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Humillar a la clase obrera: un humor que da asco y vergüenza

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Fue un clamor popular: ante el "caranchoa", el repartidor tenía razón. Tuiter no dudó y dictó sentencia rápidamente: el bofetón es merecido. Y es verdad que es intolerable buscar la humillación pública de un trabajador, más aún cuando tu objetivo es conseguir unas cochinas visitas en YouTube. En ese caso, todos lo teníamos claro. Y, sin embargo, ¿por qué se le ríen las gracias a aquellos que armados de micro y de preguntas de teórica cultura general se pasean por nuestras ciudades buscando poner en ridículo a los hijos e hijas de la clase trabajadora? ¿Qué hay de esos youtubers y programas de televisión que, haciendo preguntas de estilo quiz, intentan mofarse de las personas que tienen más dificultades académicas, que en muchos casos vienen ligadas a dificultades socioeconómicas?

Un ejemplo clarísimo: Tres millones de visitas avalan este vídeo de Fortfast WTF titulado «El instituto y la juventud». En ese cruel retrato de nuestra cotidianidad, hay cuarenta y dos mil manitas arriba, aprobando su contenido, frente a apenas mil quinientas que lo rechazan. Por cada persona que entiende la gravedad del asunto, veintiocho han reído las gracias al youtuber. Los comentarios en el vídeo no dan un gran respiro: «Enserio hay gente tan subnormal en el mundo? dice una persona. Otra señala: «Yo por lo único que odio el Instituto es porque en el mio hay gente como ésta». Los comentarios del vídeo son todo joyitas de este tipo hasta que llegamos a una que nos abruma con el elitismo vergonzoso que saca a relucir: «¿qué quieres ser en la vida? -repartidor del telepizza Se le ve emprendedor al chaval jajaj».

En el vídeo, el youtuber intentar ahondar en los problemas de formación académica pero lo que sale a flote fundamentalmente es cómo los chicos hablan con una preocupante tranquilidad de casos de acoso y agresión a sus profesores, de comportamientos peligrosos en las escuelas: «-¿Qué es lo más gracioso que habéis hecho en el instituto? -Ponerle a la profesora la papelera en la cabeza. -¿En serio? (riendo) -Sí, sí. ¡Estuvo de baja y todo, por depresión!»

Este es el vídeo que el youtuber Fortfast nos presenta como mofa, como motivo de risa, como reflejo cómico de la sociedad. Una vergonzosa mueca contra los hijos de la clase obrera de nuestro país, contra los problemas que asolan nuestros barrios. Pero, eso sí, desde una posición de un elitismo abominable. Sólo así, desde el elitismo, se puede explicar cómo, tras las preguntas iniciales, el entrevistador se marca a toda velocidad un «¿qué opináis sobre el actual sistema educativo y su necesaria presencia para el correcto crecimiento ético y moral de la persona?», ante el que las respuestas son, como era esperable dada la situación, un «¿cómo?» y un «¿eso qué es?».

En primer lugar, querríamos señalarle al intelectual Fortfast que su maravillosa pregunta está mal formulada, pues si ya señala que dicho sistema es "necesario", se ha contestado a sí mismo, por lo que su grandilocuente inquietud no da mucho margen de respuesta. En boca cerrada no entran moscas, campeón.

Por otra parte, no es un problema individual, no es un simple patinazo de este youtuber. La idea de humillar a la clase obrera no es una iluminación de Fortfast y del mundillo de Youtube: hasta la televisión generalista se ha sumado al carro. Los intelectualistas izquierdosos de LaSexta, ¡qué revolucionarios ellos!, han liado alguna del estilo a través de su programa El Intermedio, preguntando sobre el 23-F a varios jóvenes.

No deja de ser revelador que el debate público sobre los límites del humor se haya centrado sobre aquellos con intereses políticos para ciertos sectores, como en el caso de Cassandra, pero haya quedado fuera del tablero, como siempre, la cuestión de la clase obrera. Ahí está LaSexta para demostrarnos que el elitismo más rancio y casposo sale a relucir hasta en las esferas "más progresistas" contra la clase obrera y sus hijos e hijas.

Es vergonzoso y muy preocupante que un grupo de chavales entienda que lo más divertido que les ha pasado en el instituto es una agresión a un profesor. Sobre ello hay que intervenir con firmeza. Pero es intolerable y asqueroso que alguien, ya sea un youtuber o una gran empresa de telecomunicación, haga mofa de los problemas de la clase obrera, desde las carencias formativas a la violencia asimilada. Banalizan la miseria y fomentan el elitismo. Pero la consecuencia más atroz, más dañina, más terrible es esta: crean una falsa división entre aquellos hijos de la clase trabajadora que sí han conseguido desarrollar una cierta formación académica y que, al menos por el momento, están exentos de ciertos problemas sociales como la asimilación de la violencia frente aquellos que no. Así, se intenta ahondar en una falsa diferencia a través de clasificaciones sociales como las que se hacen bajo términos como "canis" o "ninis".

Mofarse de los "canis", por decirlo rápido y mal, los arroja a a la miseria cultural, los condena a estar marginados de esa parte del desarrollo espiritual, generan un clima de enfrentamiento entre "canis" y "no canis", entre los sectores de la clase obrera más empobrecidos frente a aquellos hijos de trabajadores de capas medias, con más posibilidades económicas y, por lo tanto, con más posibilidades académicas y culturales.

Lo dijimos hace tres años y lo volvemos a repetir: «No se trata de caer en un fetichismo del embrutecimiento como si este fuera una característica esencial de la juventud trabajadora, puesto que sencillamente es una consecuencia necesaria del contexto social que a cada uno le toca vivir, y por tanto, el objetivo no puede ser ni embrutecer al culto ni rechazar al inculto, sino crear una sociedad donde la cultura sea patrimonio de todo el pueblo trabajador. No debemos caer en el error de que exista contradicción antagónica alguna entre aquellos que han podido acceder a un nivel de formación cultural mayor y aquellos otros que no, puesto que tanto unos como otros se ven explotados en mayor o menor medida por el capitalismo, y por tanto, tanto unos como otros tienen el interés objetivo de acabar con él.»1

El elitismo es evidente: ¿Por qué los señores de La Sexta no van a mofarse al Barrio Salamanca de los señores que no saben utilizar una radial o una fresadora? ¿Por qué tenemos que aceptar como "gracioso" las carencias en conocimientos teóricos, ligados a profesiones de clase burguesa pero no se hace mofa alguna de quien no sabe ni colocar el retrovisor de su propio coche? ¡Qué casualidad! ¿Será porque los trabajos manuales están destinados a los sectores más pobres de la clase trabajadora?

Hacer mofa de estos problemas fomenta también la violencia en las aulas, el fracaso escolar, los problemas culturales. Lo revolucionario no es echarse cuatro risas viendo a unos chavales diciendo con indiferencia que les parece divertido agredir a un profesor. Lo revolucionario es entender que reírse de las carencias del hermano de clase es fomentar la guerra entre pobres y significa hacerle un favor a la burguesía dirigente, que prefiere que te pegues con tu hermano de clase a que te levantes contra ellos. Lo revolucionario es entender cuáles son las condiciones materiales de los sectores más empobrecidos de la clase obrera, comprometerse con sus necesidades, que son las de cualquier hijo de trabajadores, y desarrollar la lucha contra el capitalismo que nos condena a todos a la miseria económica y espiritual.

 

1. El artículo se llamaba “los canis y el desprecio de clase”, sigue siendo totalmente vigente y se puede leer aquí: http://tintaroja.es/opinion/1021-los-canis-y-el-desprecio-de-clase


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