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El duelo Fischer-Spassky: en ajedrez ganar una batalla no siempre es ganar la guerra

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En julio de 1972 se jugaba en Reikiavik, Islandia, la final del campeonato mundial de ajedrez. Los protagonistas eran el soviético Boris Spassky y el norteamericano Bobby Fischer, lo que confería al duelo una importancia mucho más allá de lo deportivo. Ésta es una breve crónica del único campeonato mundial de ajedrez, tanto femenino como masculino, ganado por un no soviético desde 1950 hasta la disolución de la URSS.

Es normal que la final del campeonato del mundo de ajedrez de 1972 levantara tanta expectación mediática. Las implicaciones políticas de este deporte en aquellos momentos eran gigantescas, ya que la Unión Soviética, que desde el comienzo de la revolución había promovido activamente el ajedrez, se había convertido en una superpotencia indiscutible sobre el tablero. En ese año un joven genio llamado Bobby Fischer amenazaba con romper 24 años consecutivos de hegemonía soviética en el torneo.

A un lado de la contienda Boris Spassky representaba al equipo soviético, fuertemente respaldado por el Estado. Bajo el lema "¡Llevad el ajedrez a los trabajadores!". La promoción del ajedrez había sido una prioridad desde el principio para la URSS, tanto en escuelas como en fábricas, organizaciones juveniles y sindicatos. El propio Bobby Fischer siempre envidió el apoyo económico que los jugadores soviéticos recibían del Estado, ya que además de cubrir sus necesidades económicas éstos recibían gratuitamente gran cantidad de boletines, libros y documentos con las novedades e innovaciones que se publicaban constantemente.

De hecho, como propuesta del propio Lenin el ajedrez pasó a desempeñar un papel importante en el sistema educativo, convirtiéndose en una asignatura complementaria en la escuela. Esta promoción e interés por el ajedrez llevó a miles de personas a practicar este deporte, hasta el punto de que a mediados de los años 80 había más de cuatro millones de personas inscritas en la Federación Soviética de Ajedrez.

En el lado contrario del enfrentamiento, Bobby Fischer, estadounidense hijo de una madre soltera y genio precoz, decidió abandonar la escuela secundaria porque según sus propias palabras "nada le podían enseñar allí sobre cómo ganar el campeonato mundial de ajedrez". Sin apoyo oficial del gobierno de su país con respecto a su formación Fischer comenzó a ser entrenado desde los once años y hasta el famoso duelo por el sacerdote católico William Lombardy.

Llegado julio de 1972 las expectativas sobre la final del campeonato del mundo eran tremendas, sin lugar a dudas se trataba de una importante batalla de la guerra entre dos modelos políticos opuestos. La cita, concertada para el 2 de julio en la capital de Islandia se tuvo que posponer, ya que Bobby Fischer ni si quiera se encontraba en la isla. La razón, los 125.000 dólares de premio eran insuficientes para él. Tras la donación de esa misma cantidad por parte de un banquero británico el 11 de julio se pudo disputar la primera partida entre los dos aspirantes. Un grave fallo del norteamericano otorgaba la primera victoria a Spassky.

Tras esta derrota en la primera partida comenzaron una serie de quejas por parte de Fischer: la iluminación, la prensa, el ruido de las cámaras, etc. Con un resultado de 2-0 en su contra y ante sus extravagantes exigencias su rival, el siempre educado Spassky, acepta jugar en lo sucesivo en una pequeña sala alejada del escenario y la prensa. Como el mismo Spassky declararía más tarde esa fue a nivel psicológico su primera derrota del campeonato. A partir de este momento la genialidad del estadounidense le llevan a una serie de victorias que finalmente culminan con la conquista del título de campeón del mundo.

La derrota soviética supuso una gran conmoción en todo el mundo, y fue hábilmente utilizada por la prensa occidental para desacreditar a la Unión Soviética y el comunismo. Tal fue la propaganda que aun a día de hoy, y con todas las grandes partidas de la historia de este deporte (antes y después de 1972), se sigue recordando como el Match del siglo. A pesar de ello el duelo Ficher-Spassky no deja de ser una batalla más de una guerra por la hegemonía de este deporte, una contienda que se extendía desde el comienzo de la guerra fría. Bobby Fischer ni siquiera se presentó al siguiente duelo por el campeonato del mundo contra el que sería el siguiente héroe soviético del ajedrez, Anatoli Kárpov. Perdía así el título de campeón del mundo que tanto esfuerzo le costó ganar.

Tras la primera y última victoria de un no soviético entre el año 1948 y la disolución de la URRS la rivalidad pasó a manos de Kárpov y Kaspárov, que protagonizaron uno de los enfrentamientos deportivos más largos e intensos de la historia del deporte. El título de campeón del mundo pasaba de nuevo a manos de los hijos e hijas de la escuela soviética de ajedrez.

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