La usura reaparece a expensas de la juventud

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En un contexto de crisis económica llegar a final de mes es un verdadero reto para las familias de clase trabajadora. Muchos no lo consiguen, ven como se amontonan facturas de luz, gas, agua... cuyos precios suben cada vez más. Se encuentran entre la espada y la pared, y en su desesperación caen en las garras de los usureros.

La usura es una de las facetas más parasitarias de nuestra sociedad, sin crear ningún tipo de riqueza se apropian del dinero de los trabajadores. Exactamente como los bancos o los empresarios, pero existe una pequeña diferencia, estos prestamistas no son unos prestamistas cualquiera, son elementos marginales que se aprovechan de aquellas personas más desprotegidas y golpeadas por el capital, imponiendo tasas de interés impagables. Cuanto menor es la capacidad de pagar, más alto es el interés. Y no les importa a los usureros que el deudor no pague a tiempo, saben que acabará pagando, y con unos beneficios extraordinarios para el prestamista, la ley del capital así lo impone, las deudas hay que pagarlas, de un modo u otro.

Hoy en día, cuando la clase trabajadora ha sido brutalmente golpeada, la usura prolifera, así lo denuncian la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y Facua, que se pronuncian en favor de los damnificados. Son principalmente empresas que se publicitan en páginas web las que practican la usura, y si bien se registran en la Subdirección General de Calidad y Cooperación en Consumo, que depende del Ministerio de Sanidad, son las Comunidades Autónomas las encargadas de sancionarlas por usura. Esta división de poderes limita la persecución de la usura hasta el punto de que sólo las organizaciones de consumidores la denuncian. Así es, el estado y la justicia poco hacen en contra de esta lacra, si bien se ganan algunos casos en los tribunales, también encontramos usura dentro del marco legal como por ejemplo Cofidis, cuyos créditos llegan a tener un 24,51% de interés.

No es casualidad que estos usureros se publiciten en internet, por un lado así es más difícil detectarles, por otro lado internet es una vía fácil para llegar a uno de los sectores populares más afectados por la crisis: La juventud. Los jóvenes de extracción popular, al ser de orígenes humildes, a la hora de construir su proyecto de vida se ven obligados a acudir al crédito, no tienen otra forma de conseguir el dinero necesario para independizarse, pues en este sistema nada es gratis. Así pues, el precio de elegir una vida propia e independiente para la juventud puede ser estratosférico, con intereses de hasta el 4.500% TAE. Este interés es totalmente desorbitado, pero para alguien que necesita una pequeña cantidad de dinero inmediatamente suele obviar el interés, o simplemente aceptarlo por no tener otra opción. Lo que al principio es una suma pequeña de dinero a pagar en poco tiempo (minicrédito), pronto se convierte, con el más que probable impago, en una gran suma de dinero a pagar a largo plazo tras incumplir el primer pago, así la deuda se incrementa constantemente, se exprime al deudor hasta dejarlo totalmente seco. Resulta ser una forma excelente de encadenar, aún más, a la juventud.

Cuanto más difícil es independizarse, cuanto más cara es la vida diaria, más oportunidades aparecen para los usureros, la miseria atrae a la miseria, nos encontramos con otra faceta más del expolio que sufren los sectores más desfavorecidos de la población, con otra barrera más que la juventud tendrá que sobrepasar.

Queda claro que los jóvenes nos movemos en un ambiente hostil en el cual, si no te roba el patrón, si no te roba el banco, y si estás desesperado, te roba el usurero. Se aprovechan de nuestra desesperación, de nuestra necesidad, por ello es necesaria la unidad, en tanto que unidos somos fuertes. ¿Dónde queda la solidaridad popular? ¿Dónde están los centros sociales? ¿Dónde quedan las cajas de resistencia? Es necesario crear una alternativa al expolio que nos imponen, ya que en la solidaridad, en nuestra unidad y organización, reside una fuerza mucho mayor de lo que nos imaginamos, suficiente como para lograr la independencia de la juventud.

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