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Jue28032024

Última actualización09:36:03 AM GMT


No a la comercialización de las fiestas

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Comienza el verano y con éste la temporada principal de fiestas en casi todos los pueblos y ciudades a lo largo y ancho del Estado. Pero al igual que en otros aspectos de la sociedad, las fiestas, en principio de un carácter popular, van mutando a un modelo que, aunque dirigido al pueblo, pretende arrastrarlo a un estilo festivo comercial propio de la cultura en el capitalismo, siempre por el beneficio directo e indirecto. Ante esto, en muchos barrios y pueblos comienzan a extenderse fiestas alternativas y populares, por y para el pueblo.

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El entretenimiento en este sistema es un mercado más que el capital explota. Emplea en él mediante trabajos temporales a la juventud y a la vez se dirige a estos mismos. Así vemos que las fiestas populares que toda la vida han sido organizadas como eventos para el pueblo se convierten en simples espacios de mercado. A veces estas fiestas mutadas se convierten en inaccesibles para muchos jóvenes; los conciertos de grupos y músicos conocidos que muchas veces tienen un coste inasumible, precios y requisitos de entrada a locales, celebración de festivales con precios prohibitivos, etc. En un sistema en el que prima el beneficio y el lucro de unos pocos frente a los intereses de la mayoría, es esperable que la juventud sea víctima, una vez más, de la constante comercialización y el expolio de nuestro tiempo libre.

La crisis estructural que sufre el capitalismo golpea con fuerza a la clase obrera y a los sectores populares, por esto crece, aún más si cabe, el carácter alienante con el que los intereses de la burguesía pretenden inundar las fiestas. Día a día los conceptos festivos basados en el consumismo, el sexismo, el clasismo e incluso el racismo llenan los barrios y las mentes de los jóvenes. Como en Euskal Herria durante los años 80 el Estado llena de drogas los barrios, discotecas y bares; pretende así anular por completo la combatividad que hoy día aumenta a medida que también avanzan los ataques del capital, nos llaman a la desmovilización. Ante esto solo cabe proyectar un modelo combativo, consciente y por supuesto concienciador, lejos de los conceptos y planes de la clase explotadora.

Ante este insostenible modelo festivo del consumismo, la comercialización y el desfase, en muchos barrios y pueblos los jóvenes, conscientes de la necesidad de desarrollar un modelo alternativo de "farra" organizan las fiestas volviendo a las raices no tan lejanas de estas: una celebración por y para el pueblo. Esta celebración alternativa, impulsada en territorios con una mayor implantación del movimiento popular ya se han venido dando. Sin ir más lejos, durante este verano en muchos pueblos y barrios de Euskal Herria los llamados "Jai batzordeak" (Comites de fiestas) organizados a nivel de barrio o pueblo y en los que participan jóvenes del barrio, organizaciones veciniales y movimientos sociales, serán las encargadas de organizar para el pueblo unas fiestas libres de la comercialización, de las actitudes sexistas, y en general los valores segregadores que el capital quiere inculcarnos, los valores del enemigo. Los jóvenes disfrutarán durante el verano de unas fiestas que se podrán permitir, unas por y para el pueblo. Este modelo es el que en muchos lugares a lo largo y ancho del Estado se viene dando, es el modelo que ellos no quieren y que nosotros necesitamos.

Pese a todo debemos tener una cosa clara: no podemos pretender construir la casa desde el tejado. Es genial que la juventud se organice de manera independiente y celebre por sí mismas las fiestas, pero no podemos vivir al margen de la construcción socio-económica imperante, no podemos salir del sistema viviendo en él. El capitalismo lo formamos todos nosotros, no es un ente abstracto, es un mecanismo que obedece unos intereses determinados y está dispuesto a lo que sea con tal de defenderlos. Es por tanto que no podemos creer en la vana esperanza de que haciendo boicot, ignorando al sistema, este caerá, que seremos libres.

La juventud siempre debe trabajar por unirse y organizarse en la lucha, no hay otra manera. Los que comercializan las fiestas tienen los mismos intereses que quienes nos expulsan de nuestras casas y puestos de trabajo, solo la lucha consciente contra todos ellos, contra su sistema, dará a nuestros barrios la vida que se merece, y por supuesto, nos dará la farra que merecemos. Debemos empezar a luchar realmente por la reactivación de los movimientos barriales y las asambleas juveniles. Sin organización no somos nada, pero unidos y organizados recuperaremos el espacio que nos pertenece.


Jakes Iñarra es miembro del Comité de Redacción de Tinta Roja.

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