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Poder estudiar música cada vez depende más de lo que puedas pagar

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Pocas opciones de continuar (o siquiera comenzar) nuestra formación quedan, y los estudios musicales no son ajenos a esta realidad, incluso en las zonas donde están más arraigados como puede ser el País Valenciano. Las grandes ventajas a nivel pedagógico se vuelven en simples estadísticas ante la dificultad cada vez mayor de aplicarlas. La música clásica se convierte cada vez más en un ente alejado de los sectores populares, completamente desconectado al no ser accesible para el grueso de la población.

El País Valenciano ha sido tradicionalmente uno de los principales pilares de la música clásica. Actualmente, la Federación de Sociedades Musicales del País Valenciano (FSMPV) reúne a nada menos que 547 sociedades musicales, el 50% del total en el estado español. Así, este tipo de asociaciones están presentes en el 90% de los pueblos valencianos. Estos datos van irremediablemente enlazados con la gran importancia que se le otorga a la música en la cultura popular, siendo totalmente protagonista en la mayoría de las fiestas locales que se celebran a lo largo del año, y estando totalmente normalizado que la gran parte de los niños inicie sus estudios de música a temprana edad.

Los beneficios que puede llegar a aportar la música son innumerables, y durante los últimos años no han sido pocos los estudios que confirmaban la sospecha, estando presente incluso como terapia neuropsicológica, dado el impacto demostrado en habilidades tales como la memoria, la conducta, el lenguaje… Desde luego, las experiencias de la clase obrera en el poder no han sido ajenas a toda la potencialidad de la pedagogía musical, cobrando un gran papel en la misma educación soviética. Testigo de esto es el valioso legado que nos dejó en sinfonías y grandes obras que marcarían un antes y un después en la historia de la música, referenciados incluso por el bloque estadounidense. Como ejemplo, dejo una obra que marcó a numerosas generaciones (la nuestra incluida, me atrevería a decir) por medio de una adaptación de Disney, “Pedro y el Lobo”, de Sergey Prokofiev.

Nos encontramos, pues, con un panorama completamente desolador si queremos comenzar o continuar con estos estudios. En un momento en el que a los hijos de la clase trabajadora se nos está echando de institutos y universidades al no poder cubrir los gastos de matrículas, material escolar, transporte …, nos encontramos con una situación similar en los conservatorios de música: endurecimiento de las pruebas para entrar, menos plazas, menos profesores, mayores matrículas… El ingreso en las escuelas de música, si bien de normal no pide superar una prueba, también se está volviendo un quebradero de cabeza para el que quiera estudiar y no cuente con muchos recursos económicos. Se plantean dos grandes cuestiones a la hora de apuntarte a música: La de tener que comparte el instrumento tarde o temprano por mucho que las escuelas suelan dotar de uno a sus estudiantes (lo que puede llevar a gastar en un momento dado entre 300 y 6000€, elevándose esta cifra si pretendemos dedicarnos de manera profesional), y la de elegir compaginar el estudio y la dedicación a la música con los estudios de secundaria, superiores, trabajo… Cuestiones sin duda cruciales. Ya si te quieres dedicar profesionalmente, en España quedan pocas opciones para vivir de la música, con seguridad te va a tocar emigrar a otros países.

De la mano con las pocas facilidades para acceder a una enseñanza musical, nos encontramos con la desaparición de la música como asignatura obligatoria en pro de asignaturas como religión, haciendo todavía más difícil el acceso a la música por parte de los sectores populares.

Al hilo de lo que comentábamos, nos encontramos, por ejemplo, con que una ciudad como Elche sólo ofrezca un conservatorio y que ya a temprana edad cientos de posibles músicos futuros tengan que disputarse unas pocas decenas de plazas para los instrumentos que quieren, siendo la única opción de poder estudiar música en kilómetros. Entre los cada vez más frecuentes ejemplos.

Nos enfrentamos, a raíz de la cada vez menor accesibilidad a los estudios de música, a un mayor desapego por parte de la juventud obrera y popular a todas las actividades relacionadas, que pueden suponer una buena opción de ocio alternativo, frente a otro estilo de entretenimiento que supone un claro ataque ideológico y de clase, en el que se olvida el derecho a que toda la educación y la cultura sea accesible para el conjunto de la sociedad.  

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