El carnet de ciclomotor, otra manera de “sangrar” a los jóvenes

Atrás quedaron aquellos años en los que obtener el permiso para conducir ciclomotores automáticos no requería apenas dificultades. Ir al instituto en moto o salir por las tardes a dar una vuelta era fácil, hasta que la normativa que entró en vigor en 2009, hizo que se requiriese de un examen práctico. Desde entonces los requisitos han ido cambiando, algunos para mayor seguridad de los conductores, otros con mero afán recaudatorio.

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El 1 de enero del año 2014, el permiso de tipo AM, existente desde 2009 y que delimitaba la cilindrada a 50 centímetros cúbicos, se dividió en dos: uno para ciclomotor automático que solamente autoriza a conducir estos, y otro para ciclomotor de marchas que autoriza la conducción tanto de ciclomotores automáticos como de marchas, además de ciclomotores de tres ruedas y cuadriciclos ligeros. La diferencia entre uno y otro está no solamente en el tipo de examen práctico y el vehículo que se utiliza, sino también en el precio. Sólo el permiso de ciclomotor automático por autoescuela ya cuesta unos 250 euros, contando la matrícula, las tasas y el examen teórico, que no supone más dificultad que, en muchos casos, la económica. El permiso de marchas gira en torno a los 320 euros. Las prácticas cuestan entre 22 y 25 euros cada una, y la prueba está pensada para que tenga que repetirse varias veces hasta adquirir la habilidad necesaria.

Es muy común que cuando finalmente decidimos sacarnos el permiso de ciclomotor, oigamos aquello de "para eso espérate y te sacas el de coche", pero lo cierto es que la imposibilidad de muchísimos jóvenes de sacarnos el carnet de coche debido al elevado precio y a los gastos que nos supone la compra, el seguro y el mantenimiento, hace del ciclomotor una opción que, más que barata, resulta simplemente "la opción menos cara" a la hora de acceder a un vehículo. Además, la división entre vehículos de marchas y automáticos hace que muchas veces optemos por un permiso tan limitado como es el de ciclomotores automáticos, por ahorrarnos un poco de dinero y obtener cuanto antes la licencia.

Otra opción es la de presentarnos por libre, la cual puede suponer un notable ahorro de dinero al no tener que costearnos la matrícula de la autoescuela, si logramos acceder a un libro de segunda mano o hacemos tests por internet. De esta manera, para presentarnos al examen teórico sólo tendríamos que abonar las tasas en tráfico, que cuestan unos 40 euros aproximadamente. Lo complicado es hacer lo mismo con el práctico, ya que éste requiere de cierta práctica por tratarse de una prueba de habilidad en un circuito cerrado. No obstante, hay quienes se arriesgan a practicar sin licencia y sin el seguro que te proporcionan las autoescuelas, exponiéndose a sufrir un accidente o a enfrentarse a sanciones económicas que pueden llegar a los 1000 euros, pues se trata de un delito tipificado contra la seguridad vial.

Y es que a pesar de que el uso de la llamada "moto pequeña" comenzó a caer allá por el año 2009, a causa de la grave crisis capitalista que empezaba a hacer estragos, y del endurecimiento de los requisitos para acceder al permiso, sólo en el año 2014 fueron expedidos más de 18.000 permisos de tipo AM 1. Aunque las cifras han ido cayendo con respecto a años anteriores.

Vehículos como la scooter de 50 cc pasaron de ser una moda entre muchos adolescentes, a una mera vía de escape que ya apenas se vende si no es en el mercado de segunda mano. De hecho, el desplome del sector llevó entre otras cosas al cierre de la fábrica Derbi en Martolleres (Barcelona), que se saldó con el despido de 150 trabajadores.

Ahora, el famoso vehículo de los "mods" no es más que una alternativa que tenemos muchos jóvenes para desplazarnos de un sitio a otro, recorrer la distancia que nos separa de nuestro centro de estudios o del puesto de trabajo, o acceder a empleos que requieren de vehículo, ya que ello garantiza a la empresa mayor disponibilidad.

El ciclomotor también nos sirve para encontrar trabajos de lo más precarios, entre los que predomina el reparto de comida a domicilio, que muchas veces se realiza sin contrato, sin seguro en caso de accidente y con vehículos que no cumplen las condiciones de seguridad requeridas, que no han sido debidamente reparados, no cuentan con luces de largo alcance para atravesar vías interurbanas mal iluminadas, o carecen de revisiones periódicas.

En definitiva, que la moto ya no nos vale para viajar por placer a lugares antes inaccesibles para nosotros, como zonas rurales o parajes naturales, ni para disfrutar de la carretera (siempre con suma prudencia), sino sencillamente para "sangrar" a los jóvenes antes, durante y después de obtener nuestra licencia de conducir.


Kevin Álvarez es miembro del Comité de Opinión de Tinta Roja.

1: DGT - Expediciones distribuidas por clases de permiso y mes - 2014

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