La lucha contra el ERE de Vodafone-ONO

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El pasado año la empresa de telecomunicaciones Vodafone-ONO comunicaba a la plantilla su decisión de echar a la calle a 1300 trabajadores y trabajadoras en todo el Estado con el pretexto de una reducción de beneficios el último año junto con la búsqueda de una mayor eficiencia y productividad tras la fusión de ambas empresas. Dicho de otro modo: para que los dueños del monopolio pudiesen embolsarse más beneficios debían abandonar a su suerte a 1300 trabajadores y trabajadoras. Desde Tinta Roja hacemos un repaso de los momentos más importantes de la lucha y analizamos algunas claves que vinieron a determinar su desarrollo y desenlace.

Una vez anunciado el ERE el Comité de Empresa formado por CCOO, UGT y STC programó una serie de movilizaciones para presionar en la mesa negociadora la retirada el ERE. Concentraciones en lugares céntricos donde el conflicto pudiese ser visible para atacar a la marca, una manifestación en Madrid con miles de trabajadores venidos de todo el Estado y también se programaron inicialmente tres días de huelga.

Tras cada reunión con la empresa los representantes sindicales se reunían con el resto de la plantilla en asambleas informativas. Pero la dirección de la lucha se llevaba desde las reuniones del Comité de Empresa, unido débilmente entre sus diferentes secciones sindicales.

Luego de varias reuniones entre Comité y Dirección con cierta presión en la calle la empresa hace una serie de pequeñas concesiones que aunque seguían contemplando más de 1.000 despidos vinieron a hacer estallar por los aires la débil unidad sindical.

UGT y STC vieron con buenos ojos las concesiones e incluso se comenzó a negociar las condiciones de los que se quedaban, abriéndole a la empresa una herramienta más para dividir y vencer a la plantilla. CCOO por su parte se mantuvo firme en el rechazo al ERE pero se encontraba en minoría en el comité. También se oponían otras organizaciones sindicales más pequeñas de diversos territorios del Estado que tampoco tenían prácticamente representación.

Fue la ausencia de una asamblea de trabajadores decisoria que fuese capaz de cimentar la unidad de acción sindical en base a acuerdos mayoritarios lo que permitió la fractura total de las herramientas de lucha de la plantilla. Mientras CCOO mantuvo la convocatoria de tres días de huelga, UGT y STC la redujeron a sólo uno y convocaron a una asamblea al día siguiente, donde se preveía informar del acuerdo que se perfilaban a alcanzar.

Los que continuaban firmes en la voluntad de luchar por la retirada del ERE veían como la correlación de fuerzas en el comité se deslizaba hacia la claudicación y la única posibilidad de seguir luchando pasaba porque la asamblea informativa convirtiese su carácter de mero auditorio de espectadores a un verdadero órgano de dirección y democracia obrera.

El día antes de cerrarse el período de negociación UGT y STC presentan en la asamblea su propuesta de firmar el acuerdo con 1059 despidos y unas condiciones un poco menos malas que las impuestas inicialmente por la empresa, argumentando que de no alcanzar acuerdo se iría a un juicio en donde se perdería con total seguridad y los despidos se harían entonces de la manera impuesta inicialmente por la empresa. Argumentaban además que ganar el juicio tampoco era garantía para que el ERE no se volviese a presentar, esta vez mejorando un poco las formas.

¿Pero acaso es garantía de que no habrá futuros EREs precisamente su aceptación? Dentro del sistema actual, donde todo el aparato judicial está estrechamente controlado por los patronos. La única garantía para defender los derechos más elementales pasa por todo lo contrario, pasa por la lucha sin concesiones que haga pensárselo dos veces a la empresa antes de cometer alguna tropelía.

Ese día la asamblea informativa no lo fue, por todo el Estado la propuesta de firma se sometió a votación y las noticias de sus resultados corrieron por todos lados: había ganado el NO ACUERDO.

Pero era pronto para celebrar pues los promotores del acuerdo desconocieron como vinculantes los resultados de esas votaciones y decidieron que sólo se debían a sus afiliados y por tanto era la única autoridad que reconocían, renegando de la asamblea de trabajadores y actuando contra sus acuerdos.

Aquí nos encontramos con otra debilidad de la plantilla: su escasa afiliación sindical. STC y UGT se basaron pues en sus propias votaciones internas para acabar firmando un acuerdo en contra de la voluntad mayoritaria.

CCOO por su parte mantuvo su posición y aceptó como vinculante la decisión mayoritaria denunciando el ERE y llevando al monopolio a los juzgados. Pero en los juzgados los trabajadores no podemos obtener victorias si no organizamos en la calle y en los propios centros de trabajo la presión necesaria capaz de contrarrestar la influencia que los capitalistas hacen de todas las instituciones estatales que a fin de cuentas controlan. Y así fue que hace unos pocos días los tribunales desestimaron la demanda interpuesta contra el ERE.

De la lucha contra este ERE debemos sacar las conclusiones pertinentes que permitan defendernos cada vez mejor de los ataques a los que día sí y día también nos someterán los empresarios. Sin ir más lejos estos mismos días comienza otra lucha en las teleco: Orange y Jazztel acaban de anunciar un ERE para 550 trabajadores y trabajadoras. Los empresarios habrán estudiado con detenimiento el desarrollo de la lucha en Vodafone-ONO, nosotros debemos hacerlo también para arrancarles una victoria.

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