Ya hemos visto el  anuncio de la Lotería de Navidad, realizado un año más por la agencia Leo Burnett, lo que ha encendido críticas de diferente índole en redes sociales. Siguiendo el eslogan de la campaña de 2014, "El mayor premio es compartirlo", el anuncio de este año vuelve a recurrir a la misma fórmula. Se trata de la primera vez en la historia del sorteo que la campaña de Navidad se basa en un corto de animación.

El spot gira en torno al personaje de Justino, vigilante de seguridad en una fábrica de maniquíes. Sus horarios no coinciden con los de sus compañeros, pero pronto encuentra entretenimiento y diversión en los maniquíes ya que aprenderá a comunicarse a través de ellos con sus compañeros de fábrica y productores de los maniquíes.

Contrapuesta a esta visión del trabajador feliz, risueño y alegre está la realidad. Y la realidad es que Justino es un trabajador que entra a trabajar de noche, solo, por un mísero salario y ninguna garantía de empleo (con el riesgo que supone eso para una persona de su edad, que no tiene casi posibilidades de reincorporarse al mercado laboral una vez despedido).

En Navidad, el sorteo de Lotería Nacional es una tradición para miles de familias trabajadoras que buscan algo de suerte, aunque cada vez son más los que no pueden permitirse el lujo de jugar. Precisamente el anuncio también va por ahí: comparte el décimo, pero juega.

¡Juega! y serás rico y podrás hacer todo eso que, en principio, tienes derecho a hacer o tener: una casa, pagar los estudios a tus hijos, irte de vacaciones... Es curioso cómo el sistema te arrebata todos estos derechos y los sustituye por la "esperanza" y la "ilusión", dentro de una estrategia más para que los trabajadores gasten su dinero en beneficio del Estado.

Porque si algo es cierto, es que existe una probabilidad muy reducida de que te toque la lotería, pero hay una gran probabilidad de que muchas familias obreras se gasten dinero en una lotería que da millones de beneficios al Estado burgués.

El anuncio acaba bien, porque aunque a Justino se le olvide jugar, sus compañeros no le olvidan y juegan por él. También puedes acordarte de tu hermana, vecino, primo segundo o compañero de clase, y gastarte tu sueldo en boletos que difícilmente (una probabilidad entre cientos de miles) te van a tocar. Curioso que en un sistema donde se prima la competencia y se dificulta la unión de los trabajadores (en sindicatos por ejemplo), se promocione un anuncio diciendo que para gastar dinero sí te tienes que acordar de tu compañero de trabajo; eso sí, si lo echan del trabajo o le bajan el salario, nada de huelgas, nada de compañerismo.

El capitalismo se nutre de necesidades artificiales en todos los ámbitos de nuestra vida (amor, estética, entretenimiento, etc). Y si no pregúntate, ¿qué sentido tendría jugar a la lotería si ya tuvieras todo lo necesario para llevar una vida completa y feliz? Ninguno, porque ser millonario/a entra dentro de esas necesidades artificiales e inalcanzables que te ha impuesto el sistema capitalista y todo su entramado ideológico, que la lotería no hace más que reproducir.