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Última actualización09:36:03 AM GMT


Joven y mujer: Doble desafío

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Podríamos pensar que, tras aproximadamente cien años de la progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral y con el "intento de promoción en materia de igualdad de género", hoy en día deberíamos estar en igualdad de condiciones tanto hombres como mujeres.Pues bien, a lo largo del artículo iremos exponiendo diferentes datos que nos harán darnos cuenta como, en pleno siglo XXI, las mujeres no tenemos los mismos derechos, y si a la cuestión de género le sumamos el hecho de ser jóvenes la situación empeora aún más.

Esta desigualdad laboral se traduce en tasas de desempleo más altas, diferencia salarial, quedar relegadas a empleos "típicamente femeninos" o mayores tasas de parcialidad y temporalidad.

El desempleo sigue alcanzando a uno de cada tres jóvenes, concretamente la tasa de paro en los jóvenes de entre 16 y 29 años en el 2016 es del 18,6%. De este porcentaje el 54,3% se corresponde a mujeres frente al 45,7% en hombres.

Si bien el paro ha bajado respecto a años anteriores, lo que nos encontramos ante estos datos es el número de empleos cada vez más precarios, en el que destaca la temporalidad. La juventud aparentemente sólo puede aspirar a empleos temporales, de hecho el 76,13% de los jóvenes comprendidos entre los 16 y 24 años tiene contratos de este tipo. Un dato especialmente llamativo, en este sentido, es la elevada tasa de temporalidad en el sector público, el 53,5% para los hombres y el 71,7% entre las mujeres. Es decir, casi tres de cada cuatro mujeres jóvenes que trabajan en la administración pública lo hacen de manera temporal.

A parte de la temporalidad en el empleo otro factor a tener en cuenta son los tipos de jornada en las contrataciones, en los jóvenes el tipo de jornada parcial es de un 42,64%. De este porcentaje entre los jóvenes de hasta 25 años el 45,1% corresponde a mujeres mientras que el 28,1 a hombres. De hecho la representatividad del contrato a tiempo completo está disminuyendo, ya que por ejemplo en el 2009 fue del 66,77%.

Analizados la tasa de paro y el tipo de contrataciones en el resto del artículo nos centraremos en la diferencia salarial, empezando por ver esta diferencia entre hombres y mujeres para posteriormente comprobar si esta diferencia se mantiene, se reduce o se aumenta en la juventud.

Según los datos extraídos de un informe de la UGT, en el 2015 la diferencia salarial entre hombres y mujeres se situaba en un 24%, la más alta de los últimos seis años, por lo que las mujeres tendrían que trabajar 88 días más que los hombres para cobrar el mismo salario.

Esta diferencia salarial se debe, fundamentalmente, a que las mujeres se concentran en los tramos de salarios más bajos, el 67% de los trabajadores que perciben salarios iguales o por debajo del Salario Mínimo Interprofesional son mujeres, y la presencia de las mujeres va disminuyendo según se incrementan los salarios.

Estos datos nos demuestran de manera objetiva que existe diferencia salarial entre hombres y mujeres, y que por tanto posiciona a la mujer en una posición de inferioridad. A esto hay que sumarle también todas aquellas mujeres que no generan ingresos pues su actividad se mantiene en el hogar, o no tienen que renunciar al trabajo por no poder compatibilizarlo con la vida familiar.

A continuación analizaremos si esta diferencia salarial entre hombres y mujeres se mantiene también en la juventud o si por el contrario, va disminuyendo.

Según los datos extraídos del INJUVE, en términos logarítmicos las diferencias salariales brutas entre hombres y mujeres mayores son del 21,39%, mientras que entre hombres y mujeres jóvenes se sitúan en el 12,34%. Por tanto, a medida que aumenta la edad estas diferencias se hacen mayores. En concreto crecen un 73%, lo que implica que es a partir de los 30 años cuando los ingresos de hombres y mujeres comienzan a separarse.

De estas diferencias, el coeficiente de discriminación total es 13,67 en las mujeres mayores y de 9,10 en las jóvenes, lo que supone para las primeras que el 63,9% de las diferencias salariales se deben a comportamientos discriminatorios, mientras que para las jóvenes representa el 73,75% de la diferencia salarial bruta total. Por consiguiente, la discriminación afecta de forma más importante a las mujeres jóvenes que a las mayores.

Este resultado viene a poner de manifiesto que los comportamientos de discriminación salarial existentes en el mercado de trabajo en contra de la mujer lejos de disminuir se están acrecentando.

A su vez, esta base económica de desigualdad tiene reflejos en muchos elementos de la vida cotidiana como puede ser la violencia de género, cada vez más palpable en la juventud y se manifiesta en forma de maltrato psicológico, acoso escolar, violencia física..

En conclusión, a través de los datos que hemos ido mostrando vemos como la precariedad en el empleo juvenil va ganando cada vez más terreno, hasta alcanzar una situación en la que los derechos laborales son prácticamente nulos y si a la condición de ser jóvenes le sumamos la de ser mujer la situación se agrava, como mostraba en el título del artículo, ¡Joven y mujer, doble desafío¡

El futuro que nos tratan de imponer no solo para las mujeres, sino para la juventud trabajadora en general, está marcada por una creciente precarización del trabajo, en la que los salarios no nos permiten ahorrar, con contratos temporales que nos impiden tener estabilidad y en la que poder independizarnos es prácticamente una utopía.

No podemos resignarnos y aceptar estas condiciones, tenemos que luchar por el acceso al mercado laboral en igualdad de condiciones, sin permitir que por el hecho de ser mujer o ser joven nuestras condiciones sean inferiores a la de nuestros compañeros, y para ello tenemos en nuestras manos una herramienta que es la organización, de manera que luchemos por nuestros derechos junto con los compañeros más conscientes.

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