• Calculan 250 millones de euros defraudados solo en los últimos 24 meses
• Entre los detenidos hay empresarios, alcaldes y altos cargos del PP y del PSOE
• 51 detenidos en la operación, 400 cuentas intervenidas y muchos registros

La mañana del 27 de octubre se procedió a una redada contra la corrupción que provocó la detención de 51 políticos del PP y del PSOE en todo el estado, entre ellos altos cargos del PP como Francisco Granados, secretario general del PP en Madrid en época de Esperanza Aguirre, y de Marcos Martínez, presidente de la Diputación de León y alcalde de Cuadros. En esta redada en la que también fueron detenidos varios alcaldes como el de Valdemoro o el de Parla podemos ver como el sistema intenta mostrar una cierta imparcialidad a la hora de frenar la corrupción acusando a esta trama de, entre otras cosas, cohecho, prevaricación o blanqueo de capitales.

En contraposición a esta postura de aparente justicia que el sistema pretende colar, comprobamos como los grandes cargos que en un principio habían sido acusados de corrupción hace unos meses han desaparecido de toda operación: ¿alguien se acuerda del famoso Jaguar sin declarar que se "encontró" Ana Mato en su plaza de garage? y, por supuesto, ninguno de los corruptores ha sido inculpado.

Resulta muy difícil ya creer que al mando del sistema están los políticos de turno, de un color o de otro, y no una clase oligárquica compuesta por los grandes empresarios. Mientras algunos medios señalan a la mano de coge el sobre, Tinta Roja centra su critica en quien da el sobre. Y es que esta oligarquía que paga a determinados títeres para que gobiernen en su beneficio en las instituciones (mientras ellos hacen y deshacen conforme más les conviene) y que han sido partícipes activos en estos casos, sirviendo para blanquear dinero en sus empresas y obteniendo favores de los distintos ayuntamientos llegando a pagar un total de 250 millones a distintos cargos de los partidos y a avalando en ocasiones a los propios acusados de corrupción con tranquilidad plena como puede ser el ejemplo del Banco Santander con los dirigentes de Bankia.

El problema es que este sistema económico, político y social premia al corrupto.