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Acerca del XII Congreso de la UJCE: Nuevos y viejos revisionismos y la importancia del Movimiento Obrero y Sindical (5)

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Hemos destacado ya el eclecticismo presente a lo largo de la propuesta de tesis congresuales de la UJCE. También, nos vemos en la obligación de destacar como sus documentos son en ocasiones meramente descriptivos, en líneas generales difícilmente se pueden calificar como un buen material para afrontar de manera objetiva la realidad.

Eso sí, con una excepción: la descriptiva que detalla los “frentes transversales”. Mientras tan sólo dedican una página escasa al movimiento estudiantil y menos de tres al movimiento obrero, se extienden unas doce páginas en la temática transversal: desarrollando con un rigor ausente en otros ámbitos sobre cómo llevar un discurso y una práctica política sobre los más variopintos temas en los centros de estudio, de trabajo o en los barrios.

Veamos a qué responde este dato tan curioso.

La larga lista de la transversalidad: “La lucha contra el patriarcado (feminismo, violencia de género, prostitución, derechos reproductivos, lucha por la liberación sexual anti-LGTBIfóbica), el republicanismo (y la memoria histórica), el antifascismo, los derechos políticos y civiles, ecologismo (contra la tortura animal, huertos ecológicos), los inmigrantes…”

Lo primero que queremos destacar es un reconocimiento de un tratamiento tan extenso sobre una serie de problemáticas que objetivamente se dan en el capitalismo y a las que los comunistas estamos en el deber de dar una solución. Reconocemos que los CJC no tratamos con tanta extensión temas de innegable importancia como la cuestión de los problemas derivados de la homofobia o la degradación de la naturaleza.

Por si cabe alguna duda, queremos exponer que compartimos una sensibilidad y preocupación similar a la de los militantes de la UJCE en cuanto a la protección del medio ambiente o en la cuestión de la emancipación de la mujer. Así mismo, tenemos en nuestras filas militantes de diversa orientación sexual de forma abierta, y que participan en la lucha de clases como comunistas al mismo nivel que cualquier otro camarada.

Pero, ¿a qué se debe esta desproporción en el tratamiento de estos temas en nuestras propuestas de documentos congresuales?

Quizás en lo siguiente: los CJC encontramos muchos problemas con solo intentar trasladar a la clase obrera que en todo conflicto concreto se hallan unas invariables leyes capitalistas que ponen en antagónicos lados de la barricada a la clase obrera y la burguesía. Nos cuesta muchísimo, aún más, hacerles entender la necesidad de la unidad de enfrentarse al patrón y nos cuesta, aún más (muchas veces no lo conseguimos), enfocar esa lucha concreta a una lucha general por el socialismo-comunismo.

Nuestros documentos se centran en eso fundamentalmente, en llenar de juventud el Frente Obrero y Popular por el Socialismo; eso es lo más importante y a ello, de momento, dedicamos todos nuestros esfuerzos.

Se podría entender -bajo una lectura amable por nuestra parte- que la UJCE (siendo marxista-leninista) tiene tanta facilidad para fusionar el socialismo científico con la clase obrera que además es capaz de conseguir otras victorias análogas.

Estamos maravillados con la posibilidad de que, tras este congreso, en una lucha minera, los militantes de la UJCE estén en condiciones de dotar de conciencia de clase en sí a los trabajadores y, además, podrán explicarles la importancia transversal de la liberación sexual, lo lamentable de la tortura animal o lo negativo de la intolerancia a los transexuales, bisexuales, etc… y aun tener tiempo de proponerles hacer un huerto ecológico para abrir espacios “alternativos” de producción y consumo para generar aquí y ahora formas de relación –comercial y pequeñoburguesa- “más directa y humana”[1].

O quizás deberíamos partir de otra lectura de esa importancia desmesurada de tales “frentes transversales” de que es la mayor muestra de hasta qué punto la UJCE está viéndose abordada de una manera brutal por teorías burguesas que equiparan cualquier “causa justa” contra el capitalismo. Que considera que cualquier causa es tan válida como la otra.

Esto es rotundamente falso y emana de tesis posmodernas.

¿Posmoqué?

Nota: Para facilitar la lectura relegaremos múltiples citas complementarias al campo de las notas.

¿Pero qué es eso del posmodernismo[2]? Pues el posmodernismo es una ideología burguesa profundamente anticomunista con una propuesta política determinada: conseguir que sujetos diversos, diferentes y “singulares”, con maneras diferentes de ver la vida, se entiendan entre ellos, establezcan comunicaciones y lazos de tolerancia. Es una cosmovisión que promueve que todas esas “singularidades” tengan su “espacio alternativo”, que promueve la exaltación “provocativa” y una “singularidad” concreta[3].

Una vez explicadas estas generalidades pongamos unos ejemplos para que se entienda: ¿Cuántas veces a un comunista le han dicho “es que tú crees que tienes la razón”? Bajo la lógica comunista nos daría por responder “claro que pienso que tengo la razón, si pensara que no la tengo pensaría otra cosa”. Una persona con una mentalidad posmoderna no se refiere a eso, en realidad piensa que lo que jamás entenderá un comunista es que hay tantas verdades como personas hay en el mundo, es decir, que hay una multitud de verdades relativas igualmente válidas.

