoria de carácter popular. Estaban preparados para ello y buscaron cualquier tipo de excusa: los más de 1700 antidisturbios desplegados en Madrid ese día no solo iban a ser solo de escaparate.
Y en efecto, así fue. Pese a los montajes policiales y mediáticos, el resultado fue más de una veintena de detenidos. Los heridos fueron numerosos y algunos de gravedad, como el joven que perdió un testículo y el militante de los CJC que perdió la visión de un ojo, ambos por impacto de pelota de goma.
Durante los días posteriores, dentro del circo mediático y de criminalización, se sucedió una verdadera caza de brujas en Madrid, aprovechando también el marco de otras convocatorias, como la huelga estudiantil sucedida a finales del mes de mayo. Esta caza de brujas se saldó con un centenar de detenidos en apenas una semana.
A la par que se daban estas detenciones y otras sanciones económicas, usando a los medios de comunicación como punta de lanza para allanar el camino, el Ministerio del Interior anunciaba nuevas medidas e inversiones para perfeccionar la represión. Estas medidas se concretan, por poner un ejemplo, en la compra de 800 nuevos cascos, 300 escudos reforzados, 800 espinilleras y 350 chalecos [1] en pleno contexto de recortes sociales.
Recientemente, también en el diario Público [2] solicita más de cien años de cárcel para decenas de trabajadores y sindicalistas por su legítima actuación en los piquetes informativos de las últimas huelgas generales. El caso de los 8 de Airbus es posiblemente el más paradigmático de esta situación.
Aunque son los jóvenes Miguel e Isma los que están sufriendo en sus carnes la represión. Miguel, vecino de Carabanchel, lleva en prisión preventiva tras los sucesos del 22M. Isma, vecino de Valdemoro, fue detenido por los mismos motivos unos días después. Ambos están acusados, sin pruebas según sus abogados, de atentado contra la autoridad, desórdenes y lesiones contra agentes de la policía.
La solidaridad desatada está siendo grande para que los dos jóvenes puedan salir de prisión. Se han convocado desde entonces varias convocatorias en Madrid y en todo el país, que incluirá en junio una movilización de carácter internacional.
Notas:
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Víctor Moreno es Subdirector de Tinta Roja.