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La música comercial y la obsesión de la juventud por el amor

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Las letras de las canciones son un buen reflejo de la sociedad en la que vivimos. Y, hoy en día, muchas canciones tienen una temática central: el amor, tanto en su vertiente más física (el sexo) como más sentimental (el afecto). Esto sucede porque, ante la incertidumbre de la juventud acerca de su futuro en la sociedad capitalista, muchos buscan en el amor aquella persona que estará con ellos incondicionalmente a pesar de que vayan mal las cosas. Pero en absoluto este tipo de relaciones son sanas, pues la dependencia con respecto a la pareja genera toda una serie de hábitos negativos, especialmente para la mujer, y además aleja a ambos de la lucha por la mejora de las condiciones de vida, lo cual será lo único que les proporcione unas perspectivas de futuro.

Las canciones de reggaeton son el mejor ejemplo de ello, pero tenemos toda otra serie de géneros que transmiten esta obsesión por el amor y que suenan por todas partes. Mismamente las letras de muchos grupos de "izquierdas" también se centran en este tema, mucho más que en las problemáticas laborales, estudiantiles o populares.

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La mayoría de las ocasiones en que suena una canción no nos preocupamos demasiado por su contenido. Más bien escuchamos su ritmo y tararemos su melodía, pero no nos paramos a pensar lo que dicen sus letras. Es lo habitual, pues muchas veces la música suena de fondo mientras estamos en casa, nos desplazamos de un lado a otro de la ciudad, vagamos por una superficie comercial o bailamos en un bar de fiesta.

No obstante, de vez en cuando deberíamos detenernos a escuchar cuál es el mensaje que transmiten las canciones, sobre todo aquellas que están de moda, porque son un buen reflejo de la sociedad en que vivimos. La música transmite la forma de pensar de la sociedad en un momento dado y esta forma de pensar está íntimamente relacionada con la posición de las clases sociales que la componen (lo que en términos marxistas llamaríamos "correlación de fuerzas").

Así, hoy, muchas de las canciones tienen una temática central: el amor, que se aborda tanto en su vertiente más física (el sexo) como en su vertiente más sentimental (el afecto).

A pesar de que haya diferencias entre sexo y afecto, las letras comparten una característica común: ambos se expresan de una forma obsesiva, como si el joven o la joven no pudieran vivir sin tener pareja. De esta manera, lanzan a la juventud a la búsqueda de relaciones de manera desesperada, muchas veces por inercia. Los propios títulos de las canciones nos lo demuestran. Desde las tradicionales "Sin ti no soy nada" de Amaral y "Somebody to love" ("Alguien a quien amar") de Queen hasta los éxitos actuales "Addicted to you" ("Adicto a ti") de Avicci, "Blurred lines" ("Líneas borrosas") de Robin Thike, "Estás to buena" de Rasel y Henry Méndez o "Menea tu chapa" de Wilo D' New.

En cambio, muy pocas canciones hablan de los problemas laborales, estudiantiles o populares. Ni siquiera aquellos grupos que se venden como de "izquierdas" centran sus letras en estas temática, sino que siguen la corriente de la gran industria musical y, aunque desde una posición supuestamente más progresista, también dedican las tres cuartas partes de sus letras a hablar de amor o sexo.

Así, claro está, entendiendo el importante papel que juega la música en la formación de la conciencia de los jóvenes, la mayoría tienden a colocar como principal preocupación en su vida las relaciones afectivas. De esta manera, dejan de lado otro tipo de relaciones de carácter más colectivo, que se establecen en medida que el joven se socializa con compañeros de estudio, de trabajo, vecinos del barrio u otras personas que conoce mediante su implicación en las luchas por la mejora de las condiciones de vida, tales como la amistad, el compañerismo o la camaradería.

Estas relaciones obsesivas perjudican especialmente a la mujer, pues en ellas aparece como la parte más débil que frecuentemente tiene que sacrificarse por el hombre. En el peor de los casos, simplemente es un objeto sexual que tiene que contonearse al gusto del rondador, como escuchamos tantas veces en las canciones de reggaeton (véase "Menea tu chapa"). Aunque en verdad son tanto el hombre como la mujer quienes salen perjudicados, en medida que se les suprimen otro tipo de relaciones sociales más amplias.

Cuando hoy observamos que los jóvenes tienden a mantener relaciones cada vez más dependientes, no deberíamos echarnos las manos a la cabeza y paralizarnos. Eso solo pueden hacerlo aquellos que no hacen un análisis marxista de la realidad, pues la propiedad sociedad de clases nos explica cómo en una fase de empobrecimiento de la clase obrera y el conjunto de los sectores populares, la mentalidad de sus integrantes se ve perjudicada en medida que se produce un embrutecimiento de sus actitudes y hábitos ante unas condiciones de vida más penosas.

Los jóvenes tienden a buscar relaciones más dependientes, pues entienden las relaciones afectivas como una vía de escape ante un mundo despiadado en el que no puedes fiarte de nadie. Para enfrentarse al paro, la explotación laboral y la falta de futuro, la familia y los amigos no son suficientes, pues no están dedicados plenamente a ellos, como sí lo hace una pareja. En la pareja se busca aquel amor incondicional que no nos va a faltar en ningún momento, "ni en la salud ni en la enfermedad". Y es en base a esta necesidad de amor incondicional por lo que se generan los celos, pues se tiene miedo a perder la pareja y quedarse solo.

La pretensión de este artículo no es señalar con el dedo a las parejas que tengan este tipo de relaciones, ni tampoco animar a nuestros lectores a dejar de escuchar toda música que hable de amor, aunque sí queremos que se entienda la importancia de pararse a reflexionar acerca de ello, incluso de lo cotidiano, como puede ser la música, pues absolutamente todas las ideas tienen un carácter de clase. Para nosotros un cambio profundo en la forma de entender las relaciones solo puede darse cambiando de raíz las relaciones sociales y para eso es imprescindible primero un cambio en las relaciones de producción.

Y, seamos realistas, cuando a la juventud se nos impide trabajar aún a pesar de haber necesidades sociales, cuando se nos pagan salarios de miseria mientras los grandes capitalistas atesoran millones, cuando la inmensa mayoría de los jóvenes no mendigamos en la calle solamente porque aún tenemos la familia, ¿se puede decir que nuestra máxima preocupación sea el amor o el sexo? Más bien debemos preocuparnos antes de cambiar las cosas y eso solo puede hacerse mediante la organización en nuestro centro de estudio, centro de trabajo o barrio.

Porque, independientemente de que tengamos pareja o no, tendremos que sobrevivir en este mundo. El novio o la novia pueden dejar de estar a nuestro lado en un tiempo, pero lo que es seguro es que sin la toma del poder por parte de la clase obrera, nuestras condiciones de vida serán cada vez más pésimas.


 Adrián J. Bertol es Director de Tinta Roja.

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