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Sólo 800.000 euros para la ciencia: los límites del crowdfunding

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El crowdfunding o la financiación mediante microcréditos de particulares es una manera de recaudar fondos bastante utilizada hoy en día por diversos colectivos que van desde jóvenes grupos de música hasta científicos pasando por productoras independientes. Las cifras arrojadas por la Universidad de Cambridge al respecto demuestran las limitaciones de este método de financiación.

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Gracias al auge de internet como medio principal para la comunicación entre jóvenes en el siglo XXI han aparecido también otras formas de relacionarse que no podían concebirse hace apenas unos años. Una de ellas es el llamado crowdfunding o financiación mediante microcréditos de particulares. El funcionamiento es sencillo: desde diversas plataformas creadas ad hoc los particulares hacen microdonaciones (incluso de un euro) a proyectos que les parecen interesantes. La potencialidad de la red de redes hace que el proyecto llegue a millones de personas y el promotor consiga suficientes mecenas para que su idea salga a la luz.

Este ingenioso método se utiliza por multitud de personas y muy especialmente por jóvenes. Desde un grupo de música de un barrio obrero que quiere sacar su primera maqueta hasta un equipo de jóvenes investigadores de la Universidad X que, por los recortes en educación, no tienen dinero suficiente para sufragar un proyecto hasta una productora de cine independiente o incluso ONG locales.

El crowdfunding permite, en un principio, que todos los proyectos compitan en igualdad de condiciones y que sólo vean la luz aquellos que sean más atractivos sin contar otros elementos como la afinidad con las multinacionales mecenas del sector o los contactos personales. Además, parece ser un método que pone en entredicho la hegemonía de ciertas empresas, especialmente en aquellos sectores donde su oligopolio conlleva una importante reducción de la libertad de expresión (como ya se han mencionado los sectores de la música o el cine)

Pero los resultados que arroja este método de financiación no permiten invitar al optimismo. Un estudio realizado por la Universidad de Cambridge en colaboración con la Asociación Española de Crowdfunding1 ha determinado que en 2014 en España se abonaron donaciones por un montante total de 64 millones de euros. Pero sólo 800.000 euros se destinaron a investigaciones científicas.

Estos datos demuestran que este método de financiación privada no es suficiente para sustentar la investigación científica.

En primer lugar y aunque las encuestas señalan que la población demanda una mayor inversión en ciencia es lógico que un donante va a preferir invertir dinero en algo de su interés. Así, por mucho más relevante que sea, es más fácil que alguien prefiera donar 5 euros a un grupo de música a cambio de recibir posteriormente un disco que a un equipo científico que está trabajando la cura de alguna enfermedad. Básicamente porque en un caso vemos un resultado claro y a corto plazo que incluso podemos disfrutar y en el otro quizá no veamos los resultados de nuestra inversión hasta dentro de muchos años.

Además este tipo de páginas saturan a los futuros donantes que se encuentran en la pantalla de su ordenador miles de propuestas. Eso repercute especialmente en los jóvenes puesto que gozan de menos medios y menos redes de contactos para promocionar su proyecto aunque es cierto que se manejan mejor en el mundo online.

Tampoco podemos olvidar un elemento subjetivo y es que la ciencia no goza de gran popularidad. Desgraciadamente si proponemos un gasto para una investigación en ciencia o para que la final de la Champions League se juegue en nuestra ciudad y tengamos una entrada VIP un gran número de personas apostarían sin pensárselo por la segunda opción. Aquí juega un elemento fundamental de manipulación de los intereses hacia otros más banales que también repercute en el crowdfunding pues, evidentemente, nadie va a gastar en algo que no le interesa.

Es curioso que, además, estos métodos de financiación cobren mayor popularidad en una época de recortes públicos y que se presenten como una alternativa contra las empresas pero también contra el gasto público donde son los "ciudadanos" los que eligen "libremente" en qué gastar su dinero.

En definitiva, estos métodos de microfinanciación que han sido muy alabados por ciertos sectores dentro de la llamada "izquierda" (de hecho es el método de financiación de Podemos) como una alternativa a los grandes monopolios no son más que una anécdota que puede ser útil en contrarísimas ocasiones pero que cuenta con demasiados límites como para ser una vía real de financiación de cualquier proyecto.

Notas:

[1] El 'crowdfunding' sólo recaudó 800.000 euros para la ciencia en 2014, 16,04,2015

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