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Vie29032024

Última actualización09:36:03 AM GMT


Del “¿estudias o trabajas?” al “¿estudias, trabajas o te pagan?”

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El 82% de los contratos firmados a jóvenes menores de 19 años son temporales. En esa misma franja de edad, la destrucción de empleo desde 2007 se fija en un 81%. Analizamos con datos la realidad laboral de los jóvenes en España.

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-¿Y te han ofrecido algún contrato indefinido?

El joven al que le hacen la pregunta contesta riéndose. En su risa se denotan dos cosas: primero, lo absurdo de la pregunta (¿por qué no le preguntará si tiene cuatro yates?) y, segundo, lo amarga que es la cruda realidad y la respuesta.

Ese es uno de los momentos que nos dejó el especial que el programa "El Objetivo" dedicó a la situación laboral de los jóvenes. Durante una hora se aportaron datos, porcentajes y, ante todo, historias reales. Ana Pastor, la presentadora, siempre gusta acabar su espacio del mismo modo: "Estos son los datos, suyas son las conclusiones" y, precisamente, a eso vamos a dedicar este estudio.

En primer lugar empezaremos por una de las afirmaciones que se hacen casi al final del programa. Y es que la clase social importa. Así lo sentenció hasta la saciedad uno de los invitados, Jorge Galindo. Para ello aportó el siguiente gráfico:

Partiendo de la base de que un nivel de estudios X no implica directamente pertenecer a una clase social Y sí existe una correlación (y cada día más evidente) entre estas dos variables. La necesidad de traer ingresos a casa o los altos costes (económicos y temporales) de estudiar son dos factores que influyen a la hora de dejar los estudios en los hijos de los trabajadores.

Como vemos, los hijos de las personas con un nivel educativo alto tienen más facilidad para encontrar empleo. Si eliminamos los puestos de la Administración, donde se entra por medio de oposiciones y con cierto grado de objetividad, vemos que en el sector privado influye qué haya sido tu padre para encontrar empleo. O dicho en plata, el enchufismo está a la orden del día.

Pero los jóvenes no sólo tienen dificultad para encontrar trabajo, sino que además el que encuentran es temporal y se destruye con facilidad. Aquí los datos son alarmantes: desde 2007 (fecha de inicio de la crisis) el 81% de los puestos de trabajo para menores de 19 años ha sido destruido. Aunque se reduce bastante, para la franja de jóvenes entre 20 y 24 años el porcentaje se fija en un 58% (es decir, es más fácil perder tu empleo que conservarlo y encontrar otro) y entre los 25 y los 29 se reduce al 46%.

Es decir, en el caso de los jóvenes y durante la crisis se ha destruido más empleo del que se ha creado. Y, además y por lógica, el empleo creado era temporal. En el caso de los menores de 19 años las cifras son brutales. Y de nuevo volvemos a una cuestión social ya que los jóvenes que a esa edad están trabajando lo hacen en trabajos poco cualificados (porque no tienen edad suficiente como para tener estudios superiores) ¿Y quién deja los estudios a los 16 años porque tiene que ponerse a trabajar o tiene que compaginar estudios con trabajo a esa edad? Efectivamente, los jóvenes de clase obrera.

Si acudimos a los índices de temporalidad vemos que, de nuevo, se repiten las pautas del gráfico anterior:

Aquí ciertamente hay dos cuestiones que se entrelazan: la cuestión social (ya explicada) y también la brecha generacional que existe en España en el mercado laboral. Hasta hace un par de décadas era frecuente encontrarse con contratos indefinidos por lo que las personas mayores de 40 años presentan menor índice de temporalidad. Aunque aquí hay otra trampa: la dificultad que tienen aquellos mayores de 40 años para encontrar trabajo. Es decir, el índice de temporalidad juvenil indica que la gran mayoría de los jóvenes encuentran trabajos basura pero el bajo índice en otras franjas de edad puede significar que ni tan siquiera consiguen firmar un contrato.

Y aquí podría recurrirse al argumento fácil: los jóvenes, especialmente en las dos primeras franjas de edad, tienen trabajos temporales y de pocas horas porque así lo desean. Compaginan ese trabajo con estudios o simplemente quieren un pequeño sueldo pero no integrarse en el mercado laboral. De nuevo los datos desmienten estas falacias. Veamos el siguiente gráfico:

Como vemos desde el inicio de la crisis se ha multiplicado casi por cuatro el porcentaje de jóvenes que trabajan menos horas de las que desearían.

En conclusión la crisis ha supuesto un empeoramiento evidente de las condiciones laborales de los jóvenes: traban menos de lo que desearían, de manera temporal y con una importante destrucción de trabajos. Además, no afecta a todos los jóvenes por igual pues son precisamente los jóvenes de las clase obrera y sectores populares los que más sufren esta situación. La sufren por dos vías principalmente: al no poder acceder a mayor cualificación se ven obligados a trabajar en los peores puestos con las peores condiciones y, además, al no tener contactos en los altos mandos de las empresas tienen más dificultades para ser seleccionados.

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