En la situación actual de crisis capitalista, donde los empresarios buscan rentabilizar al máximo sus beneficios, con una tasa de paro cercano al 21% y que entre los jóvenes afecta al 46%, es decir, con un gran ejército industrial de reserva, el empresario juega con las necesidades de la clase trabajadora de este país. Los trabajadores vemos mermados nuestros derechos laborales, sometidos en algunos casos a una esclavitud velada, con las manos atadas y el miedo presente de no poder denunciar las condiciones míseras de nuestro trabajo por miedo a un despido. Uno de los ejemplos más claros son las horas de trabajo que no se pagan, las horas extraordinarias encubiertas bajo pretextos tales como "necesidades de la empresa", "momentos concretos de la producción"...