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900€ de Salario Mínimo: Odios, mentiras y falsas esperanzas (I)

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900 de Salario Mínimo

Hace poco conocimos la noticia del pacto entre PSOE y Unidos Podemos para, entre otras cosas, subir el salario mínimo interprofesional (SMI) de los 735,9 € a los 900€ mensuales. Esta noticia ha despertado tanto esperanzas como odios. Por un lado los sectores de la "izquierda" se vanaglorian de su heroicidad, las "derechas", en cambio, se llevan las manos a la cabeza afirmando que será un desastre. Pero ¿Cuáles serían las verdaderas consecuencias de esta propuesta y por qué surge?

La escena política de este país se puso caliente después de que los partidos socialdemócratas (Podemos, PSOE e IU) acordaran, tras unas discrepancias y presiones fingidas a fin de quedar bien cara al electorado, unos nuevos Presupuestos Generales del Estado (PGE). Pronto el Partido Popular y Ciudadanos se posicionaron en contra, sobre todo por la subida del salario mínimo interprofesional, según ellos estos presupuestos serán la causa de una nueva crisis (¿así que los presupuestos españoles serían la causa una crisis económica mundial?), y la subida del SMI aumentará la inflación, los despidos y se perdería competitividad. Veremos hasta que punto estas afirmaciones son verdaderas o falsas, más allá de lo hipócritas que resultan ya que, por un lado, el gobierno del PP ya había planeado una subida hasta los 849,9€ en 20201, y, por otro, Ciudadanos tenía en su programa una medida que hubiera subido el SMI a 1032€ ya en 20162.

Sería conveniente empezar definiendo algunas cuestiones básicas:

-Salario Mínimo Interprofesional (SMI): Es el pago mínimo legal, en forma de salario base, por una jornada de 40 horas semanales. Si se trabajan 20 horas semanales (jornada parcial) cobraría 450€ con un SMI de 900€. El salario en España se abona en 14 pagas, a diferencia de otros países, con lo cual un SMI de 900€, con jornada completa, equivaldría a 12.600€ anuales, con una jornada parcial de 20 semanales saldría a 6.300€ anuales. Esto está muy lejos del PIB per capitat español en 2017 que ascendía a 25.100€ al año.

-Inflación: Es un aumento generalizado de los precios, la tendencia es que los precios crezcan con el tiempo, esto no significa que valgan más las mercancías, sino que hay que pagar más por ellas, es el dinero quien se deprecia en relación a las mercancías. La inflación es un mecanismo social, el cual perjudica el ahorro particular y fomenta la inversión, el dinero que se guarda debajo del colchón no se convierte en capital, en cambio el dinero invertido si lo hace, se convierte en dinero que crea más dinero (capital), escapando a la depreciación del dinero.

-Índice de Precios al Consumo (IPC): Es la variación porcentual, en un periodo de tiempo (un año, un trimestre), de los precios de una serie de productos que se consideran comunes, como alimentos, energía, gasolina...El IPC mide la inflación para un conjunto de productos de consumo obrero, se excluyen de índice insumos industriales (queroseno, carbón, acero, fertilizantes, madera...) y los gastos de lujo (yates, propiedades, arte...).

¿Más inflación?

Un argumento habitual de los economistas ortodoxos (burgueses-vulgares) es que una subida en los salarios provocará un aumento general de los precios, porque el trabajo es otra mercancía más (factor trabajo, L), por lo tanto al subir el precio del trabajo, el salario, eso ya supone cierta inflación. Por supuesto, la inflación se percibe como un fenómeno negativo ya que el valor de nuestros ahorros disminuye y si los salarios iguala, si no se aumentan en la misma proporción.

Este argumento de que la subida de los salarios provoca una indeseada inflación lo encontramos en el discurso del ciudadano Weston frente a Marx3. Según el primero, si los salarios suben, aumentan los costes de los capitalistas y estos podrán decidir subir el precio de sus mercancías para recuperar sus ganancias perdidas; así, una subida general de los salarios, lo cual necesariamente disminuye la ganancia empresarial, vendría acompañada por una subida general de los precios de consumo (del IPC) equivalente, en términos absolutos, a la subida del salario. Todo quedaría igual.