El posmodernismo es la filosofía de la diferencia, fundamentada en una concepción del mundo subjetiva y relativista, que en relación al socialismo científico:

  • Arremete contra lo objetivo, la visión materialista y científica de la realidad, arremete contra la pretensión totalizadora de la dialéctica; arremete contra toda concepción relativa a las clases sociales y al materialismo histórico.[4]

  • Arremete contra la economía política. Lo posmoderno propugna que estaríamos viviendo en la era postindustrial donde se sobredimensiona el papel de las comunicaciones, del sector servicios y la informática lo cual haría caer como un castillo de naipes la teoría del valor y de la plusvalía[5]. La generación de plusvalía se volvería algo etéreo basado en el “trabajo inmaterial” que está en manos de cualquiera mediante la comunicación, la transmisión de afecto y la cooperación espontánea sin necesitar de Capital para arrancar el proceso de producción de valor.[6]

  • Arremete contra el proletariado como “sujeto histórico” llamado a destruir el capitalismo y asentar las bases del fin de la explotación del hombre por el hombre. El proletariado es sustituido por sujetos dispersos y singulares que por motivos meramente subjetivos se enfrentan al status quo y que encuentran una posibilidad de emancipación buscando “espacios alternativos” fuera de la capitalismo, lo que en la lógica del posmodernismo se llama éxodo (no confrontación) del capitalismo.[7]

Dinamita, en definitiva, todos los pilares del marxismo-leninismo, y en especial, la centralidad del movimiento obrero como sujeto revolucionario, sobre el que se articulan todas las clases y capas aliadas del proletariado y dirigidas por éste.

Expresiones políticas posmodernas las hayamos en la organización política “Contrapoder”, la tertulia de “La tuerka”, la “guerrilla” EZLN, el movimiento Okupa, las redes de comercio cooperativista eco-agrónomas, los autónomos italianos, los ciber-activistas, el Movimiento pirata, el movimiento 15-M…

Ahora bien, no sería justo decir que los documentos de la UJCE y tal desviación ideológica fueran una misma cosa, sin embargo, creemos justo señalar como esta desviación se está infiltrando en la juventud del PCE.

Suponemos que para algunos y algunas, los CJC volveremos a ser los dogmáticos, "puros" y trasnochados pero a la vez veremos como la UJCE cae en las garras del eclecticismo y la falta de principios.

Comparemos una vez más ambos proyectos.

La teoría piramidal de la UJCE

Lenin decía:

“Solo una clase determinada, a saber, los obreros urbanos y en general los obreros fabriles, los obreros industriales, están en condiciones de dirigir a toda la masa de trabajadores y explotados en la lucha por derrocar el yugo del capital, en el proceso mismo de su derrocamiento, en la lucha por mantener y consolidar el triunfo, en la creación del nuevo régimen social, del régimen socialista, en toda la lucha por la supresión completa de las clases”[8]

Y, ¿qué opinión guarda la UJCE respecto a la cuestión de clase? Copiaremos esta vez una cita considerablemente larga. Pedimos disculpas pero tal hecho está justificado por la nutrida “aportación” que hace la UJCE al marxismo-leninismo:

“Radiografía de la correlación de clases en España.

En la cima de la pirámide encontramos al capital monopolista de estado –la alianza entre la gran banca, la patronal y la amplia nómina de periodistas, intelectuales orgánicos (mayoritariamente autodenominados progresistas), artistas, funcionarios-jueces, la Iglesia católica, entre otros- y políticos profesionales prestándose un servicio mutuo imprescindible para ambas partes -. Hay que sumar al Rey y a la Casa Real importante instrumento propagandístico y de lobby en el ámbito internacional. Sobre todo, de los intereses de las empresas privadas españolas, siendo esta una de sus principales actividades.

En este proceso de monopolización, a pesar de tener en común la defensa del sistema capitalista, cada vez son más evidentes las contradicciones que se dan entre la burguesía y la pequeña burguesía (gran masa de pequeños y medianos empresarios), esta última que si bien no está en peligro de desaparecer por completo, si está sufriendo con dureza las consecuencias de la crisis y en multitud de casos está en pleno proceso de descomposición y proletarización. Es por ello, que resulta fundamental para la clase denunciar esta contradicción de intereses entre la burguesía, con el fin de dividirla y poder encontrar aliados tácticos en la lucha antimonopolista. También pueden ser aliados parte del sector de los autónomos urbanos y rurales.

Casi en paralelo con el funcionariado, encontramos un sector con características propias, alta sindicalización y en mayor o menor medida protegidos de la precariedad: la clase trabajadora industrial y fordista fundamentalmente masculina, adulta y autóctona (históricamente la juventud en la industria ha tenido un papel poco relevante: aprendices, peones,....).

