La navidad es una fiesta donde, además de disfrutar y pasar el tiempo con nuestros seres queridos, estamos obligados a asistir al show de la justificación ideológica y del endulzamiento estético del sistema de dominación capitalista. La Multinacional Coca-Cola y su infame campaña por la felicidad es buena muestra de ello.

Todo sistema de dominación que aspire a perdurar indefinídamente en el tiempo se basa en la aceptación de los dominados de la posición de los dominantes. Para que esto, que leído suena casi inverosímil, suceda, es necesario que las ideas de la clase o grupo social que está en el poder sean asimiladas como las ideas del conjunto de la sociedad, como la expresión de lo natural o del "sentido común". No hay mejor forma de mantener la dominación que disimulando ésta, que haciendo que parezca que su existencia es necesaria y que es además poco dañina para los dominados.

En nuestra sociedad, la sociedad capitalista, la burguesía lleva décadas utilizando todos los recursos políticos e ideológicos posibles precisamente en esta linea. En la linea de que su sistema de dominación sea entendido como la mejor forma de organización social posible y que por tanto no se trata de defender a uno u otro grupo social, no se trata de hablar de una u otra clase, sino que es deber de todos los ciudadanos defender los principios y fundamentos sobre los que se construye la actual sociedad. Es por eso que continuamente vemos a partidos y organizaciones políticas, que no tienen una marcada linea de clase, buscar reformar el sistema capitalista en sus cuestiones más superficiales pero sin nunca entrar a la valoración de las relaciones de dominación sobre la que está construido, sin nunca poner en duda cómo el modelo de enriquecimiento de los grandes empresarios y banqueros, de la burguesía y sus monopolios, se basa en el robo de una parte del trabajo a los obreros y obreras, no ponen en duda la contradicción capital-trabajo, el cimiento sobre el que está construido todo el edificio.

Los partidos políticos han sido y son los distintos representantes de las clases. Los partidos de la burguesía llevan años haciendo llamamientos al conjunto de la ciudadanía tratando de trasladar esta visión interclasista de la realidad. Visión que, para que sea efectiva, necesita de entremezclarse con algunas de las ideas, de los sentimientos y de las expresiones culturales de aquellos que son los dominados, para que realmente parezca un proyecto común de sociedad.

En la época actual, en la época del imperialismo, los monopolios tienen multiples herramientas para poder trasladar su mensaje político, especialmente una: la publicidad. La publicidad en la actualidad sirve a la burguesía tanto en un sentido económico como en un sentido político, les sirve tanto para aumentar sus ventas y con ello sus ingresos, como para edulcorar y embellecer su sistema de dominación. Un ejemplo que es enormemente paradigmático es la apropiación y reutilización de los terminos, slogans, reivindicaciones, e incluso modelos estéticos que hubo del 15M en 2011 por parte de grandes bancos y empresas para la promoción de un producto o de la propia entidad.

De igual forma ocurre con las fiestas y las celebraciones populares, que han sido de alguna forma también "apropiadas" por el capitalismo. Así la navidad se ha convertido en una expresión máxima del consumo, de las diferencias entre unos y otros paises, de la explotación y la precariedad laboral, de la temporalidad, etc. Pero sobre todo se ha convertido en un periodo de campaña electoral capitalista, en el momento perfecto para la difusión de videos "buenrollistas" que le gustan a todo el mundo, que se comparten con cariño y nostalgia por las redes sociales, que ponen de moda nuevas canciones pop para el invierno, y que recurren a la memoria y sentimentalidad de la gran mayoría de la población.

Vemos así anuncios de conocidas multinacionales haciendo mención a los enormes esfuerzos diarios del pueblo trabajador, haciendo mención a la historia de nuestro pais, a valores como la solidaridad, al sentimiento de justicia, menciones a la familia... y un largo etcetera de recursos lacrimógenos que, mezclados adecuadamente como si se tratase de un plato de alta cocina, producen, lógicamente, con facilidad, el efecto esperado en el público.

Uno de los decorados más significativos es el "Árbol de la felicidad", gran árbol de navidad situado en la Plaza de España de Madrid, la misma ciudad en la que varios trabajadores y trabajadoras de Coca-Cola acaban de volver a la huelga contra la empresa debido a que esta se niega a cumplir la sentencia de la Audiencia Nacional sobre la nulidad del ERE. Coca-Cola llena la ciudad y el mundo de mensajes navideños y de felicidad para todos, en el caso de Madrid con el permiso del propio ayuntamiento de la ciudad, mientras que dentro de su propia empresa se opone con violencia a la felicidad de los trabajadores y trabajadoras porque, esa felicidad, va en contra de sus intereses.

Así pues, el desprecio o el odio a la navidad en singular tendría poco sentido, pues esta fiesta, como la gran mayoría de fiestas que involucran a gran cantidad de personas y familias en nuestro pais, se ha visto inevitablemente enraizada con las relaciones sociales y económicas propias del sistema capitalista, y por tanto no es más que otra forma de expresión de este sistema. Lo que sí diferencia y caracteriza a la navidad es ese aire a campaña electoral, ese show de justificación ideológica y de amabilidad estética, tratando de dar una imagen del propio sistema y de los monopolios amable, familiar y desenfadada que poco tiene que ver con su realidad, con su cruda realidad.