No obstante, esto no es así, esta forma de pensar proviene de una visión estrecha de la economía, que no la tiene en cuenta en su totalidad. El problema es que la competencia impide fijar los precios de forma arbitraria, los precios de las mercancías los marca únicamente el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción, aunque en el corto plazo varía según la oferta y la demanda. Por lo tanto, como indica Marx en la segunda parte de El Capital (en el apartado de la reproducción ampliada)4 si hubiera una subida general de los salarios, esta afectaría a todas las ramas, tanto a las que producen mercancías de consumo obrero, de lujo o de consumo industrial. Por ello los empresarios que venden mercancías de consumo obrero podrían subir los precios de forma arbitraria para contrarrestar la subida salarial, pero no podrían hacerlo aquellos empresarios que venden a otros capitalistas. Al final la perdida de rentabilidad llevaría a reducir la producción de bienes industriales o de lujo y aumentar la de bienes obreros, los cuales terminarían por volver a su precio original a causa de la competencia.

Si suben los salarios sube el coste de producir, y disminuye la ganancia, si no puedo contrarrestar la subida mediante otra subida de precios de mis mercancías (es decir, si produzco bienes de lujo o industriales), me veré obligado a soportar la subida o buscar una nueva rama industrial con mayor beneficio (por ejemplo, aquella que no se haya visto afectada por la subida). Es decir, para mantener una buena rentabilidad pasaré de un sector industrial a otros. Cuando muchos empresarios tomen esta decisión aumentará la competencia (y la oferta) al haber más capitalistas, con lo cual aquel sector que inicialmente contrarrestó la subida (el que produce mercancías destinadas a los trabajadores) verá como vuelven a bajar los precios de sus mercancías y como disminuye su ganancia. Al final, después de oscilar según la oferta y la demanda, los precios volverán a su nivel original, después de todo, los precios sólo son desviaciones (positivas o negativas) con respecto al tiempo de trabajo socialmente necesario (cuántas horas cuesta de media producir ese bien), por lo que los precios no pueden fijarse arbitrariamente, tienen una limitación material.

La riqueza en economía, después de todo, es como una tarta. Todos los años se produce una tarta, la cual está formada por todas las horas trabajadas ese año, se trata de un número fijo, parte de esas horas han sido pagadas (salarios) y otra no (inversiones y gastos de los capitalistas). Si aumenta la cantidad de horas pagadas en un año, pero no la cantidad de horas total, esto quiere decir que la parte de la tarta destinada a los trabajadores ha aumentado y lo ha hecho a costa de la de los empresarios, que se ha reducido.

Sin título 

En este gráfico observamos la evolución porcentual del salario mínimo y la del índice de precios al consumo, el cual nos indica la inflación.

El mayor incremento nominal del SMI lo observamos entre 2004 y 2009 y entre 2016 y 2018, precisamente durante estos periodos vemos como el IPC crece más lentamente que otros años (exceptuando el año 2007), es decir, cuando ha aumentado el SMI el incremento de la inflación se ha ralentizado, lejos de incrementarse. Los salarios no determinan, por lo tanto, la inflación, una subida del SMI podrá perturbar en el corto plazo este índice, pero no podría crear una hiperinflación (como en Alemania en los años 20) ni provocar cambios permanentes en los precios.

¿Más despidos?

Actualmente un 3,2% de los asalariados en España cobra el salario mínimo, esta cifra aumentaría al 7,6% en 2019 si se sube a los 900€5. Esto significa que más de un 7% de asalariados se verán afectados por esta medida, el 3,2% que actualmente cobra el SMI, además de aquellos que están entre ese 3,2-7,6% y cobran menos de 900€. Según los economistas ortodoxos (su ortodoxia es un eufemismo para dogmatismo, pues sus postulados se alejan mucho de los datos empíricos) el trabajador y el empleador negocian en igualdad de condiciones el salario. Es decir, según este punto de vista el SMI es perjudicial para los trabajadores porque les impide llegar a un acuerdo que maximice su utilidad (!?) por debajo del salario mínimo. Aquellos trabajadores que negociando en igualdad con los capitalistas decidan que como mejor venden su trabajo es por debajo de los 4,6€ la hora, se verán oprimidos por el estado que no dejara a los pobres empresarios contratarlos.

De hecho, argumentan que esta subida de los 735,9€ a los 900€ generará 190.000 despidos, es decir, 190.000 trabajadores dispuestos a trabajar por menos de 5,62€ se quedarán sin empleo por la subida salarial, por culpa del Estado. Así lo lógico sería pensar que hay que bajar aún más el SMI, y así habrá más empresarios dispuestos a contratar trabajadores dispuestos a cobrar menos de 4,5€ por hora trabajada.

