La Juventud suele asociarse a la rebeldía, a lo alternativo y revolucionario, como si tuviese la obligación de innovar. Romper con la tradición parece la misión de los jóvenes. Ahora contamos con la economía colaborativa, esa revolución económica que nos sacará de la crisis, el cambio climático y la desigualdad ¿o no?
No está muy claro en qué consiste este tipo de economía "revolucionaria", pero eso de colaborativa...¡suena muy bien! Y la cosa no acaba ahí, hay que añadir que es una actividad que no persigue beneficios económicos. Parece la solución definitiva a la miseria del capitalismo. La juventud lo ha vuelto a hacer, a salvado el día con sus innovaciones.
Tristemente, todo esto, no es más que una suposición, muy simplista por cierto. Y es que, como suele suceder, este tipo de innovaciones no son sino redescubrimientos, plagios de fenómenos más viejos, refritos del pasado que, con la campaña de marketing adecuada, pasarán por grandes ideas nunca antes vistas.
Existe mucho marketing detrás de la economía colaborativa, al igual que de otras revelaciones del estilo, palabras como crowfounding, Uber, Blablacar, Amazon etc seguro que le suenan a todo el mundo. Son empresas o dinámicas pertenecientes a la economía colaborativa, pero también son fenómenos económicos muy ligados a las nuevas tecnologías, dentro de las cuales los jóvenes son la vanguardia.
Economía colaborativa es sinónimo de internet, la red es la encargada de juntar a los consumidores, a los propietarios, a los compradores y los vendedores, esta facilidad en las comunicaciones le da una impresión de libertad. Sin embargo, lo que hoy llamamos economía colaborativa, existía mucho antes que internet.
Si atendemos a la definición que aporta la Unión Europea encontramos interesantes sutilezas de esta nueva revolución:
"El consumo colaborativo representa la complementación ventajosa desde el punto de vista innovador, económico y ecológico de la economía de la producción por la economía del consumo. Además supone una solución a la crisis económica y financiera en la medida que posibilita el intercambio en casos de necesidad"1
La guinda del pastel no está en todas esas palabras bonitas como "innovador" "ecológico", maquillaje para endulzar el verdadero beneficio de esta nueva economía. ¡Posibilitar el intercambio en casos de necesidad! O dicho de otra forma, sin poner en duda en ningún momento la desigualdad, el capitalismo consigue paliar la miseria facilitando que los pobres compartan mejor las migajas que caen en sus manos. Una manera más eficiente de gestionar la miseria. Pero, en cualquier caso, esto no tiene nada de nuevo, la religión, a través de sus instituciones, venía ocupándose de esta tarea de paliar el hambre de la gente apaciguando así a la muchedumbre. Aún perviven ejemplos de esto, como Cáritas.
Pero esta nueva iniciativa no surge de las entrañas de una vieja herramienta feudal, como es la religión, y por ello ha evolucionado, rápidamente, hacia otros senderos. Aunque perviven plataformas donde no existe el lucro, o es mínimo, en las cuales se logra compartir (consumir) distintos bienes y servicios, con una propiedad conjunta, o mediante el trueque, otras plataformas han hallado el éxito comercial, han triunfado dentro del sistema que supuestamente debían superar.
Muy sonado es en España el caso de Uber, que alejándose de los principios de la economía colaborativa se ha convertido en una empresa muy competitiva en el sector del transporte, ya que al no estar regulada sus gastos administrativos son mucho menores que el de las empresas de taxi. No obstante, este era el desarrollo lógico que podíamos esperar, a fin de cuentas l economía colaborativa no se opone a la economía de mercado, se adapta perfectamente a ella.
Otro ejemplo sería Amazon, empresa famosa por su buen servicio y por la intensa explotación a la que sus trabajadores se ven sometidos. La victoria tenía un precio, y desde luego no lo iban a pagar los propietarios.
Así que, después de tantas esperanzas y palabras bonitas, esta innovación ha resultado ser una decepción. Las cosas va a seguir igual, así lo atestigua las recientes adquisiciones que ha hecho Repsol, la cual ha adquirido varias empresas pertenecientes al mundo de la economía colaborativa.2 No habrá solución a las crisis capitalistas ni a la desigualdad, sólo nuevas formas de explotar el trabajo, formas más modernas, adaptadas a las tecnologías del siglo XXI.
La juventud se encuentra en el punto de mira de esto métodos nuevos, en parte por estar capacitada para los intereses empresariales (manejo de las nuevas tecnologías) pero también porque se encuentra más desprotegida, es más fácil de someterla a las pobres condiciones que impone la competencia capitalista. La juventud es la punta de lanza de la innovación, tanto para beneficiarse de ella, como para sufrirla, incluso si dicha innovación nos es más que la máscara de un monstruo viejo.
1: http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX%3A52013IE2788
2: http://www.eleconomista.es/energia/noticias/8538449/08/17/Repsol-desembarca-en-la-economia-colaborativa.html