El alto precio de las inscripciones y las malas condiciones en las liguillas de fútbol

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Son muchos los jóvenes españoles que les encanta jugar al fútbol en su barrio, que les gusta la sensación de jugar cada domingo junto a su grupo de amigos para pasarlo bien y practicar el deporte que más les emociona; pero hoy en día, incluso eso, se ha convertido en algo que exige de grandes esfuerzos económicos para muchos jóvenes, especialmente los de familias obreras, a lo que se suman las malísimas condiciones de juego y las pésimas infraestructuras. Desde Tinta Roja publicamos la visión de este problema de dos jóvenes, Bruno desde Madrid y Luis desde Valencia.

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Bruno DPF desde Madrid

Este mes de septiembre comenzaron las inscripciones para una nueva edición de los Juegos Deportivos Municipales organizados por el Ayuntamiento de Madrid, juegos que representan una de las pocas ofertas deportivas para la juventud obrera de los barrios de Madrid.

Formar un equipo para los deportes de grupo como el Fútbol 7 es una auténtica odisea para una juventud en paro casi al 60%, a la que le es cada vez más difícil alcanzar los 600 euros de la inscripción más la equipación. Tampoco los jóvenes que disponen de un empleo lo tienen más fácil trabajando largas jornadas, incluso los fines de semana, con contratos basura y haciendo prácticamente imposible conciliar la vida laboral, familiar y de ocio.

Quienes aún en estas circunstancias consiguen formar un equipo y no pueden permitirse el pago de una liga privada mucho más cara todavía tendrán que enfrentarse a más problemas como la escasez de plazas o el mal estado de las instalaciones. En algunos distritos no existía manera de inscribir a un equipo de Fútbol 7 sin pasar la noche previa al inicio del plazo de inscripción haciendo cola a las puertas del Centro Deportivo. Más recientemente los propios jóvenes se han ido organizando para pasar lista a determinadas horas durante el fin de semana previo y así evitarse dormir en la calle. En otros en cambio, el propio Centro ha optado por hacer un sorteo entre todos los inscritos que sigue expulsando deportistas pero ahora basándose en el criterio del azar y ahorrándose el espectáculo de las colas nocturnas.

Todas estas dificultades que progresivamente van expulsando a la juventud de extracción obrera y popular del ejercicio del deporte para convertirla en meros espectadores tienen su cara opuesta en las multimillonarias inversiones en obras de infraestructura gigantescas destinadas por ejemplo a la organización de los juegos Olímpicos, que contrastan con los escasos 850.000 euros destinados a los Juegos Deportivos Municipales y sus 120.000 deportistas. Y es que el capitalismo a través de cualesquiera sean sus gestores necesita utilizar todo el fruto de nuestro trabajo no en favor de la organización de un deporte de masas sino exclusivamente en la financiación de obras que proporcionen un aumento del beneficio privado, y esto no se puede cambiar dentro del actual sistema, pues el sistema no puede sobrevivir si deja de incrementar sus beneficios.

Luis Muñoz desde Valencia

En España, sin lugar a dudas, el fútbol es el deporte más practicado, seguido y valorado por toda la sociedad y por tanto, es el deporte estrella también para el pueblo trabajador.

En cualquier barrio obrero, cualquier joven quiere regatear como Messi o correr como C. Ronaldo, sin embargo, la posibilidad de practicar deportes en unas condiciones dignas resulta cada día mas difícil para nosotros.

A mis 23 años, puedo decir que he jugado al fútbol desde que tengo 8 años y entre en el equipo del colegio, y hasta hoy, de una u otra manera no he dejado de practicarlo de forma activa.

Realmente, la etapa del colegio y del instituto me brindaba buenas oportunidades para poder divertirme con mis compañeros practicando mi deporte favorito, sin embargo, en ese momento no era capaz de ver una realidad que hoy en día se ha agravado y se agrava constantemente: no todos los chavales podían permitirse jugar en el equipo.

De hecho, yo mismo tuve que limitarme a entrenar cuando empecé a trabajar con dieciséis años, puesto que mi trabajo de fin de semana no me permitía ir a los partidos, que generalmente se jugaban los sábados por la mañana, y así, tan pronto como descubrí el mundo del trabajo pude sentir todas las limitaciones que el mismo me imponía.

Cuando empecé la Universidad, el panorama no mejoró, y pese a que la oferta del fútbol en la Universidad era realmente asequible (21€ al año) también era realmente clasista, puesto que ninguno de mis amigos del barrio podía participar en estas ligas por no estar estudiando en la universidad, por tanto, solo aquellos alumnos que querían cursar una carrera universitaria y podían pagarla, podían acceder a unas condiciones como estas.

A partir de aquí, realmente podemos hacer una distinción entre aquellos jóvenes que tienen un especial talento, y pueden continuar jugando en equipos que les permiten entrenar y jugar por un precio bajo o gratuitamente, los cuales se enfrentan como el problema de la semiprofesionalidad, que ni les permite vivir de practicar ese deporte, ni les permite conciliar de manera normal el deporte, el trabajo y la vida personal.

Por otra parte, tendríamos al resto de nosotros, a los que la única opción que nos queda son las llamadas ligas municipales o ligas de empresa. Estas ligas no tienen un precio extremadamente elevado, (aunque si es cierto que en la situación actual, de 20 a 50 euros mensuales sin contar el transporte y otros gastos pueden ser demasiado para una familia obrera) pero tienen otro tipo de problemas importantes, tales como la falta de instalaciones en buen estado, se limitan prácticamente a horarios nocturnos (puedes terminar a las 12 de la noche de jugar, lo que implica acostarse como mínimo a la 1 de la madrugada, para despertar al día siguiente e ir al tajo habiendo dormido 4 o 5 horas) solo están presentes en las grandes ciudades y en muchas ocasiones requieren acudir en coche (si se tiene) porque las instalaciones se encuentran a las afueras de las ciudades.

De este modo, el capitalismo nos pone todas las trabas posibles para hacer deporte, puesto que el deporte para los empresarios es visto como un negocio, mientras que para nosotros debe ser un derecho de cualquier persona.

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