No son recortes, es lucha de clases

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Álvaro Cremades

Miembro del CC de los CJC

El canallesco gobierno de los monopolios, puesto hoy en las manos del Partido Popular, intensifica su labor de zapa contra los exiguos y ya mermados derechos que la clase obrera había arrebatado a la oligarquía española a través de la lucha. No obstante, ejemplos como el de la Huelga General convocada el pasado 14 de noviembre ponen de relieve que la resignación no será nunca una opción ante tan aciago panorama, y que oportunidades como esta, en las que las contradicciones entre las fuerzas del capital y las fuerzas del trabajo se hacen mas visibles, ofrecen amplias y valiosas perspectivas para la Juventud Comunista, pues tal y como afirmaba Lenin, ''sólo la lucha educa a la clase explotada, sólo la lucha le descubre la magnitud de su fuerza, amplia su horizonte, eleva su capacidad, aclara su inteligencia y forja su voluntad''. Pero como no podía ser de otra forma, las organizaciones del reformismo y el oportunismo tratan de confundir a la clase obrera y a la juventud de extracción popular a través de todo tipo de juegos de manos para hacerla luchar por intereses que no son los suyos propios, mediante un programa que también le es ajeno.

Pongamos un ejemplo. Lo que actualmente se conoce como lucha contra los recortes no es mas que una expresión esencialmente primaria del rechazo de la clase obrera y los sectores populares al continuado empeoramiento de sus condiciones de vida y trabajo. Como es natural, una ofensiva de tal magnitud como la que desata hoy la oligarquía obtiene una respuesta inmediata, que de forma espontánea se sitúa dentro del terreno del mero reformismo, cuyas propuestas no transcienden en ningún caso la propuesta involutiva de retrotraer el desarrollo del capitalismo a las condiciones de hace una década. Esa lógica lampedusiana, que aspira a ''cambiar todo para que todo siga como está'', excluye mediante todo tipo de razonamientos cualquier consideración que sitúe a la clase obrera como sujeto histórico, apelando a diferentes formulaciones que conducen sin ambages a sepultar a ésta con vida en el cieno de la ideología burguesa.

Como jóvenes comunistas, tenemos una alta responsabilidad de cara al desarrollo exitoso de esa pugna ideológica. Es preciso señalar, incansablemente, que en el marco de la actual formación económica y social del capitalismo español no existe posibilidad alguna de una gestión capitalista que no conduzca irremediablemente al empobrecimiento de las amplias mayorías obreras y populares, que lo que actualmente se ha venido a denominar ''neoliberalismo'' no es una opción política contrapuesta al ''keynesianismo'', sino que ambas forman parte de una misma tendencia natural del capitalismo en la actual fase de dominio económico y político por parte de los grandes monopolios. Tratar de dar la espalda a ese hecho constatado tanto por la historia como por los acontecimientos mas recientes y abrazar las ilusiones reformistas de aquellos y aquellas que aspiran a alcanzar ''una salida social a la crisis'' a través de toda suerte de ''procesos constituyentes'' significa, de facto, desechar la independencia política e ideológica de la clase obrera, desarmarla de sus mas fundamentales instrumentos y desproveerla de toda posibilidad de emancipación a través del socialismo. Tanto la socialdemocracia liberal, especialmente en situación de oposición parlamentaria, como la socialdemocracia reformista, intentan constreñir al movimiento obrero  precisamente en esas limitadas coordenadas, y tratarán de impedir mediante todas las formas imaginables que cualquier expresión del movimiento popular que se encuentre bajo su dirección rompa con la hegemonía del reformismo y se dote de un proyecto revolucionario, que constituya su alianza bajo el liderazgo de la clase obrera con otras fuerzas objetivamente interesadas en el derrocamiento del capitalismo y sus agentes.

Aún hoy, algunos pretendidos revolucionarios, tímidos y cobardes, avergonzados y vergonzantes por su oportunismo, nos señalan por reivindicar la construcción de una sociedad en la que el pueblo trabajador sea principal protagonista.''¡No se dan las condiciones!', exclaman, mientras evitan con todos sus esfuerzos que éstas lleguen a darse jamás. ''¡Habrá que dar algunos rodeos!'', afirman otros, que subestiman a la propia clase obrera y  parecen dejar para un futuro imposible la construcción de su poder. ''¡Eso es cosa del pasado!'', balbucean los últimos, mientras divagan acerca de la formulación teórica mas kitsch y ridículamente pretenciosa del momento. La juventud trabajadora y el estudiantado de extracción popular hoy se revuelve, hace sonar sus cadenas, cada vez mas angustiosas y pesadas. Que unos y otros tiemblen cuando consiga quebrarlas, pues junto a ellas desterrará toda distracción que encuentre en el camino de su emancipación.