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Siempre es 26: la música de la Revolución cubana

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“A los que acusan a la revolución de perturbar la economía del país, les respondemos: para los guajiros que no tienen tierra no existe economía, para el millón de cubanos que están sin trabajo no existe economía, para los obreros de los ferrocarriles, portuarios, azucareros, henequeneros, textileros, autobuseros y otros tantos sectores a quienes Batista ha rebajado sus salarios despiadadamente no existe economía, y sólo existirá para todos ellos mediante una revolución justiciera que repartirá la tierra, movilizará las inmensas riquezas del país y nivelará las condiciones sociales poniendo acto al privilegio y la explotación.”[1]

Con gallardía y certeza revolucionaria, Fidel Castro, desde su exilio en México, redactaba el Manifiesto n°1 del Movimiento 26 de Julio, organización revolucionaria del pueblo cubano que obtendría su nombre de aquel día de “rebeldía nacional” de 1953 en el que un grupo de hombres nuevos daría lugar al asalto a los orientales cuarteles de Santiago de Cuba (Guillermón Moncada) y de Bayamo (Carlos M. de Céspedes).

Cinco años, cinco meses y tres días hubo de transcurrir antes de que otro gallo comenzase a cantar en Cuba. El escrito formulado por uno de los cuadros históricos de los obreros y el pueblo de la isla sería un preludio de lo que devendría posteriormente la Revolución triunfante el 1° de enero de 1959. Para los dirigentes del M-26, el programa plasmado en aquel Manifiesto no debía quedar como una mera entelequia, radicando allí la gran diferencia entre los líderes de pueblo y aquellos candidatos que arengan por el cambio en el país pero que culminan sus mandatos sin modificar los resortes del sistema de explotación y opresión. Y es que el cambio revolucionario no es cosa de burgueses.

Las promesas se cumplieron y queda constancia de ello en la producción musical de la isla. La proscripción del latifundio a través de una reforma agraria; reubicar los derechos de la clase obrera en el epicentro del funcionamiento de la sociedad cubana; cimentar la economía del país en la industria, concibiendo esta como el motor del desarrollo de la isla en sus distintos ámbitos; reconocer la vivienda como un derecho social; la nacionalización de los servicios públicos y la apertura de las puertas del campo cultural al pueblo trabajador; ubicar la niñez como una prioridad del Estado revolucionario. Estas y otras medidas quedaron reflejadas en los compases y versos compuestos por los músicos agradecidos con la Revolución que le devolvió al mundo obrero y popular su dignidad y perspectivas de futuro.

Su obra musical ha fluido por los canales de la historia, tanto por su lírica como su carácter tributario al proyecto revolucionario. Es así como Carlos Puebla es hasta hoy uno de los cantautores por excelencia de la Revolución Cubana. Su composición musical nos transmite con la misma precisión, aunque que con la fibra emotiva de quien presenció los hechos, tanto los eventos históricos en los cuales Cuba hubo de verse inmersa y protagonizó como las medidas que comenzaron a ser implementadas luego de la victoria del pueblo en armas. Con piezas como “La mujer está con la Revolución”, “El son de la alfabetización” y “Qué alegrón”, “Cuba no está sola”, este músico cubano le entrega al oyente de nuestra época los avances sociales y materiales que experimentaron los distintos colectivos sociales desfavorecidos por la máquina capitalista (mujeres, analfabetos, niños, campesinos y otros) y el tono desafiante, aunque con justeza histórica, con el cual los cubanos defendieron su camino socialista ante aquel país que nunca pudo soportar que este comenzase a ser construido “en sus narices”[2]. Cabe destacar aquellas otras composiciones, de conocimiento posiblemente inferior aunque de igual trascendencia, que hasta actúan en calidad de archivos musicales de la historia del pueblo cubano. En “Si no fuera por Emiliana” tenemos un acercamiento a las mujeres nuevas que fueron surgiendo al calor y desarrollo de la Revolución. Mujeres obreras, disciplinadas y fundamentales en la construcción de la patria socialista:

“Emiliana es una cubana
que en el albergue es fundamental.
Emiliana es muy cumplidora,
es halagadora, alegre y cordial.
Emiliana no se demora
y en la colada siempre es puntual.”[3]

 

Es así como cronológicamente nos podemos acercar a las voces de la Nueva Trova, género impulsado por la Revolución. Entre sus máximos exponentes, figuran, por un lado, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, por el otro. Los comentarios actuales podrán ser vacilantes y propios de aquellos sectores que progresando con los triunfos del Gobierno obrero y popular, se alejaron gradualmente de los ideales rectores del socialismo. Con esto, sería traicionar a la historia olvidar el papel jugado por estos músicos que además de su entrega juvenil al Gobierno del pueblo, contribuyeron en la difusión de lo que Cuba podía hacer en el ámbito cultural.

Perteneciendo al colectivo afrodescendiente, sea aquel grupo social que, tan solo luego del ascenso al poder por parte de las y los guerrilleros, pudo acceder a la igualdad en materia de deberes y derechos en la sociedad cubana, Pablo Milanés dejará su impronta en el panorama musical isleño y latinoamericano. Influenciado al principio por el jazz de los yanquis, este trovador detendría la autoría de canciones como “Amo esta isla”, dejando patente que la lealtad a la Patria viene tan solo con las garantías de pleno goce de los bienes y servicios provistos por un país. Por su lado, de Silvio Rodríguez podemos destacar su gran llamada de “Del amor estamos hablando, por amor estamos haciendo, por amor se está hasta matando 
para por amor seguir trabajando”[4]  en “Cuba va”, y, por supuesto, su oda a la defensa de la isla y de la Revolución ante el intento de invasión apoyado por Estados Unidos en abril de 1961 en la Bahía de Cochinos, en “Playa Girón”.

 

Junto al gran florecimiento que en lo musical significó la Revolución del 26 de julio, como decía Carlos Puebla, “Para nosotros siempre es veintiséis”. Efectivamente, durante 60 años, y pasando por las más duras ofensivas, bloqueos, contrarrevoluciones y crisis, Cuba sigue resistiendo e iluminando el camino de los revolucionarios del mundo. Esto sigue siendo así también en el plano musical. Desde el canto “A Cuba” de Víctor Jara, quien si “a Cuba le cantara/  le cantara una canción/  tendría que ser un son/  un son revolucionario”[5]  a nuevos estilos, como el rap de Legua York, “Cuba, que linda es Cuba”, podemos afirmar que sigue y seguirá siendo veintiséis.

 


[1] http://www.cedema.org/ver.php?id=2832

[2] Extraído de Löwy, Michael: El marxismo en América Latina [texto impreso] / Chile — Santiago: LOM Ediciones, 2007. P. 279

[3] “Si no fuera por Emiliana”, Carlos Puebla

[4] “Cuba va”, Silvio Rodríguez

[5] “A Cuba”, Víctor Jara

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