Como vimos anteriormente se encuentra en proceso de extinción debido a la desindustrialización en España y a los cambios en la organización de la producción. Además, al tener mejores condiciones laborales (obtenidas mediante lucha y unidad obrera) que la mayoría de trabajadores/as (mayores salarios, menos paro, trabajo fijo y regulado,...) a menudo se dan posturas corporativistas o de conformismo, que mucho distan de las actitudes solidarias tradicionalmente ligadas a este sector. Lo que se convierte en un problema para la unidad de la clase y para la adaptación del sindicato a las nuevas formas de organización en las empresas, al ser la clase obrera industrial históricamente hegemónica en CCOO.

En lo que respecta al funcionariado, los múltiples ataques y recortes de los que están siendo objeto y el proceso de privatización de servicios públicos, está modificando radicalmente su tradicional conformismo y unificando luchas ya no sólo con el resto de trabajadores/as de otros servicios públicos en lucha, sino con el conjunto de la clase trabajadora. Notándose este aspecto en el progresivo aumento de incidencia de las huelgas generales en el sector público (aunque aún sea un índice extremadamente bajo), así como la participación del funcionariado en las movilizaciones (más allá de las propias de su conflicto). Este sector, tradicionalmente con niveles de sindicalización alta (con fuerte presencia de sindicatos corporativistas, aunque no sean mayoritarios), es un aliado fundamental para conectar las capas populares con las luchas contra los recortes y la gestión de la crisis capitalista, ya que la privatización de los servicios públicos, que es el objetivo de la troika, tendrá consecuencias nefastas para la mayoría de la población.

Otro bloque que podríamos diferencias sería el de asalariados intermedios, compuesto por trabajadores intelectuales: profesionales, científicos.... Si bien este sector, con muy baja afiliación sindical, ha tenido condiciones superiores a la media del resto de trabajadoras/es, ahora está (con excepciones) en pleno proceso de precarización. Es destacable la alta proporción de jóvenes en este sector (con formación universitaria), es esta juventud quien está experimentando principalmente la precarización de sus condiciones, el paro y el exilio forzado a otros países.

En la base de la pirámide se encuentra la clase trabajadora postindustrial, fragmentada y terciaria que vive entre la precariedad, el paro y la exclusión: fuerza de trabajo manual e intelectual en ejercicio o en paro, en alto porcentaje mujeres, migrantes y jóvenes, al margen de la negociación colectiva y en ocasiones del Estatuto de los Trabajadores, temporales, falsos autónomos, becarios, sin papeles, etc. Un verdadero “ejército de carne de cañón” en expansión que constituye el estrato más precario del proletariado actual. La inseguridad respecto a sus expectativas de vida y trabajo y su casi total dependencia de los empresarios, marcan en gran parte sus actitudes de clase. De cara a conflictos abundan las respuestas espontáneas y sin continuidad, alejados de sindicatos y partidos políticos. Igualmente una creciente masa de pequeños empresarios y autónomos urbanos, y con especial preeminencia, rurales muchas veces trabajadores encubiertos o subcontratados (especialmente los primeros) que se está incorporando a este sector merced a la dinámica de concentración capitalista, acelerada con la crisis, que está generando cierres y quiebras generalizadas.”[9] (el subrayado es nuestro)

Si bien describe fenómenos reales que podríamos encontrar y registrar en un angular superficial de las condiciones de vida de la clase obrera y las capas populares, creemos que si se considera que esto es una radiografía de la realidad de las clases en España, el método utilizado violenta seriamente el materialismo histórico.

Abordamos el análisis de este fragmento de la UJCE asumiendo que intenta ser el análisis profundo de la lucha de clases en España que un congreso merece: para empezar esta “teoría piramidal” es una arbitraria estratificación alejada por completo del marxismo-leninismo. Con ello, la UJCE no analiza las clases sociales en base a qué escalón ocupan dentro relaciones producción sino en base a criterios poco científicos como la capacidad de acceso al consumo, la temporalidad laboral o la función ideológica que desempeñan:

  • Para empezar: iguala la burguesía con una amalgama extraña de jueces, curas, artistas y periodistas.

  • En un punto intermedio semi-privilegiado sitúa una pequeña burguesía a la que se la califica de aliado “táctico” (sic) -pese que el sentido de la etapa democrática, tal como ellos teorizan, es que hay una burguesía progresista con la cual aliarse de forma estratégica y para una formación social asentada-, el funcionariado, los profesionales liberales, científicos, etc. y ¡horror!, al proletariado.[10]

  • En la base, sufriendo todo el peso de la injusticia por la UJCE analizada se hayan unas subclases variadas: el “precariado”[11] compuesto por trabajadores asalariados de todo tipo y condición (mujer, inmigrante…) y la parte más desfavorecida del semi-proletariado. Bebiendo de una base subjetiva, dado que expresan espontáneamente una mayor confrontación contra el sistema, asumimos que serán la base del trabajo de la UJCE en el siguiente periodo.

