Los cursos de formación: cantinela para la juventud y negocio para la burguesía

Los cursos de formación se encargan de que el joven vaya rotando de curso en curso para adaptar su formación a las necesidades del mercado capitalista, con el anhelo de encontrar alguna vez trabajo tras realizar prácticas no laborales que ocupan puestos de asalariado sin cobrar ni un solo euro. Toda esta formación es subvencionada con presupuesto público que va directamente a manos de empresas privadas de formación, siendo el plan de Garantía Juvenil la gota que colma el vaso.

Las ofertas de cursos formativos se multiplican allá por donde transcurre la vida de la juventud. Encontramos ofertas en Internet, cuando vamos al INEM o mismamente por la calle, pegadas en escaparates o en farolas. Dependiendo de nuestra cualificación, podremos cursar contenidos de una u otra materia, siempre con un fin claro: competir mejor en un mercado laboral saturado, que expulsa al paro a más del 60% de la juventud.

Estas dinámicas nos dicen que son propias de la "economía del conocimiento", la cual se convierte en una auténtica forma de vida, en medida que sitúa al trabajador en una obligación constante de formarse para no quedar desfasado del desarrollo tecnológico.

Más aún con la crisis, cuando enormes masas de trabajadores han sido despedidos de su puesto de trabajo para regenerar la tasa de ganancia de los capitalistas, lo cual solo puede conseguirse adaptando la producción completamente a las necesidades de la burguesía. Conscientes de eso, diseñan toda una batería de medidas para formar su mano de obra, entre las que destaca la Garantía Juvenil destinada a los jóvenes menos cualificados.

Por ejemplo, mediante la Garantía Juvenil, se destina un presupuesto enorme a la financiación de empresas privadas de formación que organicen los cursos mandatados por los "agentes sociales" (CEOE, CEPYME, CCOO y UGT). De hecho, estos mismos agentes sociales se colocan en primera fila para la organización de estos cursillos, mediante empresas controladas por ellos mismos.

Pero, aparte, existe toda una amalgama de empresas de formación que han surgido en los últimos años y que están saliendo adelante sin dificultades. En muchos casos, toda la financiación de un curso proviene del presupuesto público, encargándose las academias simplemente de poner la infraestructura y el profesorado. A ellas acuden los trabajadores movilizados por el INEM, en muchas ocasiones obligados para mantener su prestación de desempleo.

Si bien es un auténtico negocio para las empresas de formación la existencia de estas subvenciones, más tajada sacan aun cuando se trata de cursos online, para los cuales pueden diseñar los contenidos de una vez y con tener contratado un hosting en Internet es suficiente para dar cobertura a todo el alumnado. Entonces los beneficios se multiplican exponencialmente con una enana inversión de recursos, de lo cual también se benefician el conjunto de capitalistas al desgravar en el caso de destinar a alguno de sus trabajadores a esta formación permanente mientras siguen trabajando.

Mientras los beneficios capitalistas se multiplican, la vida del trabajador cambia poco o nada. El parado va rotando de un curso a otro con la esperanza de por fin encontrar trabajo. Dentro de este anhelo juegan un papel fundamental las prácticas no laborales que se realizan al finalizar el curso, las cuales consisten básicamente en ocupar un puesto de asalariado sin cobrar ni un solo euro. Todo ello consentido por las direcciones sindicales de CCOO y UGT, bajo la atenta vigilancia de la administración pública del Estado burgués y las patronales.

Es especialmente la juventud quien sufre esta cantinela de la formación continua, al estar carente de experiencia laboral, pero también son miles los trabajadores veteranos que son devueltos a la etapa formativa porque la propiedad privada no puede proporcionar puestos de trabajo para todo el proletariado. Y, en todo esto, vemos también cómo se entregan las arcas públicas a la educación privada, puesto que el Estado carece de las infraestructuras necesarias para encargarse de dicha formación.

Fuente: Unidad y Lucha.


Adrián J. Bertol es Director de Tinta Roja.

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