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Jue28032024

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Euro: doce años al servicio del capital monopolista

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Como cada uno de enero "nuestra" moneda única está de cumpleaños. En esta ocasión la oligarquía imperialista europea tiene que celebrar que lleva doce años a su servicio.

Partiendo de la premisa del carácter imperialista de la UE, quedará rápidamente claro el carácter clasista de su moneda única. El desarrollo de la UE y sus instituciones no responde más que a la necesidad del capital de defender sus intereses, los monopolios europeos que primero concibieron la UE como organismo de perpetuación de su sistema de dominación capitalista han perfeccionado las herramientas a su alcance. Así la burguesía ha conseguido desarrollar el euro como una herramienta adicional para el expolio a la clase obrera y para incrementar su nivel de explotación. La lógica de acumulación y centralización del capital requiere del desarrollo de esta herramienta en un contexto de competencia entre bloques imperialistas.

Si en el desarrollo lógico del imperialismo la moneda única es un elemento de subyugación de la clase obrera, en plena crisis estructural su papel se vuelve aún más relevante. Y hoy, doce años después de su nacimiento la oligarquía monopolista evalúa su utilidad y asistimos al debate desde todas las posiciones sobre su futuro: ¿vuelta a las antiguas monedas nacionales? ¿mantenimiento de la moneda única con restricción de países?,etc. En este sentido, las distintas fuerzas políticas tratan de ocultar el carácter de servicio al imperialismo de la moneda común, su trasfondo clasista y, por tanto, tratan de colocar a la clase obrera en una batalla en pabellón ajeno por el mantenimiento o en contra del euro.

A este respecto los comunistas no analizamos, ni apostamos por la salida del euro queriendo llamar a engaños a la clase obrera: no se trata de salir del euro en beneficio de una supuesta soberanía, no se trata de volver a la peseta como solución. No queremos colocar el debate o el dilema de la clase obrera en la elección entre el euro y la peseta. No se trata de medir nuestra miseria, nuestras pérdidas de derechos, en una u otra moneda.

La realidad de la lucha de clases y la crisis estructural del imperialismo confirman que el capitalismo es un sistema senil, que no tiene solución alguna para la clase trabajadora en su seno y que nos conduce únicamente a la barbarie. Y este es nuestro dilema.

L a juventud de extracción obrera y popular vivimos ya esta barbarie no como futuro que está por llegar, si no como realidad que condena a 942.800 jóvenes al desempleo, que nos expulsa a cientos de miles de la educación superior, que nos roba todos los derechos conquistados por la lucha de nuestros padres... Esta es la realidad que el imperialismo nos ofrece: la de la lógica perversa de utilizarnos para incrementar el grado de explotación del conjunto de la clase, y en la que debemos de tener muy claro que viviremos a no ser que alcancemos la conquista de nuestro futuro con la construcción del socialismo.

Porque si hay algo que la oligarquía ha incorporado es el anticomunismo, es vendernos que el capitalismo es el sistema definitivo y que no hay vida más allá. Es importante ante esto que tomemos un poco de perspectiva, y que pensemos en las condiciones de esa juventud que ha vivido y que vive en el socialismo. Una juventud con acceso a una educación gratuita a todos los niveles; una educación que no se coloca (o se colocaba) al servicio de los monopolios, si no al servicio del pueblo y la clase obrera y cuyo resultado es, por ejemplo, que Cuba Socialista esté a la vanguardia de los tratamientos contra el cáncer. Una juventud que vivía en la única sociedad que ha garantizado el pleno empleo. La construcción de una sociedad socialista implica el desarrollo integral de las personas, con un acceso universal a la cultura, al deporte, al ocio, a una vivienda digna; con una garantía de un sistema sanitario desarrollado, etc. Cabe recordar también, especialmente estos días, la garantía de diversos derechos sociales conquistados con el poder obrero, como el aborto, siendo la URSS el primer país en legalizarlo y en avanzar decididamente en la lucha contra el patriarcado; a la par que se garantizaba también el cuidado de los niños, la socialización de las tareas domésticas....

La contraposición de ambos sistemas se hace evidente en todos los aspectos, y el hecho de que el capitalismo sea un sistema senil y agonizante no significa que vaya a morir y desaparecer por sí solo. No nos despertaremos un día con la noticia de que el capitalismo ha muerto y que a partir de entonces viviremos en el socialismo, si no que el imperialismo debe ser derrotado. La fuerza de la experiencia de las construcciones socialistas, la justeza y la vigencia del análisis marxista-leninista y la organización de la clase obrera con el fin de construir el socialismo-comunismo son nuestras armas.

Frente a ellas los monopolios utilizan todas las herramientas que les permiten mantener su dominación como clase: estructuras como la UE imperialista, con su BCE, su €, su Consejo de Europa... Instituciones que no son ajenas a la realidad: ningún discurso por la "unidad de la izquierda", por la conquista de mayor soberanía, por una Europa "social" o de los "ciudadanos" hace temblar sus cimientos. La organización de la clase obrera, el objetivo del socialismo, del poder organizado de los trabajadores, el fin de la explotación del hombre por el hombre, y la democracia obrera (la dictadura del proletariado) son los únicos elementos que cuestionan su dominación; el ADN anticomunista de estas instituciones imperialistas es innegable.

Ahora bien, comenzábamos con los doce años del euro, y este 2014 las instituciones europeas afrontan varios retos más, el fundamental las próximas elecciones al Parlamento europeo. Será un año, por tanto, en que el anticomunismo tendrá un punto álgido en todos los aspectos, en que oiremos con más altavoces que de costumbre los cantos de sirena del oportunismo, en que los intentos por distraer a la clase obrera de su capacidad revolucionaria adoptarán las más diversas formas. Frente a esto los comunistas no queremos hablar de medir la miseria de la clase obrera y el pueblo de nuevo en pesetas, de fortalecer las instituciones del imperialismo... Lo único que le prometemos a la clase obrera es un puesto de combate en una trinchera que es la suya, y que sólo hay futuro para sus intereses en la ruptura con la UE y con su moneda, y en el avance en la construcción de un modelo orientado a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras y no de los monopolios.


Vanessa Rodríguez es miembro del Secretariado del Comité Central de los Colectivos de Jóvenes Comunistas.


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