Estos tipos de análisis van en la línea desplazar al proletariado clásico de su papel histórico -calificándolo de reaccionario y acomodado-; el proletariado es sustituido por elementos sociales marginados, por las minorías, por los inmigrantes, por las mujeres, por trabajadores precarios, por subcontratados o por los desempleados[12]. Pero el grado en que un “sujeto histórico” es revolucionario no viene dado por su marginalidad, sus difíciles condiciones de vida o su subjetividad espontánea contra el capitalismo: el “sujeto histórico” llamado a acabar con el capitalismo, como veremos, es el que ocupa el lugar cardinal en la producción, el que genera plusvalía.

Y la práctica posmoderna....

Bajo la lógica de parcializar a la clase obrera hayamos el motivo de lo sobredimensionado del desarrollo de los frentes transversales y la lógica de parcializar la lucha. Si el proletariado ya no cumple su rol histórico, la lucha se enfoca en resolver los pequeños problemas, los problemas de los marginados, de las minorías, de los incomprendidos, de lo singular: es la lucha de remarcar las diferencias -cuanto más concreto y diferente mejor-, la lucha contra lo que es mayoritario, frecuente o “normal”.

Como ya no hay la gran lucha, como ya todo son pequeñas luchas igualmente válidas: lo fundamental pasa a ser la lucha por el derecho de que exista lo diferente[13]. La práctica posmoderna viene marcada por la exaltación del “outsider”.

En ese sentido, es de remarcar la importancia que le dan los documentos de la UJCE a los problemas de los intersexuales (personas que tienen rasgos sexuales de ambos sexos), cuando ponen el grito en el cielo porque los hombres se den la mano y las mujeres se besen o -¡atención!- hablan de que hay que tener en cuenta “las necesidades de la negra transexual que se prostituye para subsistir”[14].

Desde CJC queremos expresar que esto no es más que ahondar en una infructífera línea de trabajo y análisis basado de la micro-lucha ultra-parcial. Así pues, consideramos arbitrario que la UJCE no tenga en cuenta y no salga reflejado en sus tesis, la realidad y necesidades de la negra transexual prostituta inmigrante que está infectada por el VIH. Si metemos las manos en el charco, metamos también los codos.

Desde el Área ideológica de los CJC, consideramos que esta selección de luchas parciales han sido escogidas bajo criterios subjetivistas, desconocemos también porque no se añade como una lucha transversal igualmente válida el veganismo, la lucha por la liberación animal, la defensa de los niños con sordo-ceguera de nacimiento, etc.

Esto hace la UJCE: no sitúa la centralidad de la lucha de la clase obrera, pero establece toda una serie de sujetos “revolucionarios”, que no son parte de la clase o aliados sometidos a la dirección de la clase obrera en el proceso de la construcción del ejército que hará posible la revolución socialista. La UJCE sitúa sujetos aislados y alternativos (migrantes, mujeres, transmaribibolleras, precariado, trabajadores terciarios, jóvenes, temporales, falsos autónomos, becarios, sin papeles...).

La UJCE imbuida de la lógica postmoderna y fetichista, radicaliza las consignas políticas de estos sectores, no en la medida en que éstas se acercan a la contradicción fundamental capital-trabajo, sino en la medida que desarrollan la individualidad propia de dicho sujeto. Y este batido acaba llevando a conclusiones curiosas, todo bajo un folklore que aúna a esos sectores “revolucionarios” bajo sus siglas, pero que no oculta el contenido oportunista y fetichista.

Evidentemente tenemos en frente uno de las mayores charcas de todo el documento que viene a explicar de rebote lo siguiente:

  • Los marxistas-leninistas dentro de la UJCE son tratados como algo singular más que hay que tener contentos, a ello responde el eclecticismo de sus documentos.

  • Las luchas concretas, en todas las direcciones, se dan sin ligarlas a la contradicción capital-trabajo y sin acumular fuerzas hacia su resolución; podemos decir que esto sólo puede llevar al reformismo.

  • La lucha contra la opresión y por la revolución ya no se centra en la destrucción del Estado (es decir la toma de poder revolucionaria), sino en la lucha contra el micro-poder o la micro-represión que oprime las particularidades de cada “sujeto alternativo”. Se pasa a concebir que el Estado no es clasista ni es ya objetivo fundamental “la toma del Palacio de invierno”. La represión es dispersa y “en lo pequeño” por lo que ya no tiene importancia alguna la organización.

  • Si el proletariado ya no es el sujeto histórico ¿qué sentido tiene un Partido Comunista de vanguardia que sea el portador de la conciencia del proletariado y represente sus intereses objetivos?.

  • La lucha obrera deja ser la centro de la vida de la lucha en los frentes de masas y la estructuración de un proyecto estratégico para pasar a ser una lucha de tantas entre un mar de “movimientos sociales” en las que una organización política ya no pretende dirigir sino actuar a lo sumo como un embudo[15] o ser el pegamento de un pastiche absurdo.

