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Teatro narrazione: La memoria colectiva quiere hablar

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Es bastante común la percepción de que Italia y España, a pesar de sus diferencias, son países hermanos, con una enorme conexión entre ellos. Y no es una idea errónea: a lo largo de la historia han sido numerosas las influencias culturales que han tenido ambos países entre sí. En el ámbito de la literatura, sin ir más lejos y por usar un ejemplo conocido, son fundamentales las formas métricas desarrolladas en Italia para entender la poesía de Garcilaso de la Vega, uno de los grandes literatos del XVI. En el caso inverso, autores como Unamuno o Cervantes tuvieron también un peso en las creaciones culturales italianas. También a nivel histórico, la Guerra Nacional Revolucionaria, entre 1936 y 1939, fue una experiencia importante para la Italia, que la acabó integrando en sus discursos y literatura bajo el nombre de Guerra di Spagna.

Por todo esto, por el enriquecimiento cultural que históricamente ha supuesto conocer la realidad italiana, nos proponemos acercaros un modelo de teatro de enormes posibilidades que se ha impuesto en Italia en los últimos años. Nos referimos al llamado Teatro narrazione.

El eje sobre el que pivota este “teatro narración”, al menos en su forma más pura, es un único actor sobre el escenario, sin ningún tipo de caracterización, vestuario especial ni escena definida, que narra una historia a su público durante toda la función. La cuestión fundamental aquí, y que lo aleja de ser un simple monólogo teatral, es que el teatro narrazione se marca como objetivo, ante todo, la conservación de una “memoria colectiva”[1]. El elemento fundamental, evidentemente, es la narración, tanto en su contenido como en su forma. Por lo tanto, lo indispensable es cómo el actor, desde la simplicidad de ir vestido “de calle” consigue emocionar y transmitir a su espectador la memoria colectiva, los recuerdos del pueblo de una determinada zona.

Estas dos características, es decir, la conservación de la memoria colectiva y las escasas necesidades logísticas (de escena, de caracterización y hasta de personal, pues generalmente el actor es a la vez el dramaturgo y al director) dotan al teatro narrazione de un potencial inmenso para canalizar las necesidades culturales de la juventud obrera y popular. Apenas un par de jóvenes con necesidad de expresarse podrían unirse, escribir la historia que desean contar y llevarla a los parques, a las calles, a los barrios. No hacen falta luces, vestuarios, escenas, no hacen falta grandes compañías teatrales: sólo es necesario fijarse el objetivo de evitar que pasen desapercibidos los sucesos que más han afectado a la vida en nuestro entorno, de ofrecer un nuevo análisis sobre ello, de canalizar las emociones que han producido en nuestros lugares de vida.

No es de extrañar, por lo tanto, que esta “memoria colectiva” que los dramaturgos rescatan sea, en una cantidad abrumadora de casos, la voz de una conciencia popular oprimida. Podemos poner el ejemplo de Il racconto del Vajont de Marco Paolini, una de las más reconocidas obras de este tipo de teatro. En ella, durante algo más de dos horas, Paolini analiza el desastre de la presa de Vajont, una megaconstrucción hídrica que en los años 60, por un deslizamiento de rocas, generó un tsunami que arrasó varias localidades, provocando la muerte de casi 1.500 personas. En este caso, la narración de Paolini pretende rescatar la memoria colectiva de esos pueblos destruidos, de las víctimas mortales, de sus familias.

Pero la memoria colectiva no atañe sólo a eventos de ese tipo. Podemos encontrar historias de lo más variado: desde la narración de Ascanio Celestino en Scemo di guerra, donde explica la experiencia de su padre en Roma en los últimos momentos de la ocupación nazi de la ciudad, a Non c’è mai silenzio de Elisabetta Salvatori, sobre un terrible accidente de tren ocurrido en 2009.

Pero el teatro narración también ha encontrado caras más simpáticas, menos trágicas, como la del siciliano Davide Enia con su familia en el histórico partido de fútbol en el que Italia se impuso por tres goles a dos ante la todopoderosa Brasil; un partido que forma una parte importante de la mitología futbolística italiana. Así, en su obra Italia 3 – 2 Brasil, Enia nos narra el episodio, mezclando los momentos más cómicos sobre cómo vivió aquel partido en su casa con la difícil historia del futbolista brasileño Garrincha, que sufría una desviación en una de las piernas.

A medida que el teatro narrazione fue evolucionando, se fue fusionando con otros géneros como la música o el teatro de marionetas, y saliendo de los recintos teatrales. En este sentido es muy famosa la representación de la ya mencionada Il racconto del Vajont, precisamente, en el entorno de la propia presa hidráulica.

Por los rasgos aquí descritos, consideramos que una propuesta teatral de este tipo puede ser particularmente interesante para la juventud también en nuestro país. No nos resulta difícil imaginar una juventud que, colmada de ganas de comunicar, llene cada plaza con los episodios más traumáticos de su barrio, con sus luchas y sus esperanzas, con las experiencias de sus abuelos y las memorias de sus tatarabuelos, con las luchas en sus centros de trabajo. Más allá de las innumerables aportaciones que tiene el teatro para la vida de quien lo practica, el teatro narrazione supone una oportunidad inmejorable para dar una forma artística que ayude a conocer la vida de nuestros barrios, que ayude a conocer nuestra historia. Que ayude a salvar, a fin de cuentas, nuestra memoria colectiva.



[1] Tomamos el término de “memoria colectiva” del artículo Teatro, narrazione e memoria civile: proposta per un festival dei Racconti per la Pace a Sant’Anna di Stazzema, de Deborah Caponecchi.

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