[Tinta Roja 25] A qué denominamos oportunismo

Ahora que está de moda que organizaciones consideradas de "izquierdas" salgan en los medios de comunicación para decir mensajes camuflados de ideas "revolucionarias" pero por otro lado se posicionan bajo los intereses del capital, conviene definir como los comunistas hemos analizado este fenómeno.

Y no es otro concepto que el oportunismo. Pero para identificar bien qué organizaciones consideraríamos oportunistas  conviene definir lo que entendemos por esto. En este artículo trataremos de dar una  respuesta científica a este fenómeno con las herramientas que nos proporciona la teoría marxista-leninista; desenmascarando, de este modo, a toda organización oportunista que intente liquidar una determinada lucha y se posicione a favor de los intereses de la patronal y sus lacayos.

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Cualquier programa político esconde detrás de sí los intereses de una clase social determinada. Si comprendemos esto, comprendemos uno de los ejes vertebrales de la teoría marxista-leninista. Dicho esto, desde los Colectivos de Jóvenes Comunistas vemos necesario analizar teóricamente lo que en numerosos artículos y resoluciones denominamos como "oportunismo".

El oportunismo no es una corriente ideológica sólida y coherente, sino más bien vacilante y heterodoxa, por lo que en política podremos hallarnos con oportunismos de todo pelaje. Precisamente ésta es la razón por la cual los clásicos del marxismo-leninismo dedicaron gran parte de sus obras en analizar este fenómeno. Como no disponemos de mucho espacio para este artículo, únicamente analizaremos las cuestiones más generales del oportunismo, algunas de sus formulaciones teóricas y prácticas.

Si tuviéramos que definir el oportunismo en una sola frase, podríamos decir que el oportunismo significa la malversación y alteración del programa estratégico y de las categorías científicas de la clase obrera, poniendo a esta clase al rebufo de otras clases sociales (por lo general de la burguesía y la pequeña burguesía). Estas alteraciones suelen surgir al calor de modas y movimientos pasajeros, en los cuales justifican la negación del interés objetivo e histórico de la clase obrera: la toma del poder. Dependiendo de qué clase social se situé a la cabeza de estos movimientos el tipo de oportunismo será uno u otro.

Si las tareas históricas de la clase obrera consisten en primer término en reconocerse a sí misma como clase revolucionaria (reconociendo su potencial cuando actúa como fuerza organizada y unificada) y en segunda instancia tomar las riendas de su propio destino, tomando el poder y acabando con la explotación del hombre por el hombre; el oportunismo intenta diluir estas tareas pregonando movimientos ciudadanistas donde "todos cabemos": desde grandes explotadores como Emilio Botín o Victorino Alonso hasta una familia obrera a punto de ser desahuciada de su vivienda.

Por esta razón Lenin afirmaba que dentro del movimiento comunista existían dos tendencias fundamentales: la oportunista y la revolucionaria. Y a su vez advertía que la política del oportunismo, es la política de colaboración con el enemigo, reflejo de la influencia de la burguesía en el seno de la clase obrera, es decir, una "política obrera burguesa".[1]

En la práctica, el discurso oportunista se enmarca dentro de lo que "queremos oír". Así pues, si hoy la critica a los coches oficiales, a la corrupción o a ese engendro amorfo que denominan "casta" es lo común, nuestros oportunistas repetirán hasta la saciedad estos términos, obviando que la razón de nuestras miserables condiciones de vida y trabajo no surgen por existir políticos irracionales y con malas intenciones, sino porque la clase social que ostenta el poder, la de los empresarios y banqueros (eso que llamamos burguesía), necesita de nuestro empobrecimiento para poder seguir manteniendo sus insultantes beneficios. De la misma forma que sitúan el problema dentro de los debates que están hoy en día "de moda", sus soluciones se entroncan dentro de lo políticamente correcto, haciendo llamamientos a "la ciudadanía" y a "la gente" para acabar con la "casta corrupta".

De este modo dejan de lado cualquier análisis clasista y niegan el papel revolucionario de la clase obrera, precisamente porque en el fondo, desde sus poltronas parlamentarias y universitarias, ven con superioridad a nuestra clase, nos subestiman y muestran desconfianza. No se dan cuenta, que si todo lo producimos, de viviendas a coches, si somos capaces de educar a nuestros hijos y cuidar a nuestros familiares, también seremos capaces de dirigir un país en su conjunto.

En un principio la política oportunista no debería preocuparnos, pero el problema nace cuando partes de la clase obrera asumen estos postulados. Este fenómeno opera debido a que vivimos en un mundo interrelacionado, donde la clase obrera no vivimos aislados ni nos encontramos al margen de la sociedad. Nuestra clase vive ligada por numerosos hilos a otras capas de la sociedad y de esta forma, la burguesía ejerce presión ideológica y política al conjunto de los obreros y obreras, embaucándola hacia sus intereses.[2]

Evidentemente, el oportunismo nunca confesará sus orígenes de clase (muchas veces porque los apoya de forma inconsciente) y para ello camufla sus verdaderos intereses bajo frases izquierdistas y revolucionarias, precisamente porque en periodos de crisis, el pueblo necesita oír promesas y palabras radicales. Sobre esto Engels ya reflexionó en su época, afirmando que el peor oportunista es el oportunista que se muestra "honrado", precisamente porque una mentira acompañada de una sonrisa y palabras altisonantes siempre son más creibles.[3]

Es posible que haya lectores que se pregunten la razón de que nuestro enemigo de clase, la burguesía, trace planes tan maquiavélicos y enrevesados para neutralizar el movimiento obrero revolucionario. La respuesta es sencilla: el movimiento obrero no se puede destruir por la fuerza bruta ya que las propias contradicciones del sistema capitalista generan constantemente nuevos conflictos y confrontaciones sociales, además la política de aniquilación resta legitimidad al sistema. Corromper el movimiento desde dentro es una política mucho más sutil y numerosas veces más efectiva.

Una vez resumida la esencia más general del oportunismo, nos queda señalar cuál es la postura de la tendencia revolucionaria al respecto. La orientaciones a seguir por parte de los comunistas contra el oportunismo daría para otro artículo entero, pero en resumidas cuentas podríamos decir que consiste en desenmascarar diariamente a las posturas oportunistas, señalar políticamente a que intereses sirven y sobre todo; desenmascararles en la práctica, señalar como todo lo que prometen con palabras radicales e izquierdistas en la práctica se están llevando hacia al otro lado de la trinchera, porque una de las conclusiones principales que podemos extraer de la histórica bancarrota de la II Internacional y su deriva oportunista, es que cualquier palabra o declaración, debe de ser acompañada con hechos que lo corroboren.

 

Notas:

[1] LENIN, Vladimir I., La bancarrota de la II Internacional. 1915

[2] STALIN, Iosif V., Una vez más sobre la desviación socialdemócrata en nuestro Partido. 1926

[3] ENGELS, Friederich, Contribución a la crítica del programa socialdemócrata de 1891. 1891

 

 

Índice del Tinta Roja Nº 25

Editorial, página 3

Movimiento Estudiantil, páginas 4-5-6

Movimiento Obrero, páginas 7-8-9

Otros frentes, página 10

Internacional. página 11

Historia, página 12

Formación, página 13

Partido, página 14

Cultura, deporte y ocio, página 15

Contraportada, página 16

(Pincha sobre la imagen para descargar)

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