No me cabe ninguna duda de que muchos empresarios verían con buenos ojos esta noticia, no creo que aumentase el empleo sustancialmente, pero sí la ganancia, se observaría también un tendencia a la bajada salarial derivada de las nuevas presiones a la baja del salario. Al igual que los capitalistas desean pagar menos por hora trabajada existen muchas personas a trabajar por menos de 4,6€, sencillamente por la desesperación del paro y la necesidad de ganar dinero para subsistir. La población española se encuentra muy degrada económicamente, con altas tasas de paro de larga duración y salarios muy bajos, todo ingreso es necesario para la supervivencia de algunas familias. Por esta razón la negociación entre empresario y trabajador no es en términos de igualdad, el trabajador depende del salario para sobrevivir, por lo tanto el trabajador depende del empresario. En estas condiciones de dependencia, agravadas por la pobreza, el paro y a inflación, a los trabajadores sólo les queda coger las migajas que les ofrecen, ya sea a 5,62€ la hora, o 4,6€ o 3€.

No obstante es cierto, al pasar de pagar 4,6€ la hora a 5,62€, lo que se está produciendo es que por el mismo trabajo se paga más, y esa cantidad de más proviene de una disminución equivalente en la ganancia. Como decíamos antes, es muy sencillo, la riqueza creada por el trabajo es como una tarta a repartir, la cantidad total no cambia, únicamente la forma en que repartimos la tarta. Si se aumenta el salario es porque se reduce la parte que pertenece al empresario. Si cada hora de trabajo vale 1,02€ más es porque la ganancia por hora que obtiene el empresario ha disminuido en 1,02€. Una subida del SMI reducirá el beneficio empresarial, y en ese punto aciertan los economistas ortodoxos, se producirá una disminución del rendimiento del capital invertido.

El encarecimiento de la mercancía trabajo generará despidos en aquellas empresas cuya rentabilidad sea demasiado baja (con lo cual se trataría más de un problema de esas empresas, cuya productividad es baja, que de la subida salarial), pero sólo como medida excepcional.

Para el correcto funcionamiento de una actividad empresarial deben darse unas condiciones técnicas concretas, dependiendo de la rama industrial. Según que industria se utilizarán unos edificios, máquinas, combustibles, materias primas y cantidad de trabajo humano diferentes. Tanto el sector de la restauración, como el del automóvil, como en todos los demás, el capitalista debe proveer una cantidad de capital constante y capital variable (trabajo) que se ajuste a las necesidades técnica para sacar adelante la mercancía.

Supongamos una fábrica de montaje de coches en la que se necesitan 50 operarios para su única cadena de montaje, y otros 20 en las oficinas y el almacén. Con una línea de montaje se monta 100 coches diarios. Si se añade otra línea de montaje, que cabe en la misma nave industrial, se producirán 200 coches diarios, y habrá que contratar otros 50 operarios, y 5 trabajadores adicionales para el almacén, que ahora mueve más materias primas. En cualquier caso, la línea de montaje necesitará siempre, mientras no haya mejoras en la maquinaria, 50 trabajadores, con uno menos no podría funcionar y con uno adicional este estorbaría y ralentizaría la producción. Con el almacén sucede lo mismo, al aumentar la cantidad de materias primas y mercancías que mueve tendrá que aumentar el número de trabajadores (o el tiempo de trabajo) para poder desarrollar el trabajo. Supongamos ahora que los nuevos 5 trabajadores cobran 735,9€ por una jornada completa. ¿Si sube el SMI a 900€ el empresario despedirá a esto trabajadores? Lo cierto es que no, no puede renunciar a los 5 trabajadores del almacén porque los que ya trabajan no dan abasto y no podrían soportar el aumento de trabajo en el almacén. Renunciar a ese trabajo es hacer menos eficaz o inviable la línea de montaje adicional, lo mismo sucede, y de forma más obvia, si los que consiguen a subida salarial son los operarios de la cadena.

