La verdadera realidad de los jóvenes españoles en Francia

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En esta sexta edicón de "Explotados por el mundo" conversamos con Rocío que nos traslada hasta Francia. Diferentes motivos son los que empujan a los jóvenes a mendigar un trabajo precario fuera de sus fronteras: Estudiantes que no pueden pagar las tasas universitarias, que no pueden acceder a una vivienda, el paro y la precariedad son motivos que empujan a emigrar de España.

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Francia presume de haber sido tradicionalmente uno de los principales países de acogida de emigrantes, de exiliados y expatriados, de millones de obreros y obreras que buscaron un trabajo y mejores oportunidades fuera de sus fronteras. El discurso de la burguesía francesa sigue siendo este, el del país defensor de las ideas liberales que luchó por la libertad, la igualdad y la fraternidad. Pero, ¿es esto realmente cierto? ¿Hasta qué punto estas tres palabras, símbolo internacional de la más famosa revolución burguesa de la historia de Europa, se identifican con la realidad de los jóvenes de extracción obrera y popular que hoy cruzan los Pirineos para instalarse en este país?

Son aproximadamente 215.000 personas nacidas en el Estado Español que hoy residen en Francia. La comunidad española es heterogénea, distribuida por toda la geografía de este país (aunque con mayor presencia en las grandes ciudades, París a la cabeza, y en las regiones del suroeste). Distinguimos también entre aquellos que llevan varios años ya instalados frente a los miles de jóvenes que en los últimos tiempos se han visto obligados a mendigar un trabajo fuera de sus fronteras. Son estudiantes que no pueden hacer frente a las tasas de las universidades españolas y buscan continuar sus estudios en Francia, donde un Máster en una universidad pública cuesta alrededor de 500€. Son también agricultores, obreros de la construcción y de obras públicas o profesionales de la sanidad que avocados al paro y a la precariedad y que, como bien definió Marx, "solamente poseen su fuerza de trabajo", llegan a Francia esperando un trabajo digno. Muchos de ellos con estudios, otros apenas están empezando a aprender el francés, ¿qué es lo que aquí encuentran?

P.H.R. reconoce que su mayor problema para encontrar un trabajo en Francia es el mero hecho de no ser francesa. "Se supone que la U.E. facilita el acceso al trabajo para ciudadanos comunitarios, pero aunque las trabas legislativas son menores en mi caso que para compañeros venezolanos o mexicanos, las empresas francesas prefieren no contratar a extranjeros". Otra emigrada pregunta en un conocido foro de internet si le merece la pena hacer la "atestación comparativa", es decir, el trámite de reconocimiento, de su Licenciatura, para facilitar la búsqueda de empleo. Reconoce que duda en si invertir tiempo y dinero (cuesta aproximadamente 70€) pues no tiene muy claro que vaya a conseguir un empleo en su categoría profesional. C.S.M. está estudiando en la universidad de Lyon II, pero a la vez trabaja "cuidando niños y limpiando y haciendo de comer en casa de un chico". Son varios los relatos que reconocen que es relativamente fácil encontrar un trabajo para compaginar los estudios, pero vemos como estos son, por lo general, mal pagados. Pues aunque el salario mínimo en Francia prácticamente doble la cifra española, y ronde los 1.100€ al mes, encontrar un trabajo de jornada completa es cada vez más difícil.

Sin embargo, uno de los principales problemas a los que los jóvenes españoles emigrados se enfrentan en Francia es el de la vivienda. En las grandes ciudades, y más en los meses de apertura de un nuevo curso escolar, la oferta de alquileres es muy ajustada en relación con la cantidad de candidatos que buscan piso. Caseros que piden como requisitos fianzas de varios meses de alquiler, con garantías de alguien que trabaje en Francia o cuyos ingresos mensuales cuatripliquen el precio del alquiler, convierte la búsqueda de alojamiento en una pesadilla. Para los recién llegados, poder enfrentarse al precio de los alquileres franceses, teniendo en sus cuentas bancarias sus exiguos ahorros españoles, obliga a hacer auténticos malabares. Una habitación en un piso compartido, en una ciudad grande, rara vez baja de los 400€ mensuales, gastos no incluidos. Es cierto que el gobierno francés ofrece una ayuda económica a los estudiantes y trabajadores para pagar la vivienda, la llamada CAF (Caisse d'Allocations familiales), pero las trabas burocráticas para acceder a ella son infernales, sobre todo para aquellos que no dominan la lengua, y muchos no cumplen los requisitos.

Empleo, vivienda... Los jóvenes trabajadores que deciden buscar nuevas oportunidades en Francia deben hacer frente a un tercer problema, reconocido por lo general como el más difícil de solventar, el de la adaptación. La diferencia lingüística es, a menudo, el primer factor que dificulta la integración en el nuevo país. Muchos llegan a Francia sin controlar la lengua, y la aprenden asistiendo a cursos de francés (que por lo general son bastante caros), o poco a poco, de forma empírica. Como caso opuesto, P.H.R. lleva ya varios años en Francia y domina el francés, pero ve como "la barrera lingüística siempre queda ahí, para mi especialmente es un peso en mi trabajo, y aunque a los franceses les encanta el acento español, siempre me tratarán como no-francesa por ello". Pero las principales diferencias entre ambos países, geográficamente fronterizos, son culturales. Por lo general, como apunta L.M.M., "la principal diferencia cultural es el trato del tiempo libre", pues "los franceses son más de estar en casa y les cuesta empezar relaciones". Efectivamente, el ocio en Francia no está al alcance de todos los bolsillos, lo que ha provocado el surgimiento de pautas sociales más individualistas.

La nostalgia es un elemento común en el colectivo español emigrado. La mayoría admiten que, si pudieran, regresarían. Su experiencia en Francia les ha permitido, a aquellos que han conseguido quedarse, conseguir un trabajo, en muchos casos precario, pero que les permite vivir...¿pero a qué precio, en qué condiciones?

Libertad, igualdad, fraternidad.. No, los jóvenes españoles en Francia vemos como detrás de estas palabras, vacías de significado en la práctica, no se escondía el verdadero sueño de los y las trabajadoras del mundo.

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