En un contexto de crisis brutal las llamadas empresas "start-up" claman al cielo para encontrar trabajadores. Hasta un 50% de las start-up tienen puestos por cubrir y, además, una de cada tres tiene previsto contratar a más trabajadores en 2016.
Con miles de jóvenes yéndose al extranjero para buscarse un futuro mejor y un paro juvenil que supera el 50% es difícil creer titulares como estos: las start-up no encuentran trabajadores. Bajo este anglicismo se esconden las empresas relacionadas con las nuevas tecnologías cuyo valor se encuentra precisamente en el cerebro y las manos de sus empleados. Para los no familiarizados con el término, Google, Facebook o Blablacar son ejemplos claros de start-up en sus inicios.
La paradoja es clara: mientras miles de jóvenes no encuentran empleo la mitad de estas empresas no encuentran empleados. En 2016 un 31% de las start-up tienen pensado contratar a nuevos trabajadores. De estas empresas con puestos vacantes, un 44% busca a 5 o más trabajadores y un 2% tiene más de 10 plazas vacantes.
¿Por qué ocurre esto? Parece ser que el primer problema es el "talento". El capital de estas empresas reside en la capacidad que tienen sus trabajadores para crear ideas nuevas, relacionadas con el mundo digital. La fuerza de una start-up reside precisamente en anticiparse al resto del sector y crear una app o plataforma para solucionar una demanda de la sociedad (o a veces, incluso crean la aplicación y a la vez la necesidad).
Pero no sólo el talento se interpone entre los candidatos y la firma del contrato. Un 37% de los candidatos no muestran "compromiso" con el proyecto y un 16% tiene exigencias diferentes a la empresa en lo que a salario se refiere.
Es decir y simplificando: las start-up consideran que los candidatos exigen "demasiado" y no se entregan lo suficiente.
Aunque esta situación es más que conocida por los jóvenes españoles es reseñable que se dé en el sector de las start-up; empresas que son vendidas como un ejemplo de emprendimiento y esfuerzo (¿con cuánto empezó Mark Zuckerberg, el creador de Facebook?) y como un centro de trabajo donde se habla de tú a tú al ser jóvenes creativos y modernos.
De nuevo vemos cómo todo esto no es más que una utopía e incluso en los negocios donde el papel del trabajador es más relevante (mientras que es fácil encontrar a un albañil no es tan sencillo relevar a un trabajador de una start-up) la explotación está más que presente.
De hecho, y si las leyes del mercado operasen como Adam Smith escribió, al existir una gran demanda de trabajadores de start-up y falta de oferta de empleados los salarios y condiciones laborales deberían mejorar y, según este estudio, no sólo no es así sino que las propias start-up dejan de contratar porque los trabajadores no se implican suficiente o porque piden demasiado salario.
Marta Díaz, fundadora de Talentoscopio (asesora de "talentos") define la situación de tal forma que no hace falta añadir nada más:
"Uno de cada diez problemas en toda empresa y en toda 'start-up' es la selección de personas. Sin un Equipo A no hay innovación, ni inversión, ni métricas, ni resultados. Es más, si no se define ni se implanta una buena cultura del talento las personas que trabajan en el proyecto pronto pierden de vista los objetivos, la motivación y en consecuencia muchos de ellos empiezan a buscar fuera. Detectar y seleccionar el mejor talento debe ser la prioridad número uno".
Ana Escauriaza es Subdirectora de Opinión de Tinta Roja