Supongamos ahora una pizzeria que ofrece comida a domicilio y cuenta con un encargado, 3 personas en cocina, un camarero y otras dos personas con motos repartiendo, esto cuando está al máximo rendimiento, por ejemplo los turnos de tarde-noche festivos y de viernes a domingo. En estas condiciones se hacen todas las pizzas y entregas posibles, no cabría otra persona en cocina ni hay más que 2 motos. Los días entre semana y las mañanas hay menos carga de trabajo y la empresa queda infrautilizada, el empresario querría estar siempre a todo rendimiento, pero no depende de él. Los repartidores trabajan a jornada parcial de 20 horas semanales con el salario mínimo actual, es decir, 4,6€ la hora o 367,95€ al mes, con la actual subida pasarían a cobrar 450€, el empresario tendría que gastar 164,1€ adicionales en salarios para los dos. Los 164,1€ adicionales salen del beneficio de la empresa, son un coste nuevo que no mejora la producción.

El empresario desearía reducir este coste y volver a las circunstancias originales, pero no puede reducir la carga de trabajo de viernes a domingo, pues es cuando más gana. Por lo tanto el empresario no despedirá a los repartidores, en cambio reducirá su jornada laboral de 20 a 16 horas, dejando las horas de mayor intensidad de trabajo intactas y reduciendo el salario mensual de cada uno de 450€ a 359,68€. Aunque ahora le paga más por hora (de 4,6€ a 5,62€) a final de mes le paga algo menos, todo ello porque ha reducido el numero de horas de trabajo en los momentos de menor actividad. Pero en ningún caso despedirá a los trabajadores porque eso rompería el equilibrio con los 3 trabajadores de cocina (ahora harían más pizzas de las que pueden repartir) y no podría hacer todos los pedidos.

Estos ejemplos sirven para entender que no se contrata únicamente por el salario, sino que es más relevante para el empresario, en realidad, la cantidad de producto que se quiere producir y la cantidad de trabajadores y utensilios de trabajo que son necesarios.

Hasta aquí quedan desmentidos algunos mitos, los cuales se usan más como arma política que como medida seria. Podemos ver algunas facetas contradictorias de la economía capitalista, la cual se nos presenta como un ecosistema complejo, en la cual capitalistas muy diversos se enfrentan entre sí en condiciones muy dispares. Por un lado algunos sectores tienden a la concentración de capital, otros en cambio sufren una atomización creciente, apareciendo nuevas empresas sin cesar y dividiéndose las viejas firmas6 Empresas nacionales se llevan su dinero a países extranjeros (Polonia, México, Brasil...) mientras que fondos de inversión y empresas extranjeras vienen a España a invertir. Las relaciones sociales (como el trabajo pagado y no pagado, es decir, los salarios y la ganancia respectivamente) se entrelazan con condiciones materiales (la composición técnica del capital ya explicada), se crea así una complicada red de relaciones humanas mediadas al tiempo por los límites físicos del mundo material (cuántas horas se puede trabajar, cuál es el salario de subsistencia, como ha ido la cosecha, las condiciones de fundición del acero...).

Sin embargo, nuestros políticos no dicen ni pio de estas cuestiones que tanto influencian en el día a día del los trabajadores. Se mueven en un plano moral, donde importa más qué se hace con el Valle de los caídos que las condiciones de trabajo de la juventud, en el que se le da más importancia a las declaraciones de una ministra que a las maniobras de la OTAN en Noruega, en cual se plantea una hipotética independencia catalana como más importante que el encaje del Estado español en la UE (y la pérdida de soberanía política y económica que conlleva)...

En la segunda parte de este artículo podremos seguir profundizando en los aspectos económicos del SMI al tiempo que sacamos los colores a nuestros políticos.


Notas:

(1) https://www.elmundo.es/economia/2018/10/21/5bcb43df468aebda538b45b4.html

(2) https://www.eldiario.es/rastreador/Ciudadanos-propuso-salario-perjuicio-Economia_6_825627447.html

(3) Marx, Salario, precio y ganancia.

(4) Marx, 2000 Akal, "El Capital", libro segundo, tomo segundo.

(5) http://documentos.fedea.net/pubs/ap/2018/ap-2018-02.pdf

(6) Marx, 2000 Akal, "El Capital", libro primero, tomo tercero, capítulo XXIII.

"...el aumento de los capitales en funciones está atravesado por la formación de capitales nuevos y la escisión de los viejos. Por tanto, si la acumulación se presenta, de un lado, como concentración creciente de los medios de producción y del mando sobre el trabajo, por otro lado se presenta como repulsión recíproca de muchos capitales individuales." Página 87

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