Sonríe, que eres pobre.

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Muchas veces es sano preguntarse el porqué de las cosas. Pero cuando lees un artículo de El Confidencial que intenta convencerte de que "La desigualdad no genera infelicidad", es evidente quién quiere que pensemos eso. Salta a la vista que la afirmación echa aguas desde su planteamiento, pero aún así nos adentraremos dentro del artículo para desenredar parte de la realidad en torno a la desigualdad. Porque aun con todo, es interesante y nos vacunará contra futuros intentos/artículos.

Partiendo de que "La desigualdad no perjudica al crecimiento económico...", - capitalista me permito añadir-, nos queda el problema de qué pasará con los huérfanos de ese crecimiento económico, es decir las grandes mayorías explotadas de la sociedad. Y ahí reside la preocupación del autor: ya que son pobres, ¿por lo menos serán felices? que parece que es lo único que les queda. Su respuesta es: depende. Hay desigualdades malas y desigualdades buenas, todo depende de cómo las percibe la sociedad y cómo los individuos actúan frente a ella. En este punto, bajo una aparente lógica en el discurso, ya ha eliminado el problema de la desigualdad como realidad material, para trasladarlo a las personas, y su forma de verla.

Así encontramos malas actitudes frente a la desigualdad, las llama "ansiedad por el estado", que viene a ser "la insatisfacción derivada de que nuestra posición social sea relativamente inferior a la del resto." Estas provocan infelicidad frente a la desigualdad. En contraposición encontramos el factor bueno, el "factor esperanza", que es aquel que nos da felicidad al comprobar que hay gente que vive mucho mejor que tu, y que "a través de nuestro esfuerzo continuado" podremos alcanzar su posición. Para nuestra generación, esto ya suena a cuento chino, pero aún así hay gente que continúa con el discurso, evitando evidenciar que dicho ascenso se construye siempre sobre la explotación de otros, la ayuda de papá y su herencia o a costa de miles de emprendedores desafortunados.

Basándose en estos dos factores, continúa diciendo que hay que combatir la desigualdad que genera los primeros, y que restringe los segundos. La desigualdad buena, es aquella que permite al individuo promocionar y ascender, emprender y tener la esperanza de llegar a ser uno de los de arriba. Por lo tanto tiene que evitar el "parasitismo estatal en sus muy diversas formas (corrupción, tráfico de influencias, clientelismo, cazadores de rentas, prebendas legislativas, establecimiento de monopolios legales, etc.)" Porque hace ver a los individuos la desigualdad como insalvable e injusta. Pero detrás de todo esto, ya vemos como va asomando la patita el lobo. ¿En qué forma? En la de libre mercado, liberalismo económico, y políticas que no se plantean la creación de igualdad de oportunidades y eliminación de la explotación del hombre por el hombre, sino que siguen adorando a ese Dios, llamado capital, llamado libre mercado, cuyas "bondades" ya conocemos.

Para firmar el broche final del artículo, nombra al que sin duda es el firme enemigo de toda esta teoría que va relatando, el marxismo, en una frase que no tiene perdida: "Segundo, constituye una completa irresponsabilidad envenenar a la sociedad con el discurso de que toda desigualdad es necesariamente injusta: dar pábulo al discurso marxista de que toda riqueza se construye sobre la base de la explotación no sólo es dar pábulo a una superchería pseudocientífica, sino una superchería que extiende sin razón la infelicidad y que repercute negativamente —vía ruptura de la armonía social— sobre el crecimiento económico (lo que a su vez perjudica, de nuevo, al bienestar de las personas)."

Ahí es nada. Viene a decir que es malo hacer ver a los perjudicados/explotados las injusticias y las desigualdades que sufren, y niega a la vez que el origen verdadero de esa riqueza no sea el propio trabajo de los obreros y su explotación. Hacer este ejercicio de verdad con los explotados, es una irresponsabilidad porque perjudica el crecimiento económico - para unos pocos que tienen mucho -, porque perturba la armonía social, y todo ello deriva a su vez en más infelicidad. Nada de cambio o mejora social, no aspires a un cambio de tornas.

Resumiendo, este artículo quiere que no luchemos para eliminar toda desigualdad, ya que en el sistema capitalista es inconcebible, y dañaría el crecimiento económico; sino que debemos eliminar la desigualdad que genere infelicidad, porque no da esperanza a la gente. Si esa esperanza se cumple o no da lo mismo, lo importante es que sea feliz esa gente, con una zanahoria delante. Y porqué no habla de esa consecución de la esperanza, porque la alternativa, la salida consecuente de los explotados es librarse de las cadenas, y solo vislumbrar ese objetivo da más felicidad y fuerza que cualquier vana esperanza de mejora en este sistema.


Fuente: http://blogs.elconfidencial.com/economia/laissez-faire/2017-03-12/la-desigualdad-no-genera-infelicidad_1346922/