El medio audiovisual como herramienta de transmisión ideológica

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Son varios los artículos de Tinta Roja en la sección "Aprovecha el Fin de Semana" que han tratado acerca de series actuales y plenamente insertas en la vida de la mayoría de la juventud (Breaking Bad, The Wire, etc). Ahora que finalizamos este ciclo de series de actualidad, y dado que a este le precedieron varias criticas de películas en cartelera, se convierte en necesario que desde esta revista analicemos en qué manera el cine o las series de televisión sirven como correa de transmisión ideológica moderna igual que pueden servir los videojuegos o el sistema educativo.

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Desde la intelectualidad burguesa se trata de vender una división entre el cine sin más y un cine político o con contenido ideológico. Realizando esta falsa dicotomía se nos pretende vender que existe un cine bueno, metafísico y que trasciende a toda realidad concreta y que por contraposición existe otro cine malvado, que desvirtúa la esencia del cine, con intereses ocultos y cuyas pretensiones son el control de la población y el dominio social y cultural.

Al realizar este planteamiento, lo que se persigue es la asunción de la ideología de la clase dominante por parte de la clase dominada, de que sus valores son "valores universales" en contraposición de los valores que transmite el enemigo de clase, dando asi la visión de un cine no politizado y otro que sí lo está.

Al igual que otros tipos de arte, el medio audiovisual es la expresión de las ideas de su autor. Sin embargo sabemos que el mundo de las ideas viene determinado por el mundo material, es decir, por la realidad material que nos rodea y que nos inluye. Por lo tanto no es acertado entender que tanto las series que vemos cada jueves después de un largo día de trabajo, como la película que vemos en el cine el sábado por la noche con nuestra pareja serán no más que el reflejo de esas condiciones materiales en las que se desarrollan, y que como tal las ideas que las dan a luz serán las ideas concebidas en dicha realidad material, esto es: las ideas de la clase dominante.

Visto esto, podemos encontrar dos arquetipos de arte audiovisual: el cine con un contenido ideológico más sucinto, en el que no encontramos una apología ideológica propiamente dicha, sino que dicha ideología se manifiesta en la perpetuación o ejemplarización de los roles sociales o valores morales de la sociedad en la propia serie o película, o directamente el cine propagandístico puro y duro, que son usados dependiendo de las necesidades de la clase dominante en cada momento concreto. Las películas patrióticas durante la II Guerra Mundial, la exhacerbada censura norteamericana durante la Guerra Fría o las películas que enaltecen "la lucha contra el terrorismo" y la defensa de los valores "democráticos" son diferentes grados de transmisión ideológica dentro del arte cinematográfico.

El cine como arte supremo, como la gran cultura de masas, es probablemente el arte más efectivo de cara a la propaganda ideológica. A su vez, con el desarrollo científico-técnico del capitalismo y los avances en el campo cinematográfico, la transmisión ideológica se vuelve mucho más efectiva, permitiendo llegar a cualquier hogar del mundo y transmitir cualquier mensaje en tiempo récord. Ya no se necesitan Leni Riefenstahls ni D. W. Griffiths que documenten la majestuosidad del líder imperialista de turno o la magnificencia de la nación americana elegida por Dios. Es aquí donde entra en juego la propaganda anteriormente citada, menos agresiva pero más constante. Series de televisión programadas específicamente para "entretener" a la llegada del trabajo, cuando estamos más relajados y somos más receptivos. Encendemos la televisión y tenemos nuestra serie nihilista favorita, que nos explica lo importante que es nuestra libertad individual por encima del colectivo; cambiamos de cadena en el intermedio y ahí está esa otra magnífica serie acerca de la guerra en Iraq donde aparecen esos magníficos y varoniles soldados, y que casualmente ha sido premiada y galardonada hasta la saciedad.

Como hemos comprobado hasta ahora, no existe el cine desideologizado, o despolitizado, y todo producto artístico está influído por el contexto material en que el ser social del artista se ha desarrollado.

Sin embargo, el fin de este artículo seria un fracaso si el lector sacase la conclusión de que el cine o las series de televisión deben ser rechazadas por ser productos ideológicos contrarios. Esperamos que dicho artículo, así como todos los que lo han precedido en Tinta Roja, sirvan para que el lector comprenda y analice las películas o series que vea desde una interpretación clasista.

La clase obrera, como ya hizo en su momento, debe ser capaz de poner el arte a su servicio como ya hizo antes. Durante los primeros años de la Revolución soviética, existió un proyecto llamado cine-tren que se dedicó a recorrer toda la Unión Soviética, con la intención de que la clase obrera y los campesinos pobres del nuevo Estado soviético pudiera observar con sus propios ojos los logros que su propia clase, ahora en el poder, había conseguido. A su vez, en dicho tren viajaban no sólo cineastas sino todo tipo de artistas como el poeta V. Maiakovski, dispuestos a educar a las masas, a enseñarles a leer y escribir, a enseñarles a ser partícipes del nuevo Estado de obreros y campesinos que se estaba construyendo. Los "intelectuales" como S. Eisenstein o Dziga Vertov, con los medios de producción conquistados y puestos a su disposición consiguieron desarrollar las técnicas de montaje cinematográfico hasta tal punto que no podríamos entender el cine moderno sin ellos. Se convirtieron, parafraseando a Víctor Jara, en trabajadores del cine, y dotaron a los obreros de las herramientas necesarias para construir su propio cine, su propia literatura y en definitiva, su propio arte.


Las series y películas que hemos valorado Tinta Roja en nuestra sección "Aprovecha el fin de semana" han sido:

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