Las becas Erasmus: Cada vez más obstáculos

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Cuando un estudiante se plantea que es lo que quiere hacer en los cuatro años que dura su grado, es bastante posible que al final termine pensando en irse a estudiar durante un año al extranjero. Pues bien, si es así, la forma más conocida de poder realizar este objetivo son las llamadas “Becas Erasmus”.

Estas becas se dividen en dos grandes grupos, las otorgadas por la Unión Europea, y las que se entregan por parte del ministerio del país de turno, según el nivel de conocimiento de idioma que tenga el destinatario. El primer gran problema que encontramos con este tipo de ‘ayuda’ es la forma en la que se adjudican, ya que no sigue un motivo estrictamente económico (lo cual aseguraría una mayor posibilidad de acceso a los estudiantes de extracción obrera y popular), sino que los criterios que sigue son tales que pueden terminar sirviendo de ayuda para gente que no lo necesita.

Si el estudiante que se planteaba irse de Erasmus consigue salvar este primer obstáculo, y obtiene la Beca, se va a encontrar con un segundo muro mayor si cabe que el primero, las cuantías. Y es que es sabido por todos que lo que se vende como una ayuda completa para ir a un país extranjero, dando igual el coste de la vida del país al que acudas, termina siendo un engaño. Las cuantías están divididas en tres grupos, otorgando mayor dinero a destinos como Dinamarca que a otros como por ejemplo Portugal. Esto solo consigue que en realidad solo aquellos que puedan permitírselo elijan entre todo el abanico de posibilidades, ya que para un estudiante de extracción popular, ir a una universidad localizada en una de las grandes capitales europeas, como Londres o Berlín, se torna prácticamente imposible.

Pero los problemas no acaban aquí. Aún queda el último, la fecha de pago. Si nuestro estudiante está esperando que le ingresen la cuantía de la beca antes, o inmediatamente justo después de salir de España, está muy equivocado. La mayoría de las becas se empiezan a pagar a finales de diciembre (entendiendo que el alumno ha empezado el curso en el extranjero en septiembre-octubre), pudiéndose dar el caso de que no sean ingresadas hasta los primeros meses del año siguiente al del inicio del curso. Esto hace que, salvo que las ayudas familiares puedan soportar los tres, cuatro o más meses que se producen hasta que llega la beca, el estudiante no pueda realizar el erasmus. Otra forma más de cortar las posibilidades de los hijos e hijas de la clase obrera.

Pero no podemos dejar pasar de lado que este no es sino otro intento más de expulsar a la clase obrera de los centros de estudio superiores. La amplia subida de las tasas a la que nos enfrentamos año tras año está haciendo que cada vez más estudiantes se vean obligados a terminar con sus grados antes de tiempo. Y, como es bien sabido por todos, con el intento de implantación del decreto 3+2 se puede terminar de dar la puntilla a las esperanzas de educación de calidad para la clase obrera, ya que, si los estudiantes se ven obligados a la realización de dos años de máster, con los costes que un curso de este tipo de estudios conlleva, la creación de estudiantes de primera y de segunda va a ser un hecho más claro de lo que ya lo es ahora. Porque volviendo al tema que estamos tratando, no se puede dejar pasar que el estudiante de Erasmus está obligado a pagar las tasas en la universidad de origen, no en la de destino, por lo que, de seguir subiendo las tasas al ritmo que lo están haciendo, el sueño de nuestro estudiante de irse un año al extranjero se va a acabar mucho antes de empezar.

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