El 8 de marzo es el día de la mujer trabajadora, no de la mujer burguesa. Es un día de lucha de toda la clase obrera, tanto hombres como mujeres, por la emancipación de la mujer. No la simple igualdad bajo la formalidad burguesa, sino la igualdad económica y social real con respecto al hombre.
Más de cien años nos contemplan desde que las obreras fueron colocando sus demandas frente a los patronos y avanzando conquistas y, no obstante, el binomio mujer y mano de obra barata, sigue siendo la propuesta del capitalismo del futuro para las mujeres trabajadoras. En 1900 las mujeres, tanto en empleos semi-cualificados como en los no cualificados, en Estados Unidos ganaban el 76% del jornal de los hombres, la cifra es similar a la actual en nuestro país. En el siglo XXI las trabajadoras percibimos unos salarios medios que suponen el 77% del salario masculino (la brecha alcanza un 33% si computamos complementos). El trabajo femenino en el modo de producción capitalista está devaluado tanto a lo interno (naturalización de trabajos de reproducción) como a lo externo (subsidiario y desvalorizado). Estas son las condiciones laborales y de vida para las trabajadoras, y es así por los pingües beneficios que eso ha reportado y reporta a las cuentas de resultados de los capitalistas.