  • Enclaustramiento subjetivo en la lógica del Frente de Izquierdas, las sopas de siglas y el “entendimiento” entre organizaciones políticas con marcadas diferencias ideológicas y objetivos dispares que periódicamente se encuentran (siempre los mismos) en diversas plataformas con diferentes objetivos parciales y dispersos (republicano, feminista, ecologista, liberación sexual, lucha contra los desahucios, etc.). Es por ello, quizás, por lo que se nos acuse de situarnos al margen de las masas por oponernos a incluir en la construcción del sindicato estudiantil a sectores trostkistas y postmodernos que fundan sus propias organizaciones endogámicas (sin masas, basadas en su propia ideología). Al mismo tiempo, es la propia UJCE quien para imponer sus decisiones, convoca en Valladolid durante el pasado mes de febrero una reunión de Estudiantes en Movimiento con carácter regional, al que no convoca más que a sus propios militantes para imponer sus directrices. ¿Dónde quedaron las masas[16]?

  • Dado que la tendencia es la de la exaltación del individuo y el subjetivismo, se refleja en la desaparición del debate y las conclusiones colectivas, se apuestan por estructuras laxas alejadas del centralismo-democrático[17]. A su vez, se afrontan luchas parciales en todas las direcciones sin centralidad alguna, desaparece la cultura de trabajo bolchevique; cada militante hace, hablando pronto y mal, lo que le da la gana y se acentúa un comportamiento pequeño-burgués[18]

Con su eclecticismo, ¿no es acaso este el precipicio hacia el que se dirige a toda velocidad la UJCE?

La importancia de los Comités para la Unidad Obrera (CUO) en nuestro proyecto revolucionario

Para el PCPE y los CJC, el proletariado es el sujeto histórico. Siendo estricto en el término y en el sentido que utilizan los clásicos, el proletariado “puro” es el trabajador de las ramas productivas (la industria y la extracción) que recibe en forma de salario el valor por su capacidad de trabajar (fuerza de trabajo) a cambio de entregar el resultado de su trabajo al patrón (el burgués)[19]. El proletariado es esclavo de la generación de plusvalía, esa es la base de su miseria y del mismo modo la base de su esperanza.

Así mismo, el grado de explicación no viene dado en lo fundamental por el nivel de salario o el tipo de contrato sino por la diferencia relativa entre aquella riqueza que produce la clase y la participación colectiva que tiene de dicha riqueza. Tampoco cabe separar artificial y mecánicamente (y cuantas más separaciones mejor), entre grados de más o menos potencial revolucionario, en función de las mejores o peores condiciones laborales.

Lamentamos amargamente como se asocia mecánicamente en los documentos de la UJCE al proletariado industrial sindicado con la aristocracia obrera. Si la lucha que hace el proletariado industrial es, de hecho, una lucha sólo económica, reformista y burguesa es quizás porque los comunistas no hacemos lo suficiente para llevarles “la conciencia” de clase “desde fuera”.

Decía Lenin que el Partido Comunista es el portador de la conciencia de clase y debe fusionarse con ésta para realizar la revolución. Que la supuesta “vanguardia que transporta la conciencia del proletariado” decida abandonar el proletariado porque está impregnado en la ideología burguesa equivale a tirarse desde el octavo piso de un edificio y culpar a la gravedad terrestre de la muerte de uno.

Pero ¿y qué pasa si ya no vivimos en un mundo de fábricas y los sectores servicios cobran importancia?

Lenin también dijo…

“(..) cada problema más o menos "nuevo", cada viraje más o menos inesperado e imprevisto de los acontecimientos -- aunque sólo altere la línea fundamental del desarrollo en proporciones mínimas y por el plazo más corto --, provocará siempre, sin falta, una u otra variedad de revisionismo.”[20]

La desindustrialización mundial y la economía posindustrial es un mito que no se sustenta con los datos en la mano. Además, la clase obrera que no produce nada material, es decir, los trabajadores de servicios, pese a que en un sentido estricto no producen plusvalía directamente, también viven las mismas condiciones de explotación que el resto de trabajadores de ramas productivas y, por tanto, uno u otro (obrero productivo o improductivo) tienen una subjetividad similar y un mismo interés objetivo de acabar con el capitalismo.

Por un lado, la capacidad organizativa y combatividad de los mineros es insuperablemente mayor que la capacidad de los funcionarios de sanidad en un marco de privatización de la sanidad pública. Por el otro, nuestro objetivo es sumar a unos y otros en un todo coherente y único bajo la dirección del Partido, tal es el papel del CUO.

A diferencia de los posmodernos que buscan siempre borrar a la clase obrera del mapa mediante su fragmentación, los CJC buscamos la máxima unidad de la clase obrera ya sea del sector servicios o del sector productivo, parado o activo, temporal o fijo…; todos tienen intereses comunes. Por eso no es casual que el PCPE ponga todo su énfasis en la constitución principal, central y cardinal de los CUO en el marco de la construcción del Frente Obrero y Popular por el Socialismo. Por eso, los CJC estamos llenando los CUO de juventud, enfocándonos, de momento, en campañas agitativas en los sectores improductivos pues es donde, dado nuestro desarrollo, más fácilmente podemos incidir en la juventud trabajadora.

