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Jue28032024

Última actualización09:36:03 AM GMT


Balay, esa gran familia (patronos explotadores al margen...)

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Álvaro Suárez

Miembro del Comité Central de los CJC

Balay, la gran compañía de electrodomésticos, fundada en Zaragoza en 1947 y adquirida por la multinacional alemana BSH a finales de los 80, ha comenzado una campaña de marketing que haría rechinar los dientes de cualquier obrero con conciencia de clase. En diversos anuncios emitidos en las principales cadenas, presentan la empresa como una gran familia. Este tópico provoca situaciones paranormales, como trabajadores alienados defendiendo la empresa que les esclaviza, en situaciones como la Huelga General. En uno de estos anuncios se puede ver a un antiguo trabajador de la factoría volver a la misma a saludar y recibir un reconocimiento por parte de sus compañeros, todo ello orientado a acercar al público el producto, a dotar de sentimientos a la obra de la creación humana. Preguntémonos: ¿por qué esto es posible?

En el propio anuncio se evidencia lo obvio para cualquiera que reflexione un segundo: son solo los trabajadores quienes participan en el proceso productivo. En otros vídeos se ve a algunos gestores reunidos, esto no es más que la división artificiosa del trabajo manual e intelectual. En todo caso, a sus accionistas, a los patronos, no se les intuye por ningún sitio. Esa gran familia que se presenta en realidad es otra: exime a los parásitos de la producción y agrupa a todos los trabajadores de la factoría, pero también a todos los del polígono y, alejando la vista un poco más, a toda la clase obrera mundial. Esa “gran familia” que aporta sensibilidad al producto, que recuerda al consumidor que son obreros los que están tras la producción material, en realidad es una única clase obrera mundial, sujeta a los grilletes capitalistas, y con los ojos aún tapados.

Partiendo la base de que todo lo producimos, la consecuencia lógica es que tenemos más fuerza que nuestro enemigo de clase. Son innumerables las pruebas de esta afirmación, y si no solo hace falta oir/leer/ver los medios de manipulación de masas, en los que nos repiten una y otra vez mentiras –que un día sentiremos como verdad– como que es imprescindible regular el derecho a huelga, que hay que ejercerlo con sobriedad y mimo. ¡Si tanto les pica, es porque les desangra! La huelga no es solo un derecho, es el único arma que tenemos los trabajadores. Si renunciamos a ella renunciamos a nuestra esencia, ya que los que nos caracteriza es la capacidad de crear, de transformar la realidad para satisfacer las necesidades de la realización de la vida humana. Si tanta bilis escupen por la boca en contra de las huelgas es porque es lo que verdaderamente les hace daño: les sangra económicamente, pero sobre todo, cada huelga, cada lucha obrera otorga poder a los trabajadores y mina el de los capitalistas, acerca el día de la crisis revolucionaria.

Como ya evidenció Lenin, y cualquier comunista conoce, son las luchas económicas en primer lugar las que hacen avanzar la organización y conciencia de los trabajadores. Es en la batalla directa contra su explotador particular (o multinacional) cuando los trabajadores ven su compañero de trabajo más cercano, ya que sufren la misma explotación aunque sean de categorías diferentes, uno le saque 30 años al otro, o uno sea inmigrante y el otro nativo. En todo caso, la labor de los comunistas es evidenciar la naturaleza explotadora de este sistema y, sobre todo, organizar a las masas trabajadoras por la superación del mismo y la construcción de la nueva sociedad socialista, que no es más que el poder obrero en la producción y en el Estado, y la subyugación de los antiguos explotadores.

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