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Jue28032024

Última actualización09:36:03 AM GMT


"¿Nos jugamos los cromos a la verdad o a la mentira?", la pérdida de los juegos populares y el fomento del individualismo

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Las personas que estamos en contacto con niños pequeños nos podemos dar cuenta fácilmente cómo se están perdiendo los juegos populares que jugábamos nosotros de pequeños (y no tan pequeños) en beneficio de las nuevas tecnologías.

Estos nuevos juegos no hacen sino fomentar el consumismo frente a los juegos tradicionales que apenas requerían gasto y además inculcaban valores de compañerismo, a la vez que estimulaban a los niños a esforzarse.

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Hace poco tiempo vi a un grupo de niños de los que doy clase intercambiarse cromos de fútbol. Y, yo, embargado por un sentimiento de nostalgia, les pregunté que en qué consistían los números que aparecían en la parte inferior ya que no recordaba que los llevaran los míos cuando era de su edad. Ellos, incrédulos, me contestaron que servían para crear equipos a través de un programa de ordenador especial de la marca, muy extrañados de que yo no lo supiera, y me preguntaron que si no jugaba yo así con los cromos cuando era niño. Claro está, mi respuesta evidentemente fue que no, que utilizábamos los cromos para distintas pruebas de habilidad lanzándolos a ver quien llegaba más lejos o a ver quien lo dejaba más cerca de la pared. Los pobres niños se miraban unos a otros sin comprender la utilización de los cromos de esta manera al igual que tampoco entendieron otra serie de juegos a los que jugaba yo a su edad como pueden ser las chapas o los tazos.

Evidentemente todo esto tiene una razón y es el interés en fomentar que los niños de hoy en día, a los que ya se les denomina (de manera totalmente intencionada) "nativos tecnológicos", se dediquen a utilizar estas nuevas tecnologías obligando a sus familias a comprarles cada vez más productos y cada vez más caros para acabar utilizándolos cada uno en su casa sin salir a la calle perdiendo ese carácter popular y colectivo.

Todos recordamos haber jugado con nuestros amigos a una gran variedad de juegos, tantos como nuestra imaginación tuviera capacidad de crear, ya fueran juegos de pillar a otros como el típico "polis y cacos", "tula en alto" o el simple pero siempre emocionante "pilla-pilla", a juegos de pelota ya sea con los pies como el "mundial" o el "rápido" o con las manos como el balón prisionero que tantas risas y contorsiones nos provocaba para evitar los balonazos. Todos estos juegos recibían nombres distintos e infinitas variaciones no solo dependiendo de la región de los niños que los practicaban, sino que variaban incluso dependiendo del barrio o el colegio al que fueran, siendo ellos mismos los que creaban las reglas necesarias para auto-regular los juegos para hacerlos más emocionantes según el entorno del que dispusieran, imaginando porterías -donde los mayores solo ven dos árboles y una pared y una farola- para echar partidos de fútbol en todo un terreno repleto de obstáculos por el medio, que no eran ningún estorbo comparado con el afán de cada uno en jugar como sus futbolistas favoritos, incluso discutiendo si otro también quería ser el mismo.

Hoy en día nos encontramos como gran parte de estos juegos se están perdiendo, cada día hay menos niños jugando en los parques y cuando están en los mismos muchas veces es obligados por sus padres para que tomen el aire, cansados de ver a sus hijos delante de la pantalla de distintos aparatos tecnológicos (no obstante más del 95% de los niños utiliza el ordenador1), aunque frecuentemente sea para acabar bajándose la tablet al parque para jugar junto a los otros niños a unos u otros videojuegos.

Los juegos populares con los que hemos crecido nos han enseñado una gran cantidad de valores positivos como el compañerismo y la necesidad de actuar colectivamente para conseguir objetivos concretos y es ahí donde radica la importancia de que estos no se pierdan en beneficio de la gran cantidad de videojuegos alienantes que se están colando entre los niños. Debe ser labor nuestra el enseñarle a los niños de nuestro entorno lo divertido que era jugar al "chocolate inglés", lo dificil que nos resultaba saltar a la comba y las risas que nos echábamos cuando jugando a las sillas uno dos chocaban al intentar sentarse en la misma. Es nuestra labor que esta nueva generación que ahora empieza a descubrir los juegos no pierdan la costumbre de volver con las manos rojas de perder al "calientamanos", de estar toda la noche ensayando un nuevo trabalenguas para intentar que sus compañeros no lo consigan recitar, de inventarte nuevos trucos para ganar en las luchas de pulgares. Es nuestra labor que todas las enseñanzas que se aprendían con estos juegos no se pierdan y vean los niños que te lo puedes pasar igual de bien o más jugando con tus amigos a estos juegos que con cualquiera de los nuevos videojuegos para tablet.

Yo personalmente me sentiría muy mal si llegado el momento una vez tenga hijos éstos no pueden jugar a estos juegos ya que han caído en saco roto y, al fin y al cabo... ¿Quién querría echar una carrera de sacos con un saco roto?

Notas:

[1] El 62,6% de la población española emplea internet

Cristian Ferrer, Subdirector de Ocio y Cultura de Tinta Roja

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