No habrá paz social hasta la conquista del socialismo-comunismo

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Editorial Unidad y Lucha nº304, febrero 2013

Determinadas luchas obreras importantes, y con amplia repercusión de masas y en la opinión pública del país, terminan en una situación en la cual el capital consigue imponer su dictado. Pueden ser, en mayor o menor medida, los casos de la minería, la sanidad madrileña o el de Iberia Express. Luchas, todas ellas, de amplia proyección social y en las que finalmente la lucha obrera -más o menos consecuente según los casos, pero siempre importante- no ha conseguido imponer la primacía de sus intereses.

Desde agosto de 2007 el movimiento obrero en España ha perdido -de forma acelerada- importantes conquistas que fueron el resultado de luchas heroicas de decenas de años en las más difíciles condiciones. La represión sufrida por la clase obrera en ese período fue brutal: asesinatos en comisarías, despidos políticos, torturas, listas “negras”, etc.; agresiones que fueron enfrentadas por el movimiento obrero con una heroicidad ejemplar.

La burguesía recurrió a la represión generalizada de la forma más despiadada para tratar de evitar los avances de la clase obrera. Fraga, Martín Villa, Solís, junto a una pléyade de gobernadores civiles, jefes de policía y sicarios de todo tipo, fueron personajes señeros de esa brutal y despiadada violencia, muchos de ellos hoy reconocidos como notables “demócratas”. Fue significativo el caso del Comisario Matutes, que asesinó al obrero de la construcción Antonio González, saltándole sobre el pecho en comisaría, y que luego -en la Transición- sería nombrado “Defensor de los derechos del detenido”.

Ante estas brutales agresiones la clase obrera trata de reaccionar, desde el profundo desarme ideológico en que le dejó la Transición política y los pactos que suscribieron -también- las organizaciones reformistas, y en particular el PCE encabezado por Santiago Carrillo; a quien luego dio continuidad una generación de dirigentes que han llevado a esa organización histórica a convertirse en un Partido Socialdemócrata.

El reto actual del PCPE es el de demostrar que es capaz de jugar el papel de fuerza rectora en la recuperación de las posiciones de clase por parte del movimiento obrero.

Si la clase obrera sufre un mayor aumento de la explotación, si la destrucción de fuerzas productivas -que el capitalismo necesita realizar para intentar salir de la crisis-, está llevando a amplios sectores de la clase -y del pueblo-, a situaciones extremas de miseria y sobreexplotación, no podemos eludir que quienes nos reclamamos vanguardia revolucionaria estamos ante la obligación de dar la respuesta necesaria a las exigencias del momento. Y el momento es de confrontación y lucha.

Esta recuperación de las posiciones de clase tiene, ante todo, un elemento organizativo de la unidad de la clase que se concreta en la propuesta de creación de Comités de Unidad Obrera (CUO) frente al fraccionamiento sindical, y en la creación del Frente Obrero y Popular por el Socialismo como amplia alianza social hegemonizada por la clase obrera.

Pero los avances organizativos no se producen solo como resultado de una acción constante y consciente de la organización de vanguardia política, que se inserta en las masas trabajando con este objetivo. Hay otra vía simultánea, que es la movilización y la protesta contra cualquier situación de abuso y/o incremento de la explotación, por puntual y pequeña que sea.

El PCPE mantiene su llamamiento a la Huelga General como la herramienta principal de la clase obrera para golpear al capital; pero al mismo tiempo hay un plano del trabajo político que se tiene que concretar en miles de acciones de lucha que –como el caso de las limpiadoras del Hospital de Alicante- llevarán a la clase obrera a avanzar en su capacidad de organización a partir de su propia experiencia en la lucha por sus reivindicaciones más concretas, siempre que esas luchas se realicen bajo el paraguas de la lucha general por el poder obrero y el socialismo.

La suma de luchas puntuales -por el impago de unos salarios, por la subida de la electricidad, por el cierre de un servicio de urgencias, por la rebaja de salarios, etc.-, en una lucha general con orientación política hacia el poder obrero y el socialismo debe, por un lado, confrontar con las posiciones reformistas al tiempo que pone en dificultades las iniciativas políticas del gobierno.

Que el PCPE sea la organización que en todo el Estado, junto a los CJC, lidere estas luchas, y se convierta en el referente de las aspiraciones de la clase obrera, es nuestra apremiante responsabilidad actual. Para ello las células y los Comités Intermedios deben trabajar con esta prioridad de liderar la lucha de masas, buscando una alta politización de la clase obrera y de los sectores populares.

La suma de esas luchas combativas no debe dejar respiro a las clases dominantes, y debe crear un clima social de creciente y continuada combatividad frente a la guerra general que la burguesía desata contra la clase obrera. No habrá paz social hasta la conquista del socialismo-comunismo.

El sol no se puede tapar con un dedo

Al cierre de este número de Unidad y Lucha se publican los resultados de la EPA del cuatro trimestre de 2012. El PP cierra su primer año de gobierno con un estrepitoso fracaso de sus mentirosas promesas electorales. Seis millones de personas en paro, y un millón ochocientos mil hogares con todos sus miembros activos en paro.

Por otra parte el FMI advierte de que el año 2013 será aún peor para la economía española.

La respuesta del capital es aumentar el saqueo y la explotación de la clase obrera, en una guerra sin cuartel que cada día es más cruenta.

Por ello es más evidente que nunca que la clase obrera no tiene otra salida que luchar por la derrota del capitalismo, para construir el poder obrero y avanzar hacia la revolución. Y que solo será en la sociedad socialista-comunista donde se garantizará el empleo, la justicia social, la educación de calidad, la sanidad universal, el futuro para la juventud y para la mujer doblemente oprimida, y el desarme y la paz entre los pueblos. No hay etapas de transición ni atajos en el camino al socialismo, solo agudización de la lucha de clases y la confrontación creciente con las clases dominantes.