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Vie26042024

Última actualización09:36:03 AM GMT


El acceso a la vivienda para los jóvenes sigue siendo una utopía

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  • Un reciente estudio desvela que los precios deberían bajar un 35% para que los jóvenes pudieran adquirir un piso
  • El alquiler tampoco es una opción: el precio medio de un alquiler supone más de la mitad de los ingresos netos de los jóvenes

El acceso a un bien tan básico como la vivienda sigue siendo una utopía para los jóvenes. Un reciente estudio desvela que pese a las caídas de los precios de la vivienda en los últimos años todavía debería descender un 35% más para que los jóvenes pudieran optar a comprar un piso. Esto es debido a que los salarios de los jóvenes y sus condiciones laborales han tenido una caída más en picado aún que el precio de las viviendas.

El estudio demuestra también que los jóvenes deberían cobrar un 105% más para poder comprar un piso ya que el precio de una hipoteca a día de hoy supondría, mensualmente, más del 60% de los ingresos de un joven entre 16 y 29 años, cifra que supera el 70% en algunas provincias.

El alquiler tampoco es una opción viable para muchos jóvenes: el precio medio, situado por encima de los 500 euros, supone más del doble del salario medio de los jóvenes.

Todo ello supone que más del 77% de los jóvenes todavía vivan con sus padres.

Estos datos, como siempre que se hacen estudios, deben ser cogidos con pinzas. Primero debemos tener en cuenta que se hace una media de los ingresos de los jóvenes en España sin tener en cuenta su extracción de clase. Así, en el estudio, entran también los hijos de la burguesía bien asentados en cualquier puesto de una empresa de sus padres cobrando un suculento salario. Ejemplo de ello es que el estudio sitúa el salario medio de los jóvenes en torno 1.000 euros; salario utópico para una gran mayoría de los jóvenes de este país.

Pero, independientemente de las críticas que podamos hacer al estudio, la realidad es tozuda y demuestra como en el capitalismo los jóvenes no tienen garantizado ni un bien tan básico como tener un techo. Los intereses lucrativos de los empresarios (en este caso del sector de la construcción, pero ampliable a todos los sectores) son antagónicos a los intereses de los jóvenes de extracción obrera y popular. Por un lado, el constructor baja salarios y despide a los jóvenes que trabajan de sol a sol; por otro, le exigen auténticas millonadas por un piso

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