El estudiantado de extracción obrera y popular lleva ya demasiados años sin una herramienta de lucha fundamental como lo es un sindicato estudiantil combativo que aglutine a las masas estudiantiles en la lucha del día a día por la reivindicación del mejoramiento inmediato de las condiciones de la educación en cada centro de estudios, extendiendo esto a una lucha por una educación pública, de calidad, gratuita y al servicio del pueblo trabajador. Hoy estamos más cerca de esta meta, pero queda un largo camino por recorrer.
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La necesidad de que los y las estudiantes construyamos organizaciones estudiantiles decididas, a la ofensiva, sin luchar por intereses ajenos a nosotros y nosotras, el estudiantado del pueblo trabajador, es mayor que nunca. Más aún cuando los Estados y estructuras internacionales dirigidos por los intereses de los grandes capitales atacan una y otra vez a la educación. Estos ataques se plasman en el día a día del alumnado que sufre el constante empeoramiento del sistema educativo, por ejemplo, en la calidad de las instalaciones, la cantidad de profesores y la masificación de aulas, las subidas constantes de tasas, la disminución de becas y un largo etcétera. El estudiantado de extracción obrera y popular debe organizarse para el combate, para la contraofensiva, es por eso que debemos hacer mediante nuestras organizaciones estudiantiles un fuerte de cada uno de nuestros centros de estudio, sea de bachillerato, de FP, de ESO o de la universidad, respondiendo como un solo puño a los ataques perpetrados por el capital.
La realidad, sin embargo, nos muestra a una por ahora mayoría de organizaciones y siglas estudiantiles oportunistas en las que vemos todo lo contrario de lo anteriormente expuesto. Sindicatos y coordinadoras de no se sabe bien que procedencia y que objetivos, que no hacen más que marear la perdiz con debates y actuaciones estériles e inservibles alejadas de las masas, llamando en definitiva a la desmovilización de la lucha diaria mediante sus cantos de sirena, en muchas ocasiones sirviendo de manera directa o indirecta los intereses electorales de una u otra forma de oportunismo, como es el caso de Estudiantes en Movimiento y su última huelga estudiantil. No podemos tampoco creer en la retórica pseudocombativa de aquellos que pactaron la L.O.E o que hoy nos llevan a la perdición con su llamada a una lucha desvirtuada, en abstracto y sin contar en ningún momento con las masas.
El estudiantado debe echar a andar y esto no va a ser posible de la mano de aquellas organizaciones con intereses y objetivos que para nada son los nuestros, no nos vale ese modelo. Tampoco podemos creer en la falacia que algunos sindicatos estudiantiles de las diferentes naciones del Estado vierten sobre los y las estudiantes, la fragmentación de las organizaciones estudiantiles en mil pedazos por todo el Estado, la dispersión de sus luchas y reivindicaciones en mil direcciones y el carácter esencialmente nacionalista del que se nutren sus reivindicaciones son ajenas a los intereses del estudiantado, es obcecarse detrás de la bandera nacional sin contar con nuestros compañeros y compañeras del resto del Estado que sufren los mismos ataques que nosotros: si nuestro enemigo nos ataca como uno solo, nosotros y nosotras debemos responder unidos, como un solo gigante, no cada uno por su lado.
Esto es sencillo; cuando los estudiantes se quieren oeganizar desde la base, por si mismos, sirve con querer hacerlo. Es un camino de aciertos y errores que debemos recorrer. En cada uno de nuestros centros de estudio, por muy modesta que sea nuestra asociación, estamos creando un pequeño germen que se expanderá con el trabajo diario, luchando por las reivindicaciones concretas, levantando la bandera por la educación al servicio de la clase obrera y el pueblo, y lo más importante: organizándonos junto a nuestros compañeros y compañeras, ahí esta nuestra fuerza.
Para estas pequeñas asociaciones que vamos creando y reforzando con nuestro sudor, la huelga es un impulso, un impulso que muestra el músculo que el estudiantado es capaz de sacar y sobretodo para conseguir ser capazes de que esta fuerza no se diluya tras un primer momento álgido de lucha, para demostrar que no estamos por la foto, que estamos por el trabajo de hormiga, por unir y organizar, por luchar y vencer, por eso no nos verás descansando tras la huelga, la lucha debe seguir.
Los y las estudiantes que hoy nos organizamos en nuestro centro de estudio, mañana nos veremos remando en el mismo sentido todos juntos en todo el Estado contra aquellos que de manera totalmente cohesionada y organizada nos atacan. Es nuestro deber construir una organización en cada centro de estudios y unirnos entre todos nosotros para dar un golpe sobre la mesa, porque ¡unidos somos fuertes y organizados invencibles!
Jakes Iñarra es miembro del Comité de Redacción de Tinta Roja.
