El trabajo temporal en la naranja, máxima precariedad para la juventud

 

 

El perfil del recolector del sector de la naranja se mueve también entre la juventud y los inmigrantes. Dos sectores especialmente vulnerables de la clase trabajadora que, sin esperanza de encontrar otro empleo, se embarcan en aquello que la Empresa de Trabajo Temporal les ofrece.

"Nos dicen que si queremos ir a trabajar ese es el precio que hay; lo tomamos o lo dejamos", explicaba en una entrevista reciente una trabajadora inmigrante, al periódico Mediterráneo.

El desempleo juvenil, bastante por encima del 50%, nos obliga, por necesidad, a aceptar los empleos más precarios, y además neutralizan la actividad sindical y la posibilidad de la lucha por las mejoras laborales.

En concreto, en la recolección de la naranja, actualmente los trabajadores deben organizarse ellos mismos para desplazarse a los lugares, no siempre en su localidad o incluso provincia; cobran, por ejemplo, el cajón de la variedad clemenula a 1.20, mientras el convenio especifica el precio de 2.25. Las jornadas laborales pueden llegar a durar 10 horas, produciendo un beneficio irrisorio para el trabajador.

Estas condiciones, es evidente, no proporcionan a la juventud ninguna posibilidad de emancipación, ni tan siquiera, en ocasiones, la simple posibilidad de aportar un sueldo a la manutención de nuestra familia.

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