• Las dos jóvenes fueron golpeadas y pisoteadas
• El tercer joven sufre una tendinitis por las acciones de la policía

Lo que se inició como una disputa nocturna con un taxista acabó siendo para tres jóvenes de Barcelona una breve pero intensa pesadilla. El pasado 3 de julio, tras una discusión con un taxista y al subirse al segundo taxi aparecieron una docena de agentes que con gritos obligaron a los jóvenes a sentarse en el suelo. Uno de ellos, sufre una tendinitis por una acción de un mosso retorciéndole la muñeca.

La segunda querellante pasó más de una hora esposada en el coche patrulla mientras los Mossos desayunaban. Al ir a comisaría fue tirada al suelo y le pisaron, perdiendo el conocimiento. La tercera víctima pasó igual suerte; siendo conducida descalza hasta comisaría y golpeada.

Finalmente las dos jóvenes fueron inquiridas por los agentes para que alegaran hechos que no habían realizado, como destrozos en un coche patrulla o para que admitieran que iban borrachas y drogadas.

Esta historia, lejos de ser un hecho aislado es una realidad cada día más frecuente entre los detenidos; especialmente si son jóvenes y/o militan en alguna organización o movimiento social. La impunidad con la que cuentan los cuerpos represivos del Estado así como los entrenamientos que reciben para operar como máquinas y conseguir sus objetivos a cualquier precio son una bomba de relojería incontrolable; que explota en manifestaciones o en interrogatorios policiales; pero también en cuestiones tan cotidianas como atender una disputa.