¿Qué evitamos los CJC desde el marxismo-leninismo y nos parece un error mortal? Centrar nuestros esfuerzos de una manera dispersa en la “lucha identitaria”, las luchas temáticas dispersas, el alternativismo okupa, el cooperativismo hippie o el democratismo barato del 15-M.

Aprovechamos para comentar de pasada que tales concepciones erróneas no están ni mucho menos tan sólo en la UJCE.

Apuntalemos una seria de cuestiones: los CUO no son una herramienta para realizar lucha económica, es una estructura donde la clase obrera busca la máxima unidad desde la base para encarar a su enemigo de clase, pero no sólo es eso. El CUO es una estructura donde clase obrera y Partido comunista se hacen uno, donde el Partido dirige la lucha de la clase obrera y le dota de conciencia. El CUO es la base para crear el poder obrero y para afrontar las tareas históricas del proletariado, a saber: destruir el capitalismo y construir el socialismo-comunismo.

Cabría cuestionarse que el sujeto que acaba con el capitalismo y construye el socialismo en tanto dictadura del proletariado no es la mayoría. El proletariado no pone la “cantidad” en el proceso revolucionario pero sí que es el que da la “calidad”, la posibilidad de superar el capitalismo y crear un marco donde se superen todos los problemas derivados de este sistema de explotación. En ese sentido, el proletariado sí que satisface a las grandes mayorías pues soluciona con sus intereses particulares los intereses universales, los intereses de las demás clases y sectores populares.

“En cualquier país capitalista, la fuerza del proletariado es incomparablemente mayor que su proporción numérica, en la masa general de la población. Y esto es así porque el proletariado domina económicamente en el centro y en el nervio de todo el sistema económico del capitalismo, y también porque, bajo el capitalismo, el proletariado expresa, económicamente y políticamente, los verdaderos intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores. Por eso, incluso cuando constituye una minoría de la población (o cuando su vanguardia consciente y verdaderamente revolucionaria constituye una minoría de la población), el proletariado es capaz de derribar a la burguesía y de ganarse después muchos aliados entre esa masa de semiproletarios y pequeños burgueses que antes no se habría manifestado jamás a favor del dominio del proletariado, que antes no comprendería las condiciones y las tareas de ese dominio y a la que sólo su experiencia ulterior habrá de convencer de que la dictadura del proletariado es inevitable, acertada y necesaria.”[21]

La centralidad del CUO en el Frente Obrero y Popular bajo la dirección del Partido viene dada por la importancia objetiva del proletariado. A ella se adherirán las capas populares agredidas también por el capitalismo en un marco de alianzas donde cuantitativamente se verán representadas las mayorías populares.

Los CJC junto al PCPE desplegamos una línea de intervención novedosa en el Movimiento Obrero que pone las bases para recuperar el sindicalismo de clase y para superar la fragmentación sindical que atenta contra la necesaria unidad de la clase obrera. ¿Qué hace la UJCE en la cuestión del Movimiento Obrero y Sindical? Seguidismo burocrático al PCE y trabajar, sí o sí, sin afinar las herramientas en Comisiones Obreras. Porque el Movimiento Obrero y Sindical para la UJCE no tiene la importancia que tiene para nosotros, lo cual determina la escala de prioridades de una y otra organización.

¿A los CJC les importa “esas pequeñas cosas” menos que a la UJCE?

Rotundamente no. Los CJC centramos nuestra vida militante en aquellas luchas concretas que nos acerquen a la resolución de la contradicción capital-Trabajo. Entendemos que tan solo en el socialismo podemos poner las bases de la resolución de esos pequeños problemas concretos a los que la UJCE, preñada de la lógica del reformismo, afronta de una manera dispersa aunque los quiera meter cual embudo en los centros de trabajo, de estudio y en los barrios.

Los comunistas históricamente nos hemos preocupado también por las cosas concretas, por la diferencia, pero siempre sin tirar a la basura el método científico que empleamos. Sobradas muestras de tal preocupación se pueden observar en las obras de Lenin y Stalin sobre la cuestión nacional o el análisis del la situación de la mujer de Alexandra Kollontai.

La importancia de la clase obrera, y por tanto de los CUO, radica, por poner el ejemplo del patriarcado, que el proletariado da la llave para acabar con el capitalismo y todas sus manifestaciones, incluido el patriarcado o la destrucción de la naturaleza.

Los CJC no nos dejamos embaucar por los nuevos revisionismos de moda y, a su tiempo y mediante la doctrina marxista-leninista, analizaremos la realidad de lo abstracto a lo concreto para intentar resolver todas las cuestiones que hagan falta. Otros se pondrán a hacer arreglillos aquí y allá sin al final resolver nada. Otra vez estamos ante la disyuntiva de reforma o revolución.

Mientras la UJCE prepara todos sus esfuerzos en las luchas parciales, nosotros fundamentalmente enfocaremos cada lucha para centrarla en la única clase que está llamada a llevarnos a la emancipación, como dijeron Marx y Engels hace ya mucho -y creemos que sigue siendo tan cierto ahora como cuando se escribió-: “De todas las clases que se enfrentan con la burguesía, no hay más que una verdaderamente revolucionaria. Las demás perecen y desaparecen con la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto genuino y peculiar.”[22]

El sujeto histórico es quién genera plusvalía para acrecentar el Capital, esto es lo fundamental: los burgueses no pueden vivir sin el proletariado pero el proletariado si puede vivir sin los burgueses. Tal es la dialéctica de la liberación de la humanidad, de la creación del hombre nuevo y la mujer nueva.


