Telefónica, monopolio de la explotación

El pasado 28 de Abril en Madrid los trabajadores de Movistar se lanzaban a la huelga indefinida ante los sueldos de miseria y las penosas condiciones de trabajo que el gigante de las telecomunicaciones en España les imponía. Una lucha que se extendió por todo el estado y logró unir a una gran parte de los trabajadores de las contratas y subcontratas de Movistar.

También indagaremos en las estrategias de Movistar para seguir conquistando terreno a sus competidores en el sector, fundamentalmente con la implantación generalizada de fibra óptica, de la cual movistar es el principal instalador y la implantación de nuevos servicios para la explotación de nuevos mercados, como el de televisión de pago con "Imagenio".

Telefónica/Movistar actualmente representa a uno de los mayores monopolios de nuestro país, siendo la principal empresa de telefonía en Europa y la quinta en todo el mundo, manteniéndose como una de las puntas de lanza de la exportación de capitales a Sudamérica y a otros países de Europa a través de sus múltiples filiales.

Su historia comienza el 19 de Abril de 1924 como la "Compañía telefónica nacional de España" (en plena dictadura de Primo de Rivera) siendo a los pocos meses cuando se le adjudica el monopolio sobre el servicio telefónico. Todo ello por concesión directa, sin que se hubiera realizado subasta o concurso alguno. Resumiendo, a una empresa de apenas dos meses de vida desde su creación se le otorga el monopolio sobre los servicios telefónicos de todo un país, por supuesto esto no era producto de la casualidad. La apresurada decisión sobre un elemento de un impacto social tan importante fue urdida previamente por la multinacional norteamericana ITT (International telephone & telegraph), cuyo objetivo era crear una red telefónica global en pro de ganar terreno a su principal competidor en el sector, ATT (American Telephone and Telegraph), todo ello con el necesario apoyo de la burguesía financiera española y la creación de la CTNE, para darle un aura nacionalista a todo el proceso. Nada más lejos de la realidad, la organización y el funcionamiento de la compañía estaba controlada por completo por la ITT. Durante la Guerra nacional Revolucionaria dio servicio tanto a la República como a los facciosos. En 1945 buena parte de la empresa pasa a ser propiedad del estado, propiedad que en los 50 años posteriores se iría diluyendo hasta su completa privatización en 1999, bajo el gobierno del Partido Popular, poniendo al frente de la empresa Juan Villalonga, casualmente amigo de la infancia de José María Aznar.

En este periodo, Telefónica pasó de tener en plantilla 80.000 trabajadores directos en 1996 a los 20.000 que tiene actualmente. Todo ello acompañado de un empeoramiento general de las condiciones de trabajo y de aumento de la explotación a través de la subcontratación, situación en la que se encuentran alrededor de 100.000 trabajadores.

Ante esta situación, como ya lo hicieran los trabajadores de SINTEL y su "campamento de la esperanza" que paralizó la Castellana de Madrid durante 187 días, los trabajadores subcontratados de Movistar se lanzaron a la huelga indefinida, no había otra salida, no podía ser admisible que trabajadores con contratos de 4 horas trabajaran 12, no se podía permitir los sueldos de miseria, muy por debajo del precio de mantenimiento de una familia, no se podía tolerar que los trabajadores tuvieran que adquirir ellos con su sueldo las herramientas y ropa de trabajo, ni los riesgos a los que estaban expuestos los trabajadores ante la vulneración de toda prevención de riesgos.

En una asamblea multitudinaria en Madrid de cientos de trabajadores se decidió convocar la huelga, a la cual días después se unirían trabajadores de todos los territorios del estado, una lucha que puso contra las cuerdas al gigante de las telecomunicaciones, que en pocos días no podía responder ante las miles de averías que se producían. La empresa reaccionó silenciando la lucha de los trabajadores, ni un minuto ocupo la huelga en los telediarios y apenas unas míseras líneas en los periódicos, poniendo en evidencia que el capital privado es uno contra la clase obrera. Si las clases dominantes atacaron, los trabajadores no retrocedieron un ápice y utilizaron todos los medios a su alcance para difundir su conflicto y promover la unidad obrera. Ni siquiera cuando a traición las cúpulas sindicales de UGT y CCOO firmaron un acuerdo que ponía fin a la huelga, y que no era otra cosa que un brindis al sol, una maniobra para desbaratar la huelga. Ni en esa situación se amilanaron los trabajadores, ni mucho menos cuando fueron detenidos 6 trabajadores, con el ridículo pretexto de vulnerar los derechos de los trabajadores.

Ahora mismo en esta lucha impera una tregua, pues ni la más firme voluntad puede combatir el asfixio económico que imponía Movistar a los trabajadores. Pero toda tregua es temporal, frágil y tensa, y también, en este caso, necesaria. Necesaria para tomar impulso, para generar la contundencia del próximo golpe a propinar, un golpe que deberá conquistar los objetivos por los que esta lucha se inició.

Movistar a la conquista del mercado de la TV de pago

En 2013 Movistar TV (Imagenio) contaba con 611.000 clientes, en 2015 la cifra asciende a más de 1.500.000. Y ahora mismo con la compra de su principal competidor en el sector, canal plus, por 707 millones de euros, Movistar se ha hecho con alrededor del 84 % del mercado de la televisión de pago en nuestro país. El crecimiento desmedido de usuarios de este servicio se ha debido al acaparamiento de contenidos por parte de movistar, en este caso por la compra de derechos de retrasmisión de eventos deportivos, y de forma solo inicial, de series y películas. No solamente este proceso consolida a Movistar como el principal monopolio en la TV de pago, sino que refuerza su posición ya predominante en ámbitos como el de la fibra óptica o la conexión de internet de alta velocidad.

La tendencia al monopolio dentro del sistema capitalista es un hecho constatado y datos como estos no hacen más que reafirmar esta realidad. El mercado de las telecomunicaciones se ve cada vez más devorado por Movistar, que monopoliza prácticamente todos los servicios, quedando todo competidor o extinto, absorbido o relegado e imposibilitado para competir. Aun así a pesar de las enormes ganancias que la empresa genera, la explotación de sus trabajadores va en aumento y los despidos y la precariedad laboral son la nota dominante en las condiciones de trabajo que Movistar ofrece a la clase trabajadora de nuestro país.

El crecimiento de Telefónica/Movistar no sería posible sin la explotación masiva de fuerza de trabajo en Europa y Latinoamérica, su poder sobre el mercado reside sobre el sudor y la sangre de la clase trabajadora. Reclamamos por ello que las telecomunicaciones (infraestructuras, servicios...) en España y en Latinoamérica sean puestas al servicio y propiedad de sus respectivos pueblos.

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