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Siria, crónica de una guerra anunciada

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Tinta Roja nº19 – Otoño 2012

Guillermo Villaverde, miembro del CC de los CJC

Primeramente, debemos entender que las agresiones imperialistas a un país determinado no son consecuencia de una cruzada con un gran motivo, sino que, por lo general, la espada de Damocles cae según la idoneidad del país como objetivo de agresión en un marco internacional. Es una suma de “meritos” lo que acaba decidiendo a los estados imperialistas a gastar inmensas sumas de dinero en iniciar estos ataques. ¿El criterio? El mismo que para los negocios, máxima rentabilidad al menor coste. Y en este sentido el imperialismo busca romper la cadena por el eslabón más débil.

En esta etapa el eslabón mas débil es Siria, como en su momento lo fue Libia. Así pues, esta guerra no puede entenderse fuera del contexto de planes del imperialismo en la construcción de eso que ha venido a llamarse Nuevo Gran Oriente Medio.

Destruir Siria, preámbulo de un ataque a Irán.

Muchos analistas coinciden en que éste es el objetivo último del imperialismo en su guerra contra Siria.

Irán es un país con 72 millones de habitantes, perteneciente al grupo del N-11, ubicado en una zona estratégica excepcional, puerta de Asia, que controla el estrecho de Ormuz, por donde se mueve cerca del 40% del petróleo mundial, muy rico en materias primas (fundamentalmente petróleo) e históricamente enemigo de los intereses de EEUU y la UE en la zona.

Paradójicamente, Irán no es el país que mas esté creciendo de este grupo sumamente heterogéneo; de hecho, es uno de los que tiene un crecimiento mas lento, para el año 2050 Irán no habrá superado el PIB de ningún país del G-7 y será de los últimos del grupo junto con (¡sorpresa!) Pakistán y Egipto.

Sin embargo, pese a todo, Irán tiene una serie de particularidades que le convierten en un país altamente independiente. Apuesta de forma decidida por la financiación y el intercambio con potencias emergentes como Rusia o China, hay que resaltar también el interés y los esfuerzos que ha hecho por tener acceso a energía nuclear, lo que le convertiría en el segundo país del N-11, después de Pakistán, en tener esta tecnología, y el cuarto de las “potencia emergentes”.

Así pues, Irán tiene muchos puntos para convertirse en el nuevo país agredido. En este contexto, la guerra en Siria se puede entender como una estrategia de debilitamiento de los aliados de Irán en la zona.

Siria, objetivo del imperialismo por meritos propios.

Sin embargo la propia Siria ha hecho importantes “meritos” propios para estar en la agenda del imperialismo.

Siria comparte con Irán el ser  uno de los principales promotores de la entrada de capital chino en la zona. Actualmente China es el segundo exportador de productos a Siria después de Italia.

A nivel regional Siria juega su propio papel como país enemigo del imperialismo israelí; mantiene una fuerte tensión armada directa en la región de los “Altos del Golán”.

Además, es el principal apoyo de Hezbollah, la organización armada islámica (chií) que controla todo el sur del Líbano y que es uno de los mayores enemigos de Israel, con capacidad militar probada, como se pudo ver en la guerra libanesa-israelí de 2006.

Por último, Siria ha sido históricamente el centro neurálgico de las diversas organizaciones de la resistencia Palestina.

La oposición Siria y la guerra civil.

La sociedad Siria es un complejo mosaico de etnias y corrientes religiosas donde destacan mayoritariamente los musulmanes sunníes (entorno al 70% de la población) que hasta la fecha han convivido en relativa paz y con respeto por las minorías.

La oposición siria no es ninguna novedad, ya existía dentro del país, simplemente ha buscado el momento idóneo para lanzar el golpe principal.

Aquí destacaremos la oposición sectaria clásica, el principal grupo opositor al Estado laico sirio en general y a la familia Assad en particular. Este grupo lo integra la corriente siria de los “hermanos musulmanes”, islamistas moderados (es decir, liberales) sunníes. Buscan en base al argumento religioso para crear en Siria un estado islámico sunní, combatiendo el laicismo estatal y a la familia Assad, que pertenece a otra minoría musulmana, los alauitas.

A esto se suma el proceso de erosión que en los últimos diez años ha ido sufriendo el proyecto del partido Baaz, debido en gran medida a un estancamiento del proyecto progresista de desarrollismo árabe, a los cambios en clave neoliberal que en Siria se han estado implementando, acabando con muchos subsidios públicos, y a los altos índices de corrupción.

Todo ello deja el escenario perfecto para considerar a Siria el nuevo eslabón mas débil para el imperialismo en la zona. El resto de la historia ya la conocemos, la revolución siria ha sido, en realidad, una guerra civil desde el principio. La aparición del “Ejército Libre Sirio”, armas de Qatar y Arabia Saudí, crédito norte-americano, islamistas radicales y mercenarios extranjeros, oficiales turcos al mando de destacamentos de “rebeldes” sirios, etc.

La misma jugada que en Libia, apuntalar los intereses futuros del imperialismo en la zona, condenando a la guerra y la destrucción a un país que, pese a sus contradicciones, cuando menos es independiente y soberano.

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