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Vie19042024

Última actualización09:36:03 AM GMT


Un relato del 7D: Ménage à quatre en A3Media

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A escasos días de las Elecciones Generales, los principales candidatos se dan cita en una velada de pasión, bajo la atenta mirada de los comensales que hartos de esperar sus platos, parlotean mimosamente sobre el traje de este y el otro, o sobre el carmín de la señora Sáenz de Santamaría. La noche promete, ¡y vaya si promete! –Piensa un tipo sentado dos mesas al fondo de nuestros protagonistas.

Son las nueve y media, y es Sánchez el primero en llegar. Algo nervioso, baja del coche y espera a sus queridos amigos mientras toma un vaso de agua; él, tan sobrio como nos tiene acostumbrados. El segundo en llegar es Rivera, un hombre de porte, que con fuerza estrecha la mano de Sánchez y se sienta a su izquierda. Pasan los minutos y vuelve a abrirse la puerta del restaurante, entrando Sáenz de Santamaría con sus tacones y media melena, dispuesta a darlo todo. El reloj de cuco situado a la espalda de Rivera pronuncia ya las diez, y Pablo no ha llegado todavía. ¡Habrase visto tal impresentable! ¡Nunca más!, replica Sáenz de Santamaría a Rivera y a Sánchez, como si con ellos fuera la cosa. Al fin llega Iglesias, con sus mejores galas y la más cuidada goma para su pelo, excusándose de la siguiente forma: "Perdón por la demora. Ya sabéis, el tráfico de esta ciudad, las prisas, los olvidos... ¡y el maître! Ese rufián no quería dejarme pasar, menos mal que lo he solucionado". Tan pronto como se sientan comienza a llegar el vino y la sala se llena de curiosos.

Camarero y camarera para los señores, aquí no falta de nada. El señor Vallés y la señorita Pastor servirán los platos de la cena, el café y quién sabe si las copas para rematar. ¡Qué misterio habrá! Sánchez, quien llegó el primero, bendice la mesa a su antojo, con una copa de vino y balbuceando a las faldas de Iglesias, que sonríe a unos ojos de la mesa contigua. La danza de los cuchillos empieza, que si pensiones, que si Andalucía y los ERE, que si contrato único y condiciones de empleo, todo son recriminaciones de unos a otros, dimes y diretes que durante veinte minutos amenizan la espera del primer plato.

¡Un poco de pan camarero! –dice Rivera- ¡Y agua, y agua! –Quiere Iglesias-. Todos por igual, comiendo del mismo pan, bebiendo de la misma botella, compartiendo mesa y minutos para que siga todo como está. Qué cosas tiene la vida. Avanza el tiempo y Sánchez se afloja el cinturón, el primer plato pesa y todavía queda el segundo y los postres.

Pasamos al tema educativo, hablan todos de la LOMCE, de la FP y de las becas, parece que todos quieren revertir la situación educativa del país, cada uno barriendo a su casa, claro, pero tienen algunos puntos en común. La justicia es otro tema que preocupa, y con ello la soberanía nacional y Cataluña. Sáenz de Santamaría abandona la mesa durante el debate, prefiere ir al baño y volver preparada para el siguiente asalto. Están acabando el segundo plato, un riquísimo bacalao, suave y no muy pesado, para bailotear tras la cena en algún club de la capital.

¡Yo no te he interrumpido! –Iglesias exigiendo calma a Sánchez-. Cifras y datos se cuelan en todos ellos, porcentajes del paro en estos últimos años, salario mínimo, número de jóvenes emigrados... dan las once y media, y el tipo de la mesa contigua se va, con cara larga y apática de no haber sido invitado al debate, es un viejo conocido de la izquierda, Alberto Garzón. Pobrecito nuestro, ¿qué habrá hecho para ser un segundón de la democracia?

El camarero ofrece el postre y café, todos ellos piden una recomendación de la casa. Llega la cuenta, y Sáenz de Santamaría le guiña un ojo a Iglesias, como queriéndole decir que pague él, que le financia Venezuela. Pero nada de esto, pagan los contribuyentes y todos tan contentos. Ahora toca bailar hasta el amanecer.

El debate del siete de diciembre, organizado por A3 Media, necesitaba un poco de humor, reírnos de los principales candidatos al Gobierno y lo más importante, desmontar la farsa de la democracia burguesa. Partido Popular, Ciudadanos, Podemos y PSOE beben del mismo agua, comen el mismo pan, se sientan en la misma mesa, y les atienden los mismos camareros. Pero el gran perdedor de la noche no fue ninguno de ellos, sino Alberto Garzón, que manifestaba en sus redes sociales el descontento por no haber sido invitado. Este 20 de diciembre, que no te la peguen.

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