[1]Propuesta de Tesis Políticas al XII Congreso de la UJCE,p.93.

[2]El posmodernismo nace como una corriente estética y una filosofía. Esta filosofía fundamentalmente es un rechazo a todas las teorías que tengan una base dialéctica, en general, (donde hay una historia donde conflicto tras conflicto se llega a una resolución feliz y catártica) y a la lucha de clases, en particular.

[3]Este aspecto también requiere de una importante tarea política: construir un nuevo lenguaje común que facilite la comunicación, como lo hicieron los lenguajes del antiimperialismo y del internacionalismo proletario en el caso de las luchas libradas en épocas anteriores. Quizás ésta deba ser una comunicación de una índole nueva, que funcione, no sobre la base de las semejanzas, sino sobre la base de las diferencias: una comunicación de singularidades.” Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, Barcelona: Editorial Paidós, 2002, p.67.

[4]La clase está determinada por la lucha de clases. (…) las clases que importan son las que se definen por las líneas de la lucha colectiva. En este sentido, la raza no es un concepto menos político que la clase económica. (…) la raza surge a través de la resistencia colectiva a la opresión racial. De manera similar, la clase económica se forma a través de los actos de resistencia colectivos. Por consiguiente, la indagación sobre la clase económica, al igual que una indagación sobre la raza, en vez de empezar por un mero catálogo de diferencias empíricas, debe fijarse en las líneas de la resistencia colectiva al poder. Resumiendo: la clase es un concepto político, por cuanto una clase no es ni puede ser otra cosa sino una colectividad que lucha en común.Michael Hardt y Antonio Negri, Multitud, Madrid: Editorial Debate, 2006, p. 132.

[5]El lugar central en la producción del superávit, que antes correspondía a la fuerza laboral de los trabajadores de las fábricas, hoy está siendo ocupado progresivamente por una fuerza laboral intelectual, inmaterial y comunicativa. De modo que es necesario desarrollar una nueva teoría política del valor capaz de plantear el problema de esta nueva acumulación capitalista de valor que está en el corazón mismo del mecanismo de explotación (y por ello, quizás, en la médula de la sublevación potencial). (…)” (el subrayado es nuestro) Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, p. 42-43.

[6]El trabajo inmaterial incluye inmediatamente interacciones y cooperaciones sociales. En otras palabras, el aspecto cooperativo del trabajo inmaterial no se impone ni se organiza desde el exterior, como ocurría en las formas anteriores de trabajo, sino que ahora la cooperación es completamente inmanente a la actividad laboral misma. Este dato pone en tela de juicio la antigua noción (común en la Economía política clásica y a la marxista) según la cual la fuerza laboral se concibe como un “capital variable”, es decir, como una fuerza a la que sólo el capital activa y da coherencia, porque los poderes cooperativos de la fuerza laboral (particularmente el poder del trabajo inmaterial) ofrecen al trabajo la posibilidad de valorarse a sí mismo. Los cerebros y los cuerpos aún necesitan de los demás para producir valor, pero esos otros que necesitan no tienen que provenir forzosamente del capital y de sus capacidades para orquestar la producción. Hoy, la productividad, la riqueza y la creación de superávit social adquieren la forma de la interactividad cooperativa a través de redes lingüísticas, comunicacionales y afectivas. En la expresión de sus propias energías creativas, el trabajo inmaterial parece proveer así el potencial para un tipo de comunismo espontáneo y elemental. (el subrayado es nuestro) Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, p. 273.

[7](…) concebimos la Multitud como la totalidad de los que trabajan bajo el dictado del capital y forman, en potencia, la clase de los que no aceptan el dictado del capital. (…) El concepto de clase trabajadora es fundamentalmente un concepto restringido, basado en exclusiones. En la más limitada de estas interpretaciones, la clase obrera se refería al trabajo fabril, excluyendo así otro tipo de clases trabajadoras. En su concepción más amplia, la clase trabajadora se refiere a todos los obreros asalariados, excluyendo así las otras clases no asalariadas. En relación con la clase obrera, la exclusión de las otras formas de trabajo se basaba en la noción de que hay diferencias de naturaleza entre ellas, por ejemplo, entre el trabajo fabril masculino y el trabajo reproductivo femenino, o entre el trabajo fabril y el trabajo agrícola, entre los empleados y los desempleados, entre los trabajadores y los pobres. (…) hoy todas las formas de trabajo son socialmente productivas, producen en común, y comparten también el potencial común de oponer resistencia a la dominación del capital. (…) Y que quede claro que no decimos que el trabajo fabril o la clase obrera no sean importantes, sino únicamente que no ostentan ningún privilegio político en relación con otras clases de trabajo en el seno de la multitud. Así pues, en contraste con la exclusión que caracteriza el concepto de clase obrera, el concepto de multitud es abierto y expansivo” Michael Hardt y Antonio Negri, Multitud, p. 134.

[9]Propuesta de Tesis Políticas al XII Congreso de la UJCE,p.52-53.

[10]Desde una perspectiva estructural, el bloque social del PSOE lo compone una gran parte del proletariado industrial clásico (…)”Propuesta de Tesis Políticas al XII Congreso de la UJCE,p.64.

[12]Recordar que para este revisionismo “nuevo”, la clase social ya no tiene importancia. Lo importante es la subjetividad de confrontación contra el “estado actual de las cosas”.

[13] “(Desde la política tradicional en los movimientos de EEUU en la década de los 60)… las diversas formas de experimentación cultural que florecieron en abundancia durante ese período constituían una especie de distracción de las “verdaderas” luchas políticas y económicas, pero lo que no lograron percibir esos sectores fue que la experimentación “meramente cultural” tenía efectos políticos y económicos muy profundos.

La “automarginación” era una realidad un concepto pobre de lo que en realidad estaba ocurriendo (…) Las dos operaciones esenciales fueron el rechazo del régimen disciplinario y la experimentación con nuevas formas de productividad. Ese repudio se manifestó mediante apariencias muy variadas y proliferó en miles de prácticas cotidianas. Una de las manifestaciones era el estudiante universitario que experimentaba con LSD en lugar de buscar un empleo; otra era la mujer joven que se negaba a casarse y formar una familia; otra, el obrero afronorteamericano “incompetente” que se ajustaba a un ritmo de “CP” (colored people) y se negaba a trabajar de todas las maneras posibles.” Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, p. 255

[14]Propuesta de Tesis Políticas al XII Congreso de la UJCE,p.87.

[15]Nos encontramos actualmente con un gran número de movimientos sociales, que están elevando tanto el nivel de movilización como el discurso político a pasos agigantados, pero con una realidad social que aunque se moviliza no ha adquirido aún conciencia en sí.” (el subrayado es nuestro) Propuesta de Tesis Políticas al XII Congreso de la UJCE,p.73.

 

[16] Incluso el representante de la asociación de Burgos, también militante de la UJCE, contradijo lo aprobado en su propia asociación y los miembros de la UJCE de León en las asociaciones de universidad y medias de su ciudad se abstuvieron de ir al encuentro para no tener que asumir las directrices de su organización y contrariar lo decidido en la base de las asociaciones.

[17]En contra del lugar común que afirma que el proletariado norteamericano es débil por su baja representación partidaria y sindical respecto de Europa y otros lugares, tal vez deberían verlo fuerte por esos mismo motivos. El poder de la clase trabajadora reside no en sus instituciones representativas sino en el antagonismo y autonomía de los propios trabajadores (…) Además, la creatividad y la conflictividad del proletariado residían también –y quizás de manera más importante- en las poblaciones que trabajan fuera de las fábricas. Incluso (y especialmente) los que se negaban activamente a trabajar eran a la vez amenazas serias y soluciones de recambio creativas. (…) El proletariado verdaderamente inventa las formas sociales y productivas que el capital estará obligado a adoptar en el futuro.” Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, (citas dispersas)

[18]El los decenios finales del siglo XX emergieron también, particularmente en EEUU, numerosos movimientos que aparecen clasificados con frecuencia bajo el epígrafe de “políticas identitarias”, que nacen primordialmente de las luchas del feminismo, de las luchas de los gays y lesbianas, y de las luchas de las minorías raciales. Las características orgánicas más importantes de estos diversos movimientos son su afán de autonomía y su rechazo a las jerarquías centralizadas, a los líderes o a los portavoces oficiales. El partido, el ejército popular y la guerrilla moderna les parecen obsoletos por su tendencia a imponer la unidad, a negar sus diferencias y a subordinarlas a intereses ajenos.”Michael Hardt y Antonio Negri, Multitud, p. 115.

[19]Económicamente se ha de entender por proletario nada más que el obrero asalariado que produce y valoriza «capital» (…)” C. Marx, El capital Libro I tomo I, Madrid: Editorial Akal, 2007, p.71.

Trabajo productivo es únicamente aquel que produce capital. ¿No es absurdo, pregunta por ejemplo el señor Senior (o otra cosa por el estilo) que el fabricante de pianos debe ser un trabajador productivo, pero no así el pianista, aunque sin el pianista el piano sería un nonsens? Pero así es, exactamente. El fabricante de pianos reproduce capital; el pianista cambia su trabajo solamente por un revenue. Pero el pianista produce música y satisface nuestro sentido musical ¿no produce, entonces, en cierta manera? In fact, lo hace: su trabajo produce algo, pero no por ello es trabajo productivo en sentido económico, del mismo modo que no es productivo el trabajo del orate que produce fantasmagorías”

C. Marx, Grundrisse, México D.F.: Ediciones Siglo XXI, 2007, pp 245-246.

[21]Lenin, Las elecciones a la asamblea constituyente, http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas10-12.pdf

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