Recientemente, Clara Lago, la conocida actriz protagonista de las películas Ocho apellidos vascos y Ocho apellidos catalanes, declaraba haber cobrado la mitad de lo que habían ganado sus dos compañeros masculinos, Dani Rovira y Karra Elejalde. No es justo que por hacer el mismo trabajo por ser mujer se gane la mitad de dinero, en este punto estamos todos de acuerdo.
No obstante, la verdadera problemática se encuentra en que las mujeres de clase trabajadora tienen sueldos mucho más escasos que el que ingresa Clara Lago. Además, las mujeres de extracción obrera, cobran un salario base inferior que sus compañeros masculinos según las cifras de la EPA de 2017, a pesar de realizar el mismo trabajo. Más allá de todas las dificultades que la mujer trabajadora se encuentra por su condición de clase, hay que añadir las dificultades generadas por la brecha salarial por una cuestión de género. La opresión histórica que se ha ejercido por la mujer es aprovechada por el capitalismo haciendo que, de forma sistemática, los capitalistas paguen menos a las trabajadoras, o las contraten menos, simplemente por ser mujeres y suponer un "riesgo" o una "pérdida" para los beneficios (ponen la escusa del cuidado de los hijos, como si esta tarea fuese negativa o sólo debieran dedicarse a ella las mujeres). Todo lo contrario, la mujer es igual de productiva que el hombre, pero se le paga menos ya que socialmente está aceptado y al capitalismo le beneficia. El capitalismo nunca terminará con esta discriminación salarial.
Otra forma mediante la cual se discrimina a las trabajadores, y que no puede observarse directamente mediante las estadísticas, es la feminización de ciertos sectores, como el de limpieza, enfermería, cuidados a mayores... Algunos empleos están ocupados en más de un 70% sólo por mujeres, esta concentración de mano de obra femenina coincide, "casualmente", con que dichos empleos tengan salarios ínfimos de forma injustificada. Sucede lo mismo con trabajadores inmigrantes los cuales ocupan puestos muy precarios y mal pagados como los de jornaleros. En ocasiones tenemos incluso mujeres y hombres en una misma empresa, desarrollando la misma tarea, pero con contratos diferentes, de tal forma que el tipo de contrato que cubre a la mujer se corresponde con un convenio diferente al del hombre, diferente y peor pagado.
Por otro lado en el modelo de ocio burgués algunas profesiones se pagan con sumas de dinero desorbitadas, como es el caso de los actores (cuando llegan a ser conocidos, claro está). En este caso, Clara Lago cobra una cantidad de dinero que jamás llegará a cobrar una mujer de clase obrera por mucho que trabaje durante toda su vida, ya sea limpiadora o médica. Esta profunda diferencia que lanza el mensaje de evolucionar constantemente en la vida y de esforzarse para conseguir un trabajo mejor, condiciona aún más la vida de la mujer de clase obrera, ya que puede parecer que la solución a cobrar poco pase por acabar convirtiéndose en actriz o por ejercer cualquier otra profesión a la que el sistema burgués pague de esa forma.
En este gráfico de 2010 pueden verse cómo la discriminación salarial afecta a los empleos de forma distinta, sin embargo no es exacta porque no tienen en cuenta la discriminación que se produce al feminizar ciertos empleos.
Pero la solución para la mujer obrera, que se encuentra doblemente oprimida por su situación de clase y de género, no pasa por convertirse en actriz, ya que los problemas de género seguirían estando (como muestran los datos más recientes del INE si los sometemos a contraste estadístico), ni pasa por solucionarse accediendo a mejores trabajos sino que se soluciona solventando las diferencias generadas y encubiertas por el sistema por cuestiones puramente de género y de clase, ya que la mujer, tenga el trabajo que tenga, tiene que ganar lo mismo que un hombre.
Para más información podéis leer este artículo del FEDEA elaborado por la catedrática Sara de la Rica de la UPV/EHU
http://asesec.org/COSME/wp-content/uploads/Invited-article.pdf