Las drogas son usadas por la clase dominante para inutilizar a la juventud obrera y como fuente de beneficio. Rechazamos a los defensores de la legalización de las drogas que se amparan en la libertad individual. Nosotros sostenemos que no hay mayor autoridad que la ejercida por las drogas, tanto sobre la razón como sobre el organismo del ser humano.
La Juventud Comunista no puede pasar por alto una sola de las muchas y muy variadas formas de dominación a la que se ven sometidos los jóvenes de extracción obrera y popular, formas que en el actual contexto de creciente agudización de los efectos de la crisis que recaen sobre estos, tienden a agravarse o corren el riesgo de hacerlo.
Los métodos que utiliza o que auspicia la burguesía para someter a la juventud van desde los más evidentes y agresivos, como la extrema precarización del empleo juvenil que les convierte en mano de obra a muy bajo coste, a los más sutiles y aparentemente inofensivos. El incremento del consumo de sustancias psicotrópicas o de otras legales como el alcohol en eventos lúdicos forma parte de estos últimos. Pero aunque en España se han endurecido las sanciones por posesión de drogas con la llamada Ley de Seguridad Ciudadana, entendemos que es oportuno abrir el debate acerca de la legalización de las drogas bajo el capitalismo.
Cada vez están siendo más frecuentes las noticias que nos llegan de que en algún lugar del mundo se ha despenalizado la venta o normalizado el autocultivo y consumo de sustancias como la marihuana. Quizá el caso más paradigmático sea el de Uruguay, donde el presidente José Mujica sorprendió con un proyecto de ley que abriría el 2014 legalizando la producción y venta de esta planta, convirtiendo al país latinoamericano en el primer estado del mundo que ha legalizado la marihuana a nivel estatal. Aunque para muchos pueda parecer ésta una medida propia de un estado de carácter progresista, lo cierto es que la noticia no ha tardado en seducir a gobiernos como el de Reino Unido, concretamente al ministro del Interior británico Norman Baker, quien mantuvo recientemente una videoconferencia con el prosecretario de la Presidencia uruguaya para solicitar información sobre el impacto de esta ley.
Por otra parte, el poderoso negocio mundial de cultivo, creación y comercialización de drogas (pese a su ilegalidad) demuestra cómo el estar penalizado en una norma legal no es obstáculo suficiente para continuar este lucrativo negocio y cómo incluso es beneficioso mantener las drogas al margen de la legalidad, ya que el beneficio económico que puede obtenerse es mayor.
En este sentido, también podemos encontrar casos a menor escala nada menos que en los Estados Unidos, concretamente en el Estado de Colorado, donde desde el 1 de enero es legal comercializar con cannabis bajo un impuesto establecido del 25% y un límite de hasta seis plantas cultivadas por persona. También está previsto que una ley similar entre en vigor en Washington en los próximos meses.
Resulta curioso, además, que la Organización de Estados Americanos (OEA), alianza en la que se reúnen todos los países del continente americano salvo Cuba, publicara en 2012 un informe en el que se planteaba la legalización eventual de la planta como un método para luchar contra las redes del narcotráfico. Igualmente, un año antes era la Comisión Global de Políticas sobre Drogas (IDPC), una red de ONG formada por ex presidentes de distintos países del mundo y con miembros destacados como Javier Solana o el escritor Mario Vargas Llosa, la que elaboraba un informe en el que se apostaba por la reducción de las políticas prohibicionistas, así como la descriminalización de los consumidores.
¿Pero qué intenciones hay tras estos intentos de normalizar el consumo y la venta de drogas blandas en la actual crisis capitalista? Quizá convenga volver a echar la vista atrás tan solo un par de años, cuando el entonces gobierno tripartito griego aprobó un proyecto de ley con el que se pretendía despenalizar el consumo y el comercio de drogas. Ante esta medida, la Juventud Comunista de Grecia (KNE) lideró una multitudinaria manifestación en pleno centro de Atenas, para condenar lo que entendieron como una ley completamente irracional. "Los que nos están privando del derecho al trabajo, a la sanidad, a la educación, están ahora preocupados por nuestro derecho a hacernos daño a nosotros mismos", declararon.
La postura de las juventudes del KKE suscitó no pocas críticas por parte de quienes se autoproclaman defensores de la libertad individual, y por tanto encuentran en ella signos de autoritarismo. Nosotros sostenemos que no hay mayor autoridad que la ejercida por las drogas, tanto sobre la razón como sobre el organismo del ser humano.
Concebimos la droga como un elemento alienante y sabemos que históricamente ha sido y es utilizada para anular a la clase obrera y especialmente a sus sectores más críticos, precisamente en las épocas de mayor estallido social, desde la Euskadi de la reconversión industrial hasta la Irlanda del norte en los llamados "años del plomo", pasando por los rincones más castigados por la pobreza en América latina. Así mismo, afirmamos que, penalizada o despenalizada, la droga solamente sirve para beneficiar a los estados burgueses a costa de la clase trabajadora y los más perjudicados por la crisis.
Kevin Álvarez es miembro del Comité de Redacción de Tinta Roja.