• Recientemente han aparecido distintos artículos hablando acerca del aumento de la violencia entre los jóvenes.
• Es fácil culpar a la juventud, criminalizarla con noticias sensacionalistas, del mismo modo que hace años se hiciera utilizando el apelativo "ni-ni".

Que uno de cada cuatro escolares haya sufrido acoso escolar, o que en 2012 más de tres mil docentes sufrieran amenazas o agresiones son datos que evidencian la existencia de un problema. Pero cometeríamos un error si nos quedásemos con lo llamativo del titular, en vez de ir a la raíz del problema.

La verdad es que a día de hoy el capitalismo condena a muchos de nuestros jóvenes a unas condiciones de vida lamentables, llevándoles a ambientes marginales y violentos. Es normal, que un niño cuya familia se ve desahuciada adquiera conductas violentas. Y si se ve abocado a la marginalidad acabará delinquiendo.

Y ni siquiera nos haría falta irnos a ese caso tan extremo. A día de hoy el ocio es violento por lo general. Los videojuegos son un ejemplo de ello, del mismo modo que lo sería las penosas actuaciones de los futbolistas profesionales. Se impone a los jóvenes un ocio individualizado y violento, que impide a nuestras generaciones más jóvenes aprender a interactuar entre ellos, o a solucionar sus problemas de una manera no violenta. Videojuegos, televisión, cine, y otros elementos de ocio y cultura a día de hoy son violentos, nos guste o no, y no podemos ignorarlo.

También se dice que las chicas son cada vez más violentas. ¿Pero como no van a serlo si la perpetuación de los roles de género les obliga a ello para protegerse?

Antes de buscar problemas, busquemos culpables. El capitalismo no quiere una educación que haga crecer a nuestros jóvenes como personas. Quiere una educación que aporte a la juventud lo mínimo necesario para poder ser rentable económicamente.

También se alude a las nuevas tecnologías como causantes de nuevos tipos de acoso, así como que los jóvenes sean cada vez más individualistas. Pero el problema no reside en las nuevas tecnologías, sino en el cómo y para que usos están diseñadas. Resulta curioso que inventos que permiten comunicarse a una persona de Buenos Aires con una de Madrid al instante fomenten la individualidad. Tal vez es que no se están diseñando para mejorar nuestra sociedad, sino que se diseñan en base a unos esquemas de aprovechamiento económico.

¿De qué nos sorprendemos cuando no se invierte en educación, en instalaciones deportivas y para ocio de diverso tipo, en bibliotecas, y un largo etc? Nuestras juventud no tiene acceso a una educación de calidad y gratuita que los haga evolucionar como personas, a un ocio sano y gratuito, y a una cultura de calidad y gratuita. Lo raro sería que descendiesen los índices de violencia.