[Tinta Roja 26] El poder de los obreros comerciales: impedir que el capitalista cierre la ganancia

El desmantelamiento de la industria española como consecuencia de la entrada de nuestro país en la Unión Europea y el despunte del "sector servicios", dio lugar a innumerables discursos que negaban la existencia de la clase obrera.

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La gran cantidad empleos que observamos en la actualidad relacionados con el comercio, tratamiento de la información, gestión, marketing, publicidad, comunicación, etc., dio lugar a la posibilidad de constituir distintas corrientes ideológicas que negaron la lucha de clases, tanto desde la derecha, por cuanto la clase obrera industrial había sido diezmada y por tanto, decían, ya no existía; como desde la izquierda, ya que ante una clase obrera industrial disminuida, defendieron que el elemento creador de valor ya no eran los trabajadores sino la fábrica social, es decir, la sociedad en su conjunto, en interrelación con los trabajos intelectuales o cognitivos. Para esto, negaron la teoría del valor-trabajo y así la teoría de plusvalía de Marx. Ya no era la clase obrera la que todo lo produce sino la multitud o, como dicen hoy día, la gente. A esto se le llamó capitalismo cognitivo, y al trabajo de esta multitud "trabajo inmaterial", teorizado principalmente por Antonio Negri y Mauricio Lazzarato y defendido por el oportunismo actual. Pablo Iglesias, actual líder de PODEMOS, dijo al respecto: "la nueva mercancía cognitiva no es mensurable en unidades-tiempo o medidas-producto, es imprecisa e irreductible a cualquier ecuación de tiempos sociales medios, lo que desactiva la famosa ley del valor-trabajo marxiana" (Iglesias, 2005). Con esto, Iglesias está situando que no funciona ya la ley del valor-trabajo, ya que las mercancías actuales, resultado de un trabajo inmaterial, no incorporan parte del valor del trabajo producido por los obreros y medido en unidades temporales, sino que es un algo que no se puede medir, generado por una red de subjetividades (mentes) que en última instancia dan lugar a la aparición del valor de las mercancías.

Si toda aportación y desarrollo de la ciencia marxista es bien recibida y un deber de todo comunista, estas teorizaciones caen más bien en su "revisión" y negación de los principios que la fundamentan. ¿Cómo pensar hoy desde el marxismo todos estos empleos no ligados directamente con la producción industrial? En el Tomo III de El Capital encontramos la formulación teórica de este problema y muchas pistas para resolverlo. Marx demuestra en el Tomo I que la generación de valor y la consiguiente extracción de plusvalía se produce en el proceso de producción y no en el de circulación. Si en éste último no se produce nada, ¿qué papel tendrían las trabajadoras de las tiendas de ropa, los camareros, las operadoras de telemarketing, los comerciales de productos...?

Marx dice que el "trabajador de comercio es un asalariado como cualquier otro" en la medida en que su salario se determina por los costos de la reproducción de su fuerza de trabajo. No crea valor porque se sitúa en la esfera de la circulación, pero el capitalista comercial no puede vivir sin él porque "a pesar de no crear plusvalor, crea empero para él apropiación de plusvalor". Esto significa que sin los obreros comerciales el capitalista no logra "realizar" la plusvalía, en el sentido de que la mercancía tiene que ser vendida para que finalmente el burgués se pueda apropiar el plusvalor. Los obreros comerciales no producen así plusvalía pero son poderosos en tanto que pueden interrumpir el ciclo de rotación del capital, y por tanto paralizar la ganancia tanto del capitalista comercial como industrial.

Marx expone que inicialmente los obreros comerciales son los mejor remunerados, pero que hay una tendencia histórica a que esto deje de ser así: "la fuerza de trabajo de esta gente se desvaloriza a medida que avanza la producción capitalista; su salario disminuye mientras aumenta su pericia laboral". Cuanto más avanza la ciencia y la instrucción pública, más fácil es que cualquiera pueda realizar el trabajo comercial, lo que hace que se deprecie esta fuerza de trabajo. La precariedad del mercado laboral juvenil y los sectores a los que está destinada la juventud obrera es una buena muestra de ello.

Para Negri y Lazzarato la sistematización e implantación de trabajos relacionados con la esfera de la circulación, más concretamente, con las distintas técnicas que fomentan la venta acelerada de mercancías (publicistas, estadistas, gestores de información, etc.), nos lleva a desechar la ley del valor trabajo, en tanto que "el trabajo inmaterial produce [...] valor económico". ¿Es esto un argumento para refutar la teoría de Marx? No, en tanto estos tipos de trabajo son partes especializadas (si bien desarrolladas en función de distintas técnicas y tecnologías) de actividades relacionadas con el proceso de circulación. Defender el fin de la teoría del valor trabajo arguyendo el aumento de los trabajos relacionados con el proceso de circulación es tomar una causa por un efecto, ya que el crecimiento de la esfera de la circulación se da sólo cuando hay "más valor y ganancias que realizar" (Marx), siendo imposible encontrar la valorización en la esfera de la circulación. Por esto Marx sostiene que "el aumento de este trabajo es siempre un efecto, y nunca una causa del aumento del plusvalor".

La teoría del trabajo inmaterial aparece así como una forma de vulgar empirismo, desarrollándose desde el hecho del incremento de los empleos no directamente fabriles, pero prescindiendo de un marco teórico desde el que realizar el análisis, lo que le lleva a plegarse a proyectos de otras clases distintas de la obrera. No es casualidad que el oportunismo de hoy día se nutra de fuentes como esta.


Descargas:


Índice del Tinta Roja Nº 26

Editorial, página 3

Movimiento estudiantil, páginas 4-5-6

Movimiento obrero, páginas 7-8-9

Otros frentes, página 10

Internacional, página 11

Historia, página 12

Formación, página 13

Partido, página 14

Cultura, deporte y ocio, página 15

Contraportada, página 16

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