La salva del crucero Aurora que rasgó el aire de Petrogrado, hoy San Petersburgo, el 7 de noviembre de 1917 a las 9.40 horas de la noche puso en marcha a miles de trabajadores, tal y como el genio cinematográfico Sergei Eisenstein se encargaría de documentar para el recuerdo a posteriori. Los trabajadores aguardaban la señal para tomar por las armas el Palacio de Invierno, sede del poder gubernamental ruso.
Les esperaban las puertas del Palacio abiertas de par en par. Literalmente. Las condiciones para un cambio revolucionario estaban dadas desde hacía tiempo y la situación era tan evidente, tan insostenible, que ni las fuerzas armadas que el gobierno había apostado en el Palacio para protegerlo eran ya dignas de consideración. Si no hubiese habido una larga y cruel Guerra Civil a posteriori, que finalizó con el cobro de millones de vidas, casi podríamos pensar que la burguesía se rendía ante el ímpetu y las ansias de un pueblo que estaba harto y salía a la calle en trompa gritando "basta".
Los obreros que salieron a la calle, fusil en mano, aquel 7 de noviembre de 1917 no eran, con toda probabilidad, plenamente conscientes del papel que les reservaba la Historia. Pan, paz y tierra. La carestía de la vida y la guerra habían hecho mella en ellos. No pedían nada más que la vida. Una vida que, con todas sus letras, pudiese ser considerada como tal. La única forma de lograrlo: encargándose ellos mismos de los asuntos políticos, desalojando a los burgueses del poder.
Poco podían imaginarse los combatientes de la Guardia Roja, los marinos, los obreros que participaron en el asalto el alcance histórico de sus acciones. Remarcable validez adquieren las palabras de Lenin cuando decía que aquella simple acción daba paso a toda una época, la de transición del capitalismo al socialismo. Porque hasta entonces los bolcheviques habíamos luchado, nos habíamos organizado, pero a partir de aquel momento pasábamos a construir en la práctica, con hechos, una sociedad nueva.
Y lo hicimos. Setenta y cuatro años pasaron desde aquel histórico 7 de noviembre de 1917 en el que la clase obrera tomaba el cielo por asalto hasta el funesto 26 de diciembre de 1991, fecha en la que el Soviet Supremo de la Unión Soviética aprobaba la declaración 142-H decretando su propia defunción. Más de siete décadas de combate, de conquistas y de aprendizaje colectivo que contribuyeron a atizar el fuego de la Revolución también en nuestro país y nos legaron herramientas para volver a intentarlo.
Desde la fundación del Partido Comunista en la España de 1921, pasando por la contribución de las Brigadas Internacionales organizadas por la Kommintern, hasta el apoyo a la lucha antifranquista o a la creación de nuestro Partido en los años ochenta, la Revolución de Octubre tuvo un inmenso significado para la clase obrera del mundo y para nuestro país. Hasta el punto de que es imposible desligar la lucha obrera de aquel acontecimiento histórico. Porque nos dio durante más de medio siglo un brazo musculoso al que agarrarnos en la lucha contra el imperialismo y, más importante todavía, nos dio confianza en nosotros mismos y en nuestros propósitos. Nos enseñó por primera vez, si exceptuamos el efímero intento de la Comuna de Paris en 1871, que era posible tomar el poder político, arrancándolo de las garras de los capitalistas.
Y ese significado histórico es el que nos mueve hoy a los comunistas de España cuando decidimos conmemorar el centenario de la Revolución de Octubre. No en un sentido nostálgico ni conmemorativo, pues para nosotros el año 2017 no es sólo el año del centenario. Es un año más de lucha, de organización y de verdadera ofensiva para cambiar nuestras condiciones de vida y en ese combate queremos recordar a los que antes lo hicieron, estudiar su experiencia y aprender de ella para sacar conclusiones en positivo.
Cada verano, cuando la llegada del calor coincide con vacaciones escolares o del trabajo para algunos y empleos estivales para otros, la Juventud Comunista dice que ni el descanso veraniego ni el empleo estacional pueden parar nuestra lucha. Lejos de desactivarnos, redoblamos nuestra actividad, dónde sea y cómo sea.
Y es esa actitud decidida la que nos empuja a celebrar, verano tras verano y desde hace ya cuatro años, el Campamento de la Juventud, que pretendemos sea espacio de encuentro entre jóvenes comunistas y compañeros de los frentes de masas, amigos y simpatizantes de la Juventud y del Partido Comunista.
Este Campamento, que en la presente edición contará como en todas las anteriores con competiciones deportivas, excursiones, actuaciones musicales, proyección de películas y charlas, queremos dedicarlo temáticamente a la Revolución de Octubre. Es por ello que queremos coronarlo con el lema "1917-2017. Estudiar, aprender y luchar." Y decimos en el sublema a todos nuestros camaradas y compañeros: "Cien años después: contra la miseria capitalista, seguimos el ejemplo de Octubre".
Este año el Campamento, que se celebrará en la ciudad de Zaragoza entre los días 10 y 13 de agosto, tendrá por lo tanto algunas actividades que buscarán conmemorar el centenario y dar a conocer los logros de la Revolución de Octubre y algunas de sus enseñanzas.
Por la importancia que le damos al acto, reforzada por la significación del centenario de la Revolución de Octubre y las repercusiones que tiene en nuestro país, desde la Juventud Comunista haremos todo lo que esté en nuestras manos para lograr que este espacio se convierta en una ocasión en la que militantes comunistas y compañeros de los sindicatos, de las asambleas, de los espacios donde intervenimos, podamos convivir con camaradería, disfrutando y aprendiendo.
Para todos aquellas personas que estén interesadas en informarse, recomiendo encarecidamente contactar con el colectivo más cercano de la Juventud Comunista o escribir directamente al correo Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla con el objetivo de obtener información sobre las actividades programadas o las tarifas previstas cuyo objetivo es única y exclusivamente lograr que el evento pueda celebrarse.
Domènec Merino
Responsable de Formación de los Colectivos de Jóvenes Comunistas