Los exámenes de enero

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Quedan pocas semanas para las vacaciones y el curso aprieta. Es hora de presentar trabajos, hacer exposiciones y estudiar para exámenes parciales, algunos de los cuales llegarán a significar un 30% de nuestras notas finales. Pero, por fin, después de semanas de saturación y estudio bajo presión, llegan las esperadas vacaciones.

Algunos vuelven a sus ciudades natales, otros simplemente esperan la visita de familiares lejanos o se reúnen con amigos que hacía tiempo que no veían. Todos los que puedan pagárselo se atiborran de comida en Nochebuena, después el 25 y terminan de fiesta hasta el amanecer en Nochevieja, como he dicho si pueden pagárselo, sino, simplemente intentan relajarse en unas cortas vacaciones.

Llega el día 7 y algunos aún reciben regalos, una vez más, si les llega a su familia para pagar los estudios y el regalo, pero, de sopetón todo se tuerce. El día 8 un examen, el 11 otro, y ¿por qué no? otro el 14 y así hasta el final de enero. Las vacaciones han pasado demasiado rápido y los exámenes ya están aquí. El golpe que puede darse uno en estas vacaciones navideñas puede ser monumental, y es que no hay que fiarse de estas falsas vacaciones llenas, por cierto, de compromisos sociales ineludibles.

Salir de una cazuela hirviendo para caer en la sartén, de exámenes parciales, trabajos, presentaciones, a los finales, y entre medias escasos 20 días para estudiar toda la materia y atender a amigos y familiares que hacia tiempo que no veías. Esto está muy lejos del concepto de vacaciones, en el cual es uno mismo quien dispone de su gusto de su tiempo libre, de cómo pasarlo, sin verse coaccionado a entrar en ciertas dinámicas sociales.

Pero no, los universitarios no tenemos otra opción, o estudias o suspendes. Y, cómo no, esta situación se agudiza entre los hijos de la clase obrera y los sectores populares, si no estudian (si disfrutan plenamente de sus vacaciones) suspenden, si suspenden se quedan sin la beca que necesitan para pagar sus estudios; si necesitan acudir a una biblioteca pública en estas fechas tendrán mayores limitaciones en los horarios; si el estudiante no entiende algo o quiere refrescar lo estudiado en clase no puede acudir a tutorías, los profesores sí están de vacaciones, si la familia del estudiante tiene una renta suficiente podrá pagarse clases particulares, si no, pues que se las apañe él solo.

Lo cierto es que los estudios son sólo para quienes puedan pagárselos. No se trata solamente de la matrícula, sino también de otros costes accesorios como libros, ordenador o clases particulares. Pero más allá de esto cabe preguntarnos qué clase de estudiantes, esto es, futura mano de obra, desean los ideólogos del plan Bolonia y otros planes universitarios.

Por otro lado, las vacaciones de navidad no son suficientes para preparar los exámenes finales, menos para ciertas carreras que concentran el estudio al final del cuatrimestre ya que no son de evaluación continua.

La consecuencia de esta situación es que nos arrebatan las vacaciones navideñas, aunque nadie renuncie totalmente a ellas, lo que están haciendo es meter más presión a unos estudiantes que de por sí ya soportan bastante. Nos obligan a decidir entre estudiar o disfrutar de nuestro tiempo con familiares o amigos. Es otra lección que le toca aprender a la juventud, la de aguantar la presión y el trabajo que nos imponen sin derecho a réplica. Nos acostumbran a ser sumisos ante la sobrecarga de trabajo, mecanizan el estudio convirtiéndolo en un mero acto de memorizar o resolver problemas matemáticos. Un estudio mecanizado no genera nuevos conocimientos, no es ciencia, no aporta nada a la sociedad, sólo mano de obra adecuada para trabajar en las distintas empresas capitalistas sin cuestionarse la situación laboral establecida. Si toca meter más horas extra, pues se calla y se hace, como ya lo hicieron en la universidad. Esa es la mentalidad que desean que tengamos, y lo que se nos enseña. Vivimos por y para el estudio, vivimos por y para las ganancias capitalistas pues somos mercancías y las mercancías no tienen otra razón de ser.

Así es, el culpable de que pasemos estas navidades hincando los codos sobre la mesa hasta caer dormidos es de un sistema universitario que pretende sacar todo el tiempo posible a los alumnos con el objetivo de mecanizarlos.

Es necesario, por tanto, elaborar un nuevo sistema universitario, cuyo principio no sea la adecuación que los estudiantes al capitalismo (y por tanto a la lógica de la obtención de ganancias por encima de todo) sino que rija el principio de la creación de conocimientos. No se trata de crear trabajadores robotizados, de amargar incluso las vacaciones navideñas de los estudiantes sino de otorgar las herramientas adecuadas para el estudio, la investigación y el desarrollo de los estudiantes, incluidos los hijos de la